Bill Frisell
Auditori de Girona 1 de mayo de 2022
Bill Frisell (Baltimore, 1951) es uno de los músicos más interesantes de la escena musical de América del Norte, considerarlo un guitarrista de jazz, no es hacerle justicia, ya que a lo largo de su carrera son muchas las músicas que le interesan explorar ¿Qué puede mover a una persona de 72 años a acercarse hasta España (aun que sea una gira europea) para tocar en dos sitios tan distantes como Girona y Puerto Real (Cádiz)? No creo que sea sólo por el dinero, si estuviste cerca del escenario y atento a sus gestos, está claro que disfrutó como un chaval. Son muchos los tríos en que ha participado este hombre, recuerdo con especial cariño un bolo en el Mercat de Les Flors en Barcelona junto a Lovano y a Motian. Pero su primer trio creo que fue con Joey Baron (batería) y Kermit Driscoll (bajo) como es de esperar, por su edad e inquietudes, ha coincidido mucho con John Zorn, en el otoño pasado Zorn compuso lo que sería su tercer trabajo sobre figuras del misticismo cristiano, en este caso le tocaba a Teresa de Avila y las composiciones están escritas para tres guitarras, Frisell, Gyan Riley y Julian Lage. Pero no solo de música experimental vive nuestro personaje. Citaré tres grupos de trabajos que muestran la amplitud de miras de Frisell. Sus dos discos sobre la filmografía de Buster Keaton. Dos discos de los 90′ (ahora establecido en Seattle) Have a Little Faith y This Land, dónde repasa la música norteamericana desde Charles Ives hasta Bob Dylan. Y por último su trabajo acompañando al cantante Vinicius Cantuaria. Podría citar más ejemplos pero estos son mis preferidos. Pero vamos con el concierto. Los compañeros escogidos para la ocasión eran Tony Scherr (contrabajo) y Kenny Wollesen (batería). Dos posturas muy diferentes en su relación con Frisell. Wollesen me recordó a Motian, centrado en su instrumento, ni una sola mirada al líder, pero eso sí, los oídos atentos a cualquier variación, a cualquier guiño, a cualquier sutileza, que eran muchas. Wollesen preparado con diferentes, escobillas, palillos y «brochas» que usaba de todas las maneras posibles, el pie izquierdo solo acarició el charles (que difícil contención) el derecho marcaba cualquier ritmo de música tradicional que Frisell quisiera explorar. En el otro extremo Scherr, todo lo contrario, mirada fija en Frisell para tratar de adivinar medio segundo antes la dirección que iba a tomar el guitarrista, o inclinándose casi encima del contrabajo para echarse casi encima de su compañero. Un contrabajo que durante todo el concierto me recordó la pulsación de Brian Ritchie (Violent Femmes) a pesar de que este usará el bajo eléctrico. Bien cosas mías. Frisell, con su guitarra muy alta, para poder trabajar con soltura, nada de guitarreos, mucho de sutileza y de búsqueda constante de ideas y paisajes. Bien acompañado de pedales (aquí me recordó a otro músico que nada tiene que ver con el jazz, Ira Kaplan (Yo la tengo) Esta claro que en ningún momento pensé en jazz ¿porqué será? Cuándo me di cuanta el trio había desarrollado un viaje por la música norteamericana, mucho country rebelde, mucho blues descarado y mucha improvisación, había pasado una hora y los tres músicos no habían parado en ningún momento en su viaje por los diferentes estados. Era divertido ver la cara de Frisell cuándo mirando a Scherr cada cierto tiempo esbozaba una sonrisa de complicidad. Era un poco tenso cuándo Scherr dudaba entre el pizzicato o el arco. Era impresionante como Frisell «guardaba» sonidos gracia a sus pedales, para añadirlos a sus ideas que no dejaban de hervir continuamente. Scherr tenía delante suyo un atril repleto de partituras que daba la sensación que no miraría en ningún momento, en cambio de repente cogió un puñado las apartó y buscó con ansiedad una hoja en particular que necesitaba para la nueva aventura de Frisell ¡ Estas cosas me emocionan! Como decía, después de una hora, Frisell volvió a presentar a sus compañeros y se fueron. Estaba claro que habría un bis, volvieron a repasar el folklore americano, ahora durante menos tiempo y volvieron a irse como si allí no hubiese pasado nada. Al otro día leía unas declaraciones de Frisell al Diari de Girona en que ya advertía que «tocar con Scherr y Wollesen» me permite tocar lo que me pasa por la cabeza en ese momento, son para mí, un reto y una inspiración en cada momento» Y así fue. + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès