Mary Coughlan
Mary Coughlan
“The house of Ill repute”
Ruby Works / Galileo Mc, 2008
Después de publicar 11 discos a lo largo de su carrera, Mary Coughlan (1956) es una de las cantantes más emblemáticas de Irlanda. Madre de cinco hijos, defensora de los derechos de la mujer en una sociedad tradicional y machista como la irlandesa, hundida en el alcohol durante algunos años, con una difícil relación matrimonial, Coughlan supo renacer casi de sus cenizas para continuar en la historia musical. Trabajó con Greg Cohen, productor de Tom Waits, y ahora, vuelve a colaborar con Erik Visser, personaje importante en su carrera, y con el que empezó a cantar en 1985. El disco en cuestión se titula The house of Ill repute, un trabajo que para mí se ha convertido en un auténtico descubrimiento, tanto por la artista como por las interesantísimas canciones que reúne.
En este disco, y en la completa discografía de esta artista, no hay una relación constante con la música tradicional irlandesa como nos podríamos imaginar. Coughlan va mucho más allá de las raíces para navegar por el blues, el pop o el jazz y así se comprueba en este trabajo, en el que se superponen absolutamente casi todos los estilos y ritmos que la artista ha deseado. Por otra parte, por el contenido de las canciones, el álbum parece querer centrarse en el sexo y en el engaño. Pornography, Whore of Babylon, o The House of Ill Repute son canciones en las que se muestra esa preocupación junto a otras que deben descubrirse. Quizás por ese deseo innato de querer sacarle los colores a su rígida sociedad natal. Además, las letras no son nada pueriles, y sus textos son complejos y elaborados, escritos por diferentes letristas.
El disco conectará con todos aquellos que buscan variedad, canciones vitales y personales, y ritmos nada reiterativos. Sonidos propios del pop y del rock se funden con el jazz y con texturas íntimas, nativas y energéticas. The house of ill repute es un tema que entronca con la tradición de las grandes damas de la canción, como por ejemplo Marianne Faithfull, acercándose a un tono cabaretero, mientras que Sleep on it podría formar parte del repertorio de un moderno grupo de rock progresivo.
Moon in a taxi car es una canción dedicada a la noche y en donde la voz de Mary se retuerce, aunque es en Antarctica en donde la autora se vuelve más irlandesa y más introspectiva. Pero esa sensación no dura mucho ya que en Whore of Babylon, la energía, las guitarras eléctricas y unos coros étnicos convierten el tema en uno de los más potentes, justo antes de acabar con un acercamiento muy personal al Tango.
Además de las potentes guitarras eléctricas que aparecen en el repertorio, quizás el aspecto más sorprendente de la artista sea su capacidad camaleónica para cantar con diferentes registros. Si en un tema se presenta dura y desgarrada, en la siguiente se muestra dulce y elegante. Mimetizándose, Mary Couhglan no dejará indiferente a los que se atrevan a escucharla. Y ojo porque se vuelve adictiva. Prueben… // Antonio Álvarez