Ciutat Flamenco 2018. Segunda parte. Gallardo & Morales, Mariola Membrives y Rycardo Moreno.

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Contra el pronóstico de que nunca segundas partes fueron buenas, curiosamente estos tres fueron mis tres conciertos favoritos. Si tienes paciencia sabrás porqué.

José María Gallardo & Ana Morales
En una iniciativa muy loable los organizadores del Ciutat Flamenco reconociendo la labor de la SFB El Dorado adjuntaron el concierto de la sala Sandaru a la programación del festival, así pues el jueves día 24, entraba en el cartel una de esas actuaciones que satisfacen tanto al cabal como al nuevo aficionado. La SFB El Dorado está programando todo un ciclo con el título ¡De lo popular a lo flamenco! Con el compromiso de explicar cómo fue la época en que el flamenco afloró como género musical. José María Gallardo es uno de los guitarristas especializados en la obra de compositores como Falla, Albeniz y sobre todo Julián Arcas. Por su parte a Ana Morales ya la habíamos visto bailar en El Dorado y el que la ve repite, pocas veces varas a alguien mover los brazos como esta mujer. Empezó Gallardo con un bolero de Arcas, demostrando su valía como concertista, apareció Ana Morales y con una soleá ya nos tuvo a todos en un puño, siguieron por fandangos. En un momento en que el baile más transgresor de gente como Rocío Molina está revolucionando cualquier festival de flamenco, fue muy interesante ver bailar a esta mujer para comprender lo que podemos llamar preflamenco. Cómo explicaba al principio Pedro Barragan, las cosas no suceden de un día para otro, y en esta propuesta pudimos apreciar muy claramente como era el momento musical a mitad del siglo XIX. Gallardo nos ofreció la obertura de Silverio, y Morales respondía con un solo titulado Silencio que mostraba de manera muy elocuente como el baile transmite por si sólo toda la carga romántica del flamenco. Fue una noche dónde el tiempo perdió el valor de testigo de los hechos y en el escenario dos artistas se comunicaron cada uno con su instrumento (guitarra y cuerpo) para transmitir el arte que han sabido recuperar de los maestros del XIX y que fuera de tiempo sigue conmoviendo a cualquiera que tenga la mirada limpia de perjuicios.

Mariola Membrives & Piccola Orchestra Gagarin
Salieron a escena Paolo Angeli (Guitarra sarda preparada) Sasha Agranov (Violonchelo) y Oriol Roca (batería) ataviados con monos de trabajo de los que debió de usar al astronauta ruso al que reivindica el nombre, pero para un servidor, con un guiño a aquellos primeros músicos que hicieron de la electrónica su instrumento de trabajo. Después apareció Mariola Membrives, con traje largo para la ocasión, elegante y pasional. Si miramos algunos de los proyectos en los que ha estado metida estos últimos meses (Omega 20.16, Free Bach 212, o el Federico García de Pep Tosar) nos puede dar idea de todo lo que se mezcla en la cabeza de esta portentosa artista. Si además le añadimos su carrera como cantante de flamenco y su interés por los lenguajes musicales más complejos (hace poco le recomendaba emocionada a Rycardo Moreno la obra del pianista Agustí Fernández) no te resultará difícil entender que lo que ocurrió el viernes en la sala Hiroshima iba mucho más allá de lo que cualquier aficionado al flamenco podía esperar. Con las primeras descargas potentes de sonido me recordó la presentación del Líbera de Giulia Valle, ocurrida también en esta singular sala (estoy seguro que estas dos mujeres algún día tendrán que encontrarse) como decía una descarga de sonido apoteósico nos adentraba en un mundo de recuerdos dónde los grandes flamencos Vallejo, Caracol, Mairena y por supuesto Morente, iban a encontrar la manera de acercarse a este 2018, gracias a la voz de Mariola que emergía con fuerza entre tanto sonido penetrante, La farruca  cantada entre las notas hirientes de la guitarra sarda, la taranta adornada maravillosamente por el violonchelo de Agranov (estuvo increíble este hombre) que bien le sienta al cante de Mariola este instrumento (no pude dejar de recordar otro bolo con mi admirado Martín Meléndez), Los tangos con las percusiones libres de Oriol Roca, y llegó la soleá, grande , profunda distorsionada para que ganara en hondura. De esos momentos en que Mariola se crece y se come todo el espectáculo, porque está tan a gusto que te seduce. Todavía vendrían unas nanas, y por supuesto tuvieron que salir de nuevo para compensar a un público rendido desde la primera nota. En un Ciutat Flamenco de este año dónde la diversidad de propuestas ha sido una de las características destacadas, esta sin duda merece un lugar en el podio. En ningún momento Mariola dejó de cantar flamenco, pero en ningún momento se conformó con imitar a nadie.

Rycardo Moreno. A Galeano.
Después de comprobar que Rycardo Moreno ha sido el artista destacado en este festival, estuvo con Jorge Pardo, estuvo con Arcángel y ahora en esta su presentación oficial de su proyecto personal, todos teníamos ganas de escucharlo en esta aventura tan especial que ya ha presentado en ciudades como Chicago, Nueva York o Madrid. En su política de esparcir el festival por toda la ciudad, el Taller de Músics ha acertado plenamente con el Auditori de Sant Martí, una sala con muy buen sonido e ideal para la previsión de público. En escena Marc Miralta a la batería (difícil encontrar en este país un batería que pueda defender mejor que Marc Miralta cualquier proyecto de flamenco) la guitarra de Dani Bonilla, la voz de Lela Soto (de la familia de los Sordera) y en el centro de la escena el protagonista de este maravilloso proyecto, Rycardo Moreno. Un sincero homenaje al escritor Eduardo Galeano, poniendo música a algunos de sus poemas de El libro de los abrazos. Aunque el proyecto está concebido como un continuo, para que el ambiente que se consigue con grabaciones, música y cante sea un continuo que se retroalimenta, en esta presentación explicó Moreno que hacía una excepción ya que quería explicar que después de unos meses viviendo en esta ciudad, se alejaba por el momento de Barcelona y quería dar las gracias a la gente que había conocido en este tiempo. Fue el momento en que se separaban dos partes musicales, una primera en que los primeros poemas (sobre todo Los Nadies) situaban al público en un escenario poético y la batería de Miralta fue instrumento importante (genial el dúo Miralta Moreno en una improvisación de miradas y arpegios) y una segunda parte en que el flamenco quedaba  como dueño y señor y la guitarra de Moreno jugaba entre acompañar a una joven cantaora que habrá que seguir muy de cerca y cómo no, en jugar con sus pedales y crear todo un mundo nuevo a partir de las emociones de la poesía de Galeano, como esa fusión entre Sueñan en Alepo y Las Huellas digitales, cuándo acabó el concierto (sé que no soy imparcial) tuve la sensación, una vez más, que si este hombre sigue así estamos delante de un personaje de los que sólo nace uno cada mucho tiempo. Parafraseando a Lorca: Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. + info | relacionados | Fotografías. Maud Sophie Andrieux