Anna Colom, Ana Brenes, Isabel Laudenbach
Sandaru. SFB El Dorado 10, de febrero de 2022
Desde que ESMUC incluyó el flamenco en sus cursos, unos cuantos nombres (muchas mujeres) fueron apareciendo por el panorama flamenco de Barcelona, uno de los primeros proyectos originales era el de Laboratoria, cuatro mujeres que apostaban (y apuestan) por una puesta en escena y una revisión del flamenco muy interesante. La cantaora Anna Colom al cabo de un tiempo dejaba su sitio para Ana Brenes, en la guitarra desde el principio Isabel Laudenbach. Pues bien, después de lo escuchado el jueves en la sala Sandaru, está claro que a esa generación del flamenco catalán de Poveda, Chicuelo, Mayte Martín etc, ya le están cogiendo el paso estas tres mujeres. Era difícil quedarse con ninguna de las dos voces, ya que cada vez que cantaba una de ellas, considerabas que no se podía cantar mejor, y la guitarra de Isabel, ¡qué decir de la guitarra! Nunca la había escuchado tan certera, precisa y con tanto riesgo ¡Olé a las tres mujeres! Olé a tres músicos comprometidos en su evolución personal. Vamos a desgranarlo, sin prisa. Empezó la guitarra “sorda” como aguantándola, mientras las dos Anas cantaban por fandangos, letrillas entre otros, de Paco Toronjo. Laudenbach dejó que sonaran las cuerdas y los cantes de Alosno revivieron el flamenco tradicional. Colom y Brenes son dos cantaoras con personalidades diferentes, era agradable escuchar cómo cada una aportaba su estilo y después se juntaban en ese coro Alosnero sin perderse en el intento. Se quedó Colom con Laudenbach y explicó que haría un ratito cada cantaora con Isabel, empezó su turno con una petenera, muy acertado porque se acercaron con mucho gusto a la petenera de Veracruz. Tanto Colom como Laudenbach son amantes de la música del otro lado del océano. Colom aguantaba perfectamente atrás en el cante e Isabel empezó a dejar claro que estaba con ganas de riesgo. Aprovechó, ahora Isabel, para comentar que estaba contenta por estar hoy en el escenario (normalmente está entre el público) y nos regaló las primeras falsetas de unas seguriyas que venían incendiarias. Templó bien Colom, segura con esa voz tan clara y tan bien modulada. Laudenbach marcando el compás con pulsación potente reforzando la negrura de la seguiriya. Para terminar su turno volvieron a cruzar el océano con esa hermosa guajira que tan bien canta Colom, me gustó mucho como fue pensado el concierto, revisando los diferentes palos y apostando por dónde se sienten más cómodas las intérpretes. Y por supuesto la guitarrista. Y en la guajira Isabel sabe lo que quiere conseguir, y Colom sabe sacar caramelo de los tonos ¡que más quieres! Vuelve a salir Brenes y es el momento de Laudenbach que con el apoyo de sus dos compañeras en las palmas nos ofreció su falseta. Perfecta conjunción y seguridad total de tres mujeres que son algo más que compañeras de profesión. Se fue Colom y Brenes (después de comentar también sus nervios) ataca por granainas. Se pasea con gusto Laudenbach por los pliegues arabescos del estilo y baja el tono para que la voz de Brenes entre despacito, más adornos y ya la voz va a empezar a subir, sin miedo, placentera con ella mismo, hasta el grito de los que no tienen miedo a nada. Al acabar, explica Brenes que le gusta componer y querría poner sus propios pensamientos en las siguiente solea. Y una vez Laudenbach sienta el compás y queda definida la solea, empezamos a escuchar los versos de Brenes, que podrían parecer del siglo pasado (mantienen perfectamente la rima y las cadencias de la solea) pero son sus palabras, palabras de una mujer del siglo XXI que vive el flamenco clásico pero se siente mujer de ahora con sus penas y alegrías de ahora. De nuevo el grito se volvió navaja y rasgó el ambiente de la sala con una limpieza perfecta. Por un momento La Niña de los Peines se reencarnaba en esta joven. Explica Brenes, que al igual que Colom tiene un proyecto (Cayana) que hay que conocer, ella está iniciando también su proyecto (Camino), del cual forma parte el pregón por cantiñas Vengo, que nos quería ofrecer a continuación. Y nos fuimos para Cádiz con esas cantiñas, lo presentó Isabel, acercándose a la entrada clásica de las alegrías pero dándoles un color diferente para hacerlo único. Y Brenes nos fue presentando todo lo que puede vender, las cositas que siempre se han vendido en La Tacita y otras cosas más personales y actuales, muy bonito. Volvieron las tres, las dos Anas se fueron intercambiando el turno y ahora Colom y Laudenbach armadas con sendos panderos nos ofrecieron unos cantes, primero por martinetes, y cuándo entraron los panderos se fusionaron con facilidad con los cantes de trilla castellanos. ¡Que grandes! Como supieron durante todo el concierto ser clásicas en el flamenco y al mismo tiempo dejar claro unas inquietudes de investigación que les honran. Por si teníamos poco, en los bises arrancó Brenes con ese Se nos rompió el amor (que hicieron grande e inolvidable Las Hermanas de Utrera) que nos rompió el aliento de muchos. ¡Difícil lo tenía Anna Colom! Pero resolvió muy bien, siguió en esa canción bulería y después aprovechó para improvisar unas letrillas personales sobre su condición de madre y como no de amiga de sus compañeras con unas letras por garrotín. Y se fueron las dos Annas con ese meneíto tan flamenco que saben aportar. ¡Eso son tablas! + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès