Cat Power
Cat Power
”Jukebox”
Matador / Everlasting, 2008
www.matadorrecords.com
Myspace
Las comparaciones son odiosas. Así que me las ahorraré para hablar de Chan Marshall, la voz y la mente detrás de Cat Power, y de su nuevo disco, Jukebox, que puede ser considerado una secuela de su The covers record (Matador, 2000), aquel trabajo que reunía también una serie de versiones muy personales. De hecho, son tan personales que es harto difícil reconocerlas. Ahí está, por ejemplo, la revisión de I believe in you de Bob Dylan: si no fuera porque lo leo en los créditos, escribiría que Marshall ha compuesto una nueva gran canción tras haber sufrido y superado un grave problema de salud, como ya hicieran otros (Dylan incluido: perdón, dije que evitaría las comparaciones). Tal vez sea este detalle vital el que haya llevado a la cantante a sumegirse en historias de perdedores y de vagabundos, de personajes que buscan desaparecer dentro de sí mismos para renacer: ahí está para confirmarlo Ramblin’ man (aquí Ramblin’ (wo)man) del legendario Hank Williams. Sostenido por cuatro músicos que trabajan bajo el precepto de lo esencial, ése que a veces parece tan esquivo pero que al fin y al cabo es el que más y mejor nos reconforta, el sonido que acompaña los textos de James Brown (Lost someone), Joni Mitchell (Blue), Lee Clayton (Silver stallion) o Nick Cave (Breathless), entre otros, se mueve con exquisitez en las coordenadas de la americana music (a saber, rhythm & blues, soul, bluegrass, country y demás), siempre desde la esencia y sin artificios innecesarios. Dos temas firma Chan Marshall (Metal heart, que ya grabara en el disco Moon pix, Matador, 1998, y Song to Bobby, dedicado, cómo no, a Bob Dylan) y uno es de Spooner Oldham (Woman left lonely), quien además participa en el disco como teclista invitado. Y si aún presentas resistencia, quédate con la versión del clásico New York, New York (sí, el que hizo famoso Frank Sinatra) que abre el disco para entender todo lo que intento explicar. Aunque, al final, lo que queda es la belleza. // Jordi Urpi