Jeff Beck

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Els Concerts de l´Estiu al Poble Espanyol
Poble Espanyol. Barcelona
22 de julio de 2009

Una leyenda de la guitarra de los setenta que se atreve con una versión de Nadia, del indo británico Nitin Sawhney, merece la atención de cualquier amante de la música. El guitarrista versionó el tema de Sawhney en 2001, en su disco You had it coming. Seguramente la ensoñadora musicalidad hindú le sedujeron a incorporarla a su repertorio.

Fiel a su tradición anglosajona y en el más puro estilo guitar hero, maestro de otros tantos guitarristas que le han ido a la zaga, Jeff Beck protagonizó un concierto en el Poble Espanyol de los que se quedan en la memoria durante bastante tiempo. Podría haber participado perfectamente en el pasado Festival de Guitarra de Barcelona, pero poco importó porque el guitarrista ejecutó un espectáculo muy bien estructurado, medido y con detalles, y sin la soberbia que, en ocasiones, suelen acompañar a los instrumentistas de las seis cuerdas.

Recordemos que Beck formó parte de los Yardbirds, sustituyendo a Eric Clapton y posteriormente dando la alternativa a Jimmy Page. Eso sin olvidar que también tocó junto al “sexy” Rod Stewart y el stoniano Ron Wood en el Jeff Beck Group.

Lo que podría haber sido una tediosa y extensa continuidad de solos y riff de guitarras acabó siendo una actuación impecable y variada en la que Beck acarició diferentes estilos musicales desde su inherente condición de rockero clásico. Pasó por el progresivo, por la fusión, el blues y el chill out, con programaciones oportunas. Para realizar ese trayecto musical, el británico contó con tres buenos espadas, el teclista Jason Rebello, el grandioso batería Vinnie Colaiuta, curtido entre otros en las huestes de Frank Zappa, y una jovencísima bajista de 23 años, la australiana Tal Wilkenfeld, que sorprendió a los presentes por su técnica y habilidad para hacer temblar el mástil de su bajo, y por lo que se llevó el reconocimiento del respetable.

Beck apareció sobre el escenario de blanco impoluto, pañuelo al cuello, botas blancas, camisa sin mangas para mostrar bracito, lazo a la cintura colgando al viento y melenita lacada a lo ochentero. En buena forma física, a sus 65 años, el guitarrista desplegó un arsenal de sonidos eléctricos sin pronunciar una sola palabra hasta el final de la actuación, cuando agradeció la presencia del público y presentó a sus compañeros. Tocando su clásica Fender Stratocaster de color blanco marfil, sin púa, y tocando el vibrator como nadie, Beck no se emborrachó de velocidad ni de filigranas. Se dedicó a tocar con estilo propio, entrando de lleno en el jazz fusión con el que ya investigó años atrás. No faltó tampoco alguna improvisación por parte de los tres guardianes con los que parecía divertirse sobre el escenario.

Momento para la memoria fue cuando la bajista interpretó un pasaje como solista sacando notas con sus manos en la parte inferior del mástil. A su espalda, Beck cogió el mástil por la parte alta y comenzó a tocar conjuntamente. Así, cuatro manos sobre un bajo, bien mereció un lucido aplauso con sonrisas.

El concierto se inició con el clásico Beck’s bolero, y durante una hora y media sonaron canciones clásicas y más recientes, como por ejemplo, Behind the veil, Blast from the East o Space Boogie, e incluso una de los Beatles, A day in the life. Tras el necesario bis, el guitarrista enamoró con un tema delicado acompañado del soundscape de Rebello y rompió la fiesta, ya con toda la banda, con la tremenda Peter Gunn, de Henry Mancini, dejando un excelente sabor de boca.

De aquí en adelante, si alguna vez tienen la oportunidad de presenciar uno de los conciertos de Jeff Beck, acudan sin pensarlo. Y si sigue acompañado por esa banda de lujo con la que actúa, no verlo sería un pecado, con religión y sin ella. // Antonio Álvarez