Vanessa Aibar, David Lagos y Rafael Rodríguez. “Liminal”
Sandaru. SFB El Dorado. 6 de febrero de 2020
La bailaora jienense Vanessa Albar venía por primera vez al Dorado pero le acompañaban dos músicos que son ya como de casa. El cantaor David Lagos y el guitarrista Rafael Rodríguez, ambos habían actuado en otras ocasiones y siempre con gran éxito. Una de las características que hacen único al Dorado son los comentarios a la salida, y este jueves éramos muchos los que considerábamos al guitarrista el verdadero maestro de ceremonias. Supo susurrar cuando cantaba Lagos, supo “gritar” cuándo susurraba Vanessa Aibar y supo dar en cada momento el tempo certero que necesita todo buen espectáculo. Empezaron guitarra y baile, con una bailaora que salía literalmente de la pared para integrarse en escena, una escena que fue iluminada desde diferentes puntos consiguiendo efectos de sombras muy interesantes a medida que avanzaba la noche. Aibar con traje pantalón apostaba por la danza contemporánea como manera de empezar, mucho desplazamiento por el escenario y mucho equilibrio demostrando que por algo a los ocho años ya estaba estudiando danza. La guitarra envolvía con aires perfumados las primeras imágenes, creando tensión y resolviendo con toques muy cortos morunos. Poco zapateado pero certero. Siluetas que se van desplazando guiadas por la guitarra creadora de Rodríguez. Silencio absoluto, respeto, perplejidad ante la propuesta innovadora de Aibar. Entra en escena David Lagos y se lanza con Yo poeta decadente de Manuel Machado, que ya hiciera popular Morente. Se agradece que desde el mundo flamenco se reivindique de vez en cuando al más flamenco de los hermanos Machado. Cuándo los tientos pasan a tangos es el momento de que Vanessa Aibar entre con su taconeo a adornarlos. Algo que fue constante en todo el espectáculo eran las entradas de la bailaora, cuándo el palo se daba por terminado, iniciando ahora con su taconeo otro tercio sorpresa. David Lagos estaba lanzado y arrancó secundado por el taconeo feroz (ahora sí) con La espuela, la taranta aportaba el grito terrible de los cantes mineros y los tres artistas estaban lanzaos, la guitarra podía echar a volar en cualquier momento. Y los pies de Aibar la seguían sin dificultad. En un rincón del escenario un traje de cola descansaba en el suelo, mientras la guitarra de Rodríguez nos entretenía por alegrías, Vanessa Aibar se cambiaba de ropa en el mismo escenario (para no perder ni un segundo de presencia) y ya estaba secundando los aires marineros de la bahía. Empieza con suavidad ligeros arrastres con los pies de Vanessa Aibar y se va configurando una propuesta, la secunda Rodríguez, todavía desde el susurro y se crea un dúo de lo más especial, después una introducción de guitarra muy hermosa y por fin la voz de Lagos por soleá y polos. Le dedican varios tercios y la sala no puede estar más a gusto. Y llegaron las malagueñas (recordando a Chacón) cortitas pero con un lagos totalmente entregado, fabuloso. Se quedó solo Rafael Rodríguez i llegó su famosa zambra, y claro si todavía había alguien que no se había enterado, la cosa quedó certificada ¡tocamos el cielo! Volvió Lagos y anuncio seguir por seguriyas, otro momento de lucimiento de Rodríguez, y la voz de Lagos totalmente entregada en el cante grande por excelencia. Aibar supo entrar con la fuerza que requería las seguiriyas y durante doce minutos la tensión que crearon los tres fue de las que dejan huella. La guitarra de Rodríguez anunciaba cambios importantes, notas perfumadas de flores de otras latitudes se instalaban en la sala, mientras Vanessa Aibar volvía a cambiar de vestuario en la esquina derecha y los primeros acordes de la Guajira nos traían el sabor cubano, la voz de Lagos sabiendo bajar y subir (un gran trabajo) los tonos necesarios y el zapateado de Aibar y sobre todo el rasgueado con los pies. Fue el baile de los abanicos, aparecían por arte de magia en las manos de la bailaora, hasta uno pequeñito que se transformó de peineta en abanico, en fin, un fin de fiesta por cantes de ida y vuelta para cerrar otra noche fabulosa. + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès.