Jorge Drexler
Jorge Drexler
Festival Grec
Barcelona, Teatre Grec
25 de julio de 2007
Jorge Drexler se había ganado al público con bastantes días de antelación al vender todas las entradas del recinto, así que su actuación fue simplemente un broche de oro a su gira por el país. Sin embargo, aunque el público estuviese predispuesto a gozar con los brazos abiertos del músico y de su banda, el cantautor uruguayo lo hizo como él sabe, muy bien, y por supuesto se metió a la audiencia en su bolsillo, de la primera a la última canción. Arropado por su banda, Drexler apareció en el escenario para situarse como un músico más. Saludó al público, se congratuló de estar en un lugar tan maravilloso como el Teatre Grec, bajo las estrellas, y comentó que durante la noche notarían una leve cojera en una de sus piernas. Pasó a explicar, recitar, cantar, el informe médico sobre la excelente base instrumental que le acompaña. Desconozco si el texto era real o inventado, pero me animo a pensar en lo primero. Después de sorprenderme con tan suculento inicio de velada, Drexler se dedicó a disfrutar de su actuación y del feeling con el que el público lo trataba con canciones de su ya larga discografía, con bastantes temas de sus dos trabajos más recientes (Eco, 2004, y 12 segundos de oscuridad, 2006, ambos en Dro East West), aunque sin pasar por Al otro lado del río, la canción con la que ganó el Oscar a la mejor canción en 2005, tras su participación en la película Diarios de motocicleta (Walter Salles, 2004). Las composiciones de Drexler fueron cantadas y sentidas por el respetable en comunión, con momentos para la luminosidad, para la diversión y para la oscuridad. En diferentes momentos, Drexler decidió quedarse solo, guitarra en mano, para, según él, variar el repertorio. Sus versiones de High and dry de Radiohead o Dance me to the end of love de Leonard Cohen sirvieron para colorear el abanico de temas que Drexler ha construido en los últimos años y, por tanto, para rubricar un repertorio compacto, potente y sin grietas. En el concierto, el cantante demostró que sus letras han sabido conjugar temas que surgen de la realidad, de aquello más sencillo que nos rodea en la actual sociedad de consumo, y detalles que provienen de los sentidos, del amor, de la vida y de nuestros temores. Esa cimentación se ha decorado con un sonido rítmico y actual, moderno y amplio, que permite a sus músicos jugar con la creación estética. Todas las piezas le han servido para crear un universo diferente y propio, en el que hay sitio para todo y para todos. Con el escenario en pie, el cantante y los suyos se despidieron efusivamente después de dos horas de verdadero goce musical. El resto del placer debe seguirse escuchando de forma enlatada, pero así es la vida. Quizá como una canción de Jorge Drexler. // Antonio Álvarez