Yoshida Brothers
Yoshida Brothers
Festival de Percussió de Catalunya
Barcelona, Sala Oriol Martorell. L’Auditori
29 de febrero de 2008
El shamisen es un instrumento japonés, aparentemente de cuerda, que fue introducido en el país hace unos 450 años procedente de China. Desde ese tiempo inmemorial, el instrumento ha formado parte de la tradición musical del país del sol naciente. Consta de tres cuerdas y se toca en una posición similar a la de la guitarra. Con la mano derecha se utiliza una especie de pua bastante grande, denominada bachi, parecida a una espátula de las usadas en la construcción para extender el yeso sobre las paredes. Las cuerdas, tradicionalmente, se han hecho de seda y recientemente se fabrican con nylon. Básicamente hay dos tipos, de arco fino y de arco grueso.
En la isla de Hokkaido, dos jóvenes de unos 30 años, los hermanos Yoshida han elevado este instrumento a la figura de elemento más exportable de su cultura. Los dos hermanos, Yoshida Ryoichiro y Yoshida Kenichi, empezaron a tocar el shamisen a los cinco años, han estudiado con uno de los principales maestros del país, y han ganado diferentes concursos. En 1999 debutaron con su primer disco Ibuki.
Bien elegidos, Yoshida Brothers han sido los encargados de clausurar el 3r Festival de Percusió de Catalunya, y algunos se habrán preguntado, cómo un instrumento de cuerda podía cerrar el festival de percusión. El dúo se acompañó de un sorprendente percusionista, vinculado a la modernidad japonesa y con imagen totalmente diferente a la vestimenta tradicional que lucían los hermanos. En su primera aparición, el percusionista ya obtuvo sonidos acuosos de no se sabe donde ni como, pero enganchó. Entonces, si la percusión era el acompañamiento, cómo el shamisen se convierte en instrumento de percusión. La respuesta, quizás consista en que el shamisen se toca percutiendo las cuerdas con la gran pua, a la vez que también golpea la base del instrumento, todo en un conjunto continuo. Y quizás también porque se percute con la energía y concentración que proviene del cuerpo de los dos intérpretes.
A lo largo de hora y media, los dos virtuosos se dedicaron a interpretar piezas propias y de la tradición japonesa del instrumento, con una variedad muy limitada de notas, pero con un repertorio de cambios de ritmo, e intensidades realmente sorprendentes. Cambios lentos y pausados a ritmos veloces, en plena concentración zen, sin mover las piernas, rectos sobre las sillas y sólo con el movimiento de torso y brazos, los dos virtuosos se ensalzaron en un diálogo que sólo provocó más interés, teniendo en cuenta que bajo la piel y los movimientos se estaba cocinando mucho más…Cuando los músicos pronunciaban cortas exclamaciones, para marcar el tiempo y señalar los cambios de ritmo, la fuerza con la que tocaban se transmitía a cada uno de los presentes, muchos de los cuales de rasgos nipones. Sin saber demasiado, pero como suele ser habitual en la cultura japonesa, en las tradiciones musicales, o en las de tiro con arco, o de caligrafía, por nombrar sólo una pequeña muestra, la mentalidad japonesa aúna contención y energía, como si toda la fuerza que tienen en su interior tuviese que ser sujetada para evitar el vendaval. Así parece ser también con el shamisen. Los hermanos Yoshida tocaron el instrumento con energía, dulzura y quizás, rompiendo los estereotipos, se aproximaban a la forma de tocar de los guitarristas de flamenco, algo que los enloquece. Vale la pena señalar que el dúo tiene una canción que compusieron con el nombre de Barcelona después de haber tocado en la ciudad en 2006.
El Festival de Percusión pone así un broche de oro a una edición que ha dejado el listón muy alto y nos ha dado la oportunidad de disfrutar de músicas diferentes, fuera de lo corriente y plenas de emociones universales. // Antonio Álvarez