Le T. P. Orchestre Poly-Rythmo de Cotonou
Le Tout-Puissant Orchestre Poly-Rythmo de Cotonou
«Madjafalao», Because Music, 2016
Las orquestas en África son todo un fenómeno socio-cultural. Bajo diferentes denominaciones, estos combos sonideros han tenido un protagonismo vital en la historia cultural de las naciones africanas contemporáneas, desde su aparición en plena época de las independencias hasta la actualidad. La influencia de las músicas caribeñas, presente desde los años 1950 en el repertorio de las orquestas, se vio reforzada gracias al impacto de la revolución cubana. Las políticas culturales “progresistas” favorecieron la emergencia de nuevas músicas urbanas y mestizas. En muchos casos los procesos políticos incluyeron proyectos culturales de envergadura: la Guinea de Sekou Touré abrió el camino mediante la fundación de orquestas modernas nacionalizadas, como la “Bembeya Jazz”, encargadas de enriquecer el patrimonio musical nacional. Igual que la “Rail Band” en Malí, estas orquestas funcionan como catalizadores de los mejores artistas que, mediante concursos, son seleccionados para ir a formarse a Cuba. Estas reconocidas orquestas adaptan su repertorio a un gusto popular que aprecia los ritmos caribeños.
«Le Tout Puissant Orchestre Poly-Rythmo de Cotonou” es una de las orquestas más prolíficas de todo el continente africano, equiparable a la “OK Jazz” congoleña de Franco Luambo. En su séptima década de existencia, y con varias centenas de grabaciones a sus espaldas, es la formación africana más antigua en actividad. Para muestra, un botón: solamente entre 1969 y mediados de los 80, la formación publicó centenas de 45 revoluciones y decenas de álbumes.
La historia de esta formación de nombre alambicado recorre los acontecimientos de la relativamente reciente República de Benín, “independiente” respecto a Francia desde el 1 de agosto de 1960. El pequeño país del África occidental nació como una artificial amalgama de los antiguos reinos fon de Dahomey y Porto Novo (la actual capital, aunque el gobierno está en Cotonou, la ciudad más poblada) con numerosos pueblos del interior, unificados por la expansión colonial del África Occidental Francesa.
La creación de la orquesta se remonta a las décadas de 1960-1970, bajo la dirección del guitarrista Mélomé Clément y de algunos músicos de la “Sunny Black’s Band” de Cotonou, en torno a influencias venidas de músicas tradicionales beninesas como el sato (ritmo vudú tocado en los entierros), el soul o el funk americanos, la rumba congoleña o el high-life ghanés, pero también de la varieté francesa y de los ritmos afro-cubanos. En 1968, Clément le asigna el término “Poly-Rythmo” en razón de la gran variedad de ritmos interpretados. La formación se completa con el guitarrista y organista Bernard “Papillon” (“Mariposa”) Zoundegnon, Maximus Adjadohoun a la guitarra, el cantante Vincent Ahehehinnou, Léopold Yehouessi a la batería, el bajista Gustave Bentho, Loko Pierre al saxo tenor, Mathurin D’Almeida a las percusiones, Cosme Cakpo a la trompeta y otros músicos.
Si los primeros años de la “independencia” estuvieron marcados por una aparente despreocupación del poder, el cambio de régimen con la llegada de Mathieu Kérékou en 1972 reaviva la esperanza de cambiar la vida cotidiana de los benineses. La orquesta acompaña voluntariamente esta nueva ola creando decenas de composiciones a la gloria del Comité Nacional de la Revolución. Confortada por sus primeros éxitos, un año después la orquesta añade el prefijo “Tout-Puissant” (“Todo Poderoso”, orquesta en francés es masculino) delante de su nombre, en homenaje al “Tout Puissant OK Jazz” congoleño. Su incipiente panafricanismo se ve refrendado por su participación, en 1977, en la efímera “Orchestre National de Benin”, que representó al país en el Festac (“Festival des Arts et de la Culture négro-africains”) de Lagos, la segunda edición de la manifestación cultural panafricana por excelencia, inaugurada en 1975 por iniciativa de la revista “Présence Africaine” y la “Société africaine de culture” de Léopold Sédar Senghor.
Durante la década de 1970, la Poly-Rythmo lleva a cabo una revolución musical que conduce a la música beninesa hacia el característico sonido vaudou funk de temas como “Gbeti madjiro” (éxito masivo en toda el África del Oeste), “Unité africaine”, “Jolie beauté africaine” o “Afrique Afrique”. Grabados en Benin, Nigeria o Costa de Marfil, estos temas se convierten rápidamente en verdaderos hits panafricanos que celebran la alegría de vivir de la época de las independencias africanas. Además de ser grupo de acompañamiento obligado en las carreras de otros artistas benineses (Stanislas Tohon, Assa Cica, Danialou Sagbohan, Germaine Jourias, Joachim Boya, sin olvidar a Angélique Kidjo), el carácter panafricano de la Poly-Rythmo se evidencia en sus colaboraciones con los cameruneses Manu Dibango, Yiegn’s Cabrel (conocido como “Radio Moustique”), Bébé Manga o Pierre Tchana; en los acompañamientos, durante sus visitas a Benin, al burkinés Kaboré Oger y a los marfileños Aïcha Koné o Ernesto Djedjé; y, más recientemente, con la cantante maliense Fatoumata Diawara.
“Madjafalao” (2016, Because Music), “ten cuidado” en lengua fon, es quizá una advertencia, porque, una vez que lo escuchas, su ritmo se te queda dentro. Y también una guía de que el panafricanismo, al menos en su faceta musical, continúa siendo un buen camino a seguir. Grabado en el estudio Satel, situado en la carretera que lleva a Lagos, realizado por el ingeniero de sonido burkinés Eliezer Oubda y producido por el periodista musical bordelés Florent Mazzoleni, uno de sus temas estrellas es “Africa Lonlon”, toda una declaración de intenciones. El álbum renueva el groove fusión característico de la formación, algunas veces más lento, otras frenético, pero siempre funky: melodías cuyos ritmos son sostenidos por el juego de guitarra y los teclados, una batería siempre integrada y percusiones traídas de los ritmos tradicionales y afro-cubanos (los solos de “Wangnigni” o “Ouesse”), a las que la alegría de los metales se superpone, alternándose como solista con las voces de Ahehehinnou y Pierre en temas como “Madjafalao”, “Heritage”, “Omonyi” (o los desgarros funk de “Finlin Ho”), o superponiéndose a ellas en “Migbe”. En casi todas las composiciones podemos escuchar la clásica estructura de llamada-respuesta procedente de la música tradicional, que estilos como el afrobeat han sabido integrar: bien entre las voces solistas y los metales o entre aquellas y los coros (“Ouesse” o “Wolou”) que (como novedad en este trabajo) también son femeninos, solos o con las voces masculinas (“Baba Djide”). + Info | Relacionados | Eva Feito – Kulturafrica