XXV Festival Womad Cáceres 2016
XXV Festival Womad Cáceres 2016
Del 5 al 8 de Mayo 2016.
Nueva aventura musical en Womad Cáceres. Que este festival es uno de nuestros eventos fetiches no es un secreto. Le tenemos un cariño especial. Tiene algo mágico, distinto… que nos hace tenerlo marcado en el calendario como fecha ineludible.
Un año más nuestro periplo para desplazarnos hasta la localidad extremeña comenzaba bien temprano el viernes, tras los preparativos de días anteriores, tratando así de no llegar demasiado tarde este primer gran día de conciertos. El camino estuvo pasado por agua a ratos. Llovía poco, a intervalos, pero esto nos hizo temer lo peor y que la predicción del tiempo acertara, como otras tantas veces, y esta edición estuviera condicionada por la lluvia. Al llegar lo primero que nos recibió fue algo que ya casi también teníamos olvidado de años anteriores. El frío. Las ediciones pasadas habían sido más cálidas y las habíamos podido disfrutar con ropas de verano. Vamos al hostal, soltamos los macutos y nos fuimos a por las acreditaciones. Aquí quiero dar las gracias a la organización de Womad Cáceres y en especial a Toñy por su buen hacer. El trato en todo momento ha sido correctísimo (como no cabe esperar otra cosa, aunque, evidentemente, eso es de agradecer. Y es así año tras año). Sin mucho tiempo para despistarnos, llega el momento de ponerse manos a la obra, toca currar, que es a lo que hemos venido. Los primeros en salir a escena fueron los japoneses Osaka Monaurail, con un funky muy bailable y en el que la sección de vientos juega un papel muy importante. Esas dos trompetas y saxo tenor dan un tremendo juego. Tras un par de temas instrumentales salió el vocalista Ryo Nakata, un tremendo animal de escenario. Subió las revoluciones del público gracias a sus increíbles bailes, que contagiaron de entusiasmo al abundantísimo gentío que ya a esta hora abarrotaba la Plaza Mayor. Como de funk se trata y como era de prever, hicieron referencia a grandes del género y hasta se marcaron una versión muy sui generis del gran clásicazo de James Brown Get Up (I Feel Like Being a) Sexmachine. Sabrosura en estado puro. Gran comienzo de festival. Esto promete. Y sin tiempo de terminar de ver la actuación de estos genios del funk, nos trasladamos al escenario de la Plaza San Jorge, donde haría su aparición Niño de Elche y su ecléctica manera de entender la música, ya que lo suyo es casi incatalogable. Al menos una cosa sí tenemos clara: experimentación. De hecho, lo que primero notamos en el público allí congregado era un aire de expectación, de preguntarse a ver qué va a pasar, qué vamos a ver, qué experiencia vamos a vivir. Y no es para menos. Esta expectación se palpó también en ciertos momentos iniciales de su actuación pues parte de los asistentes tuvieron que pedir silencio a quienes charlaban tranquilamente sin prestar demasiada atención a lo que estaba sucediendo encima del escenario. Y es que el comienzo del concierto nos pareció sublime. Libro en mano, salió Francisco Contreras junto con su guitarrista y declamó unos poemas de Enrique Falcón y su Porción del enemigo, mientras Raul Cantizano rasgaba las cuerdas de su guitarra. Lo que comentábamos… experimentación. Tres temas se marcaron de esta guisa, hasta que salió la banda al completo, para redondear el espectáculo. Y resulta que lo que vemos no es flamenco. No es pop. No es rock. No es nada de eso y es todo eso a la vez. Y seguimos disfrutando de algo distinto. Canta Niño de Elche acercándose y alejándose del micrófono, dejando oír sólo algunos fragmentos de sus palabras. Y suena la esperada por todos El Comunista, tema de su último disco Voces del extremo y que quizás haya sido el que ha catapultado a este hombre a ser uno de los artistas más requeridos por la escena indie de este país. Cualquier festival que se precie este año ha de contar con Niño de Elche si quiere estar a la vanguardia musical y no ser menos. Raul Cantizano cambia la guitarra eléctrica por la española mientras Niño de Elche perturba la conciencia de los presentes con sus comentarios, alegrándose de que después de 25 años de Womad todavía queden esquizofrénicos en la Organización como para que los inviten a tocar. ¡A ellos! Y se gana al respetable aludiendo que le encanta Cáceres y que le hubiera gustado nacer aquí. Por supuesto, ovación cerrada. Y sigue haciendo concesiones de cara a la galería expresando lo inteligente que es el público porque le aplaude. Usted sí que es inteligente. Inteligente y mordaz. Y se lo agradecemos. Estamos rodeados de demasiada mediocridad. Y como ocurre con todos los conciertos en este festival, no lo podemos terminar de ver porque nos tenemos que trasladar hasta el otro escenario para estar puntuales al comienzo de la siguiente actuación ya que en principio solo disponemos de las tres primeras canciones para realizar nuestra labor fotográfica (aunque luego nos dan manga ancha y nos dejan trabajar a gusto), así es que nos trasladamos mientras vamos calibrando como está el ambiente ya a estas horas. Llegamos al escenario de la Plaza Mayor, donde en esos momentos se estaba leyendo el Manifiesto Womad. Y la siguiente en salir era Ester Rada. Sin percatarnos nosotros del revuelo que se creó a raíz de esta actuación por la “supuesta” adhesión ideológica de Rada al sionismo de Israel, de donde ella procede, allí nos fuimos a disfrutar de su música. Como sucede en muchas ocasiones, primero salió la banda, hizo un instrumental para ir calentando al personal, y después salió Ester, muy elegantemente vestida, con un abrigo tres cuartos y sombrero, suponemos que también influenciada por la gélida temperatura. Sus primeras palabras fueron en español: “Buenas noches Cáceres”, a lo que los congregados frente al escenario respondieron con vítores y aplausos. Y ya metidos en su música nos deleitamos con esos vientos que suenan a Etiopía, y con esa voz que también nos recuerda esas sonoridades tan particulares de este país africano. No en vano, ella es israelí aunque de ascendencia etíope. Como la temperatura (musical) iba in crescendo, Rada se deshace de su tres cuartos. Nos quedamos sorprendidos con la calidad del batería, corroborada 3 ó 4 canciones después con el solo que se marca. Realmente espectacular. Y así va interpretando Rada las canciones de su disco de debut homónimo. Momento sublime es cuando tocan la esperada por todos y gran hit de la cantante, ese Life happens que la verdad es que nos tiene locos porque nos encanta. Preciosa sonó en directo. Y sin tiempo para más, nos marchamos al escenario de la Plaza San Jorge para disfrutar del concierto de 47Soul, un grupo con componentes de Palestina, Jordania y Siria y que sirvió para cerrar este escenario en esta primera noche. Y la verdad que como cierre no estuvo nada mal. 47Soul son muy potentes, con una interesantísima mezcla de sus músicas tradicionales (Shamstep, Electro Dabke y Chobi) con electrónica a base de sintetizadores analógicos, lo que le proporciona un sonido añejo pero tremendamente efectivo que provocó que desde la primera nota el público disfrutara de lo lindo. 47Soul se mostraron muy reivindicativos durante toda su actuación, y es que, viniendo de donde vienen sus componentes, no podían faltar las referencias a los distintos conflictos armados existentes hoy en día y a todos esos pueblos oprimidos. “Libertad para los pueblos” repetían una y otra vez, como lema, entre canción y canción, sabedores de la repercusión que les da estar encima de un escenario Womad. Y el público totalmente entregado, tanto por la música, como por el mensaje. Incluso había un grupúsculo entre los asistentes que también lanzaban cánticos a favor del Sáhara y que consiguieron que los propios 47Soul hicieran suyas estas consignas. Y para terminar la noche y cerrar esta primera jornada en el escenario principal le tocó el turno al argelino Rachid Taha, un músico con una amplia trayectoria y que era muy esperado en esta edición 25 de Womad Cáceres. De hecho, desde la misma aparición de Rachid el público ya reaccionó con pasión, bailando, cantando, disfrutando. Y la locura se desató cuando tocaron los temas más conocidos de su repertorio: Barra Barra, Ya Rayah y esa increíble versión que hacen del famoso tema de The Clash, el Rock el Casbah. Y como colofón a esta perfecta jornada inaugural, el tiempo acompañó y no llovió.
La segunda jornada de Womad Cáceres, la del sábado, y tras nuestro merecido descanso, comenzó con la peor previsión meteorológica posible. Lluvia. Pero esto no hizo que nos amedrentáramos y allá que nos fuimos a la Plaza Mayor, abarrotada de gente, paraguas en mano e impermeables para guarecerse del agua que estaba cayendo, no con intensidad, pero sí con constancia. De hecho, no paró en toda la velada. La primera en aparecer fue María López Tristancho, conocida artísticamente como Argentina, una paisana mía, de Huelva, para cautivarnos con su increíble arte y su buen hacer flamenco. Fandangos, bulerías, alegrías y unos cuantos palos más cantados magistralmente por esta artista que está conquistando al público dentro y fuera de nuestras fronteras. Se hicieron notar los espectadores procedentes de esta maravillosa tierra del sur de España, que en todo momento no dejaron de jalear a la cantaora, de tocar palmas por Huelva (una forma peculiar de llevar el compás con las palmas) y de disfrutar con este espectáculo. Mencionar el fabuloso elenco con el que se rodeó Argentina, dos guitarras, cajón y dos palmeros, uno de los cuales tenía una energía desbordante que contagiaba tanto a sus compañeros de escenario como al público, que lo agradecía y además disfrutaba también con su buen sentido del humor. Ahora que la lluvia ya condicionaba por completo el desarrollo del festival, la organización decidió que todos los conciertos se realizaran en el escenario de la Plaza Mayor, puesto que de los dos grandes, es el único que está cubierto. Al menos una buena noticia nos traía este orvallo que caía, aunque a veces apretaba y dejaba de ser sirimiri para convertirse casi en chaparrón. Después del flamenco intenso de Argentina se presentaba la caboverdiana Lura, que salió a escena con un vestido veraniego sin que pareciera importarle mucho el mal día que hacía, y es que ella estaba segura de que iba a hacer subir la temperatura del evento con las increíbles melodías de su país natal: la morna, el funaná y el batuque. Y es que esta música tradicional es tremendamente bailable, disfrutable al máximo, como dio buena cuenta de ello el mucho público que a pesar de la lluvia allí seguía. Lura también es una cantante comprometida y eso lo dejó ver en las muchas canciones que le dedicó a las mujeres, a los esclavos e incluso marcándose una versión de una canción de Cesárea Evora. Y el punto culmen de su actuación llegó con ese tema que interpretó dedicado a las mujeres guerreras y en el que se marcó un tremendo baile, sabroso. Y sí, acertó. Lura subió la temperatura del ambiente, estaba en lo cierto, sabía que lo conseguiría. Y lo hizo. Grandioso espectáculo musical el que nos ofreció, haciéndonos disfrutar con las canciones de su último trabajo discográfico titulado Herança. Y sin tiempo casi para reponernos subió al escenario, en un cambio de orden de las actuaciones, otra mujer potente, que, sola ante el peligro, se marcó otro increíble concierto. Mercedes Peón. Desde el primer momento ya dejó notar que estaba involucrada al máximo con su directo. De hecho, ella mismo ayudó a montar todo su equipo y para no “enfriar” el ambiente tras el conciertazo que ofreció Lura, quiso empezar lo antes posible, incluso cambiándose de vestuario encima del escenario, pasando del chubasquero que llevaba puesto a una chaqueta que le sacaron colgada en una percha y que allí mismo se enfundó. Mercedes, que procede de Galicia, reivindicaba sus raíces desde el minuto uno, hablando en gallego y dejando claro que las lenguas están para usarlas. En esta ocasión, como digo, salió sola, sin hacerse acompañar por la banda con la que la hemos visto en pasadas ocasiones en escenarios de otros importantes festivales. Pero como Mercedes puede con todo, nos ofreció un concierto absolutamente sublime. Es un torbellino musical encima de las tablas. Toca percusiones, la gaita y canta, mezclando las tradiciones de su Galicia natal con las melodías más modernas, con la electrónica, utilizando loops y samplers que va soltando magistralmente. Y además es reivindicativa, sobre todo con la mujer. De hecho, ya en su primer tema que interpretó, Derorán, deja claro que desnudarse o vestirse es un problema de patriarcado. Y va subiendo la intensidad de la actuación, entusiasmando a los presentes. Tras finalizar otro de los temas acabó literalmente exhausta, resoplando y sonriendo por el esfuerzo. Y después tocó una lenta. Y dice no ubicarse, porque no sabe si seguir lento o rápido, a lo que el público respondió, evidentemente, “rápido”, puesto que la gente tenía ganas de juerga, de bailar y así olvidarse de la lluvia. Dicho y hecho. La siguiente canción fue rápida y la gente se puso a botar. Luego, para ella poder descansar un poco, antes de la siguiente canción recitó la letra de ésta, que es de Agustín García y a la que ella le ha puesto la música. Y seguidamente nos sorprende cantando una canción al enfado, canción que nada más empezar tuvo que parar porque dijo que no estaba en el tono, porque no estaba enfadada. ¡Brutal!. Y terminó el concierto de manera más relajada dedicándole una canción a la naturaleza. Un maravilloso espectáculo que nos regaló la grandísima Mercedes Peón. Apuesta segura si se la cruzan en la programación de cualquier festival o sala. No lo duden, acertarán seguro. Y tras una breve pausa para montar los nuevos instrumentos le tocó el turno, ahora sí, a Orange Blossom, con su mezcla de ritmos africanos, de Europa del Este y bases electrónicas aderezadas con rock. Una auténtica pasada de directo, que hizo enloquecer a los asistentes, alguno de los cuales estaban ya esperando la aparición de Asian Dub Foundation, pero que tuvieron que rendirse ante la apisonadora sonora que son estos chicos de Francia y Egipto. Mención especial merecen el violinista y líder de la banda, PJ Chabot, que parece que va a interpretar música clásica con su violín, pero que deja a todos boquiabiertos cuando empieza su descarga musical, adornada por grandes saltos y su manera de tocar al más puro estilo de un rockero setentero; y la cantante Hend Elwary, nueva voz en la banda con la difícil tarea de sustituir a la espectacular Leïla Bounous, y que lo hace a las mil maravillas. Orange Blossom fue deshojando los temas de su último larga duración, Under the shade of violets, de 2014, al tiempo que iban intercalando sus canciones más conocidas, grandes éxitos para un servidor, como Cheft El Khof, Habibi o Maldito. Apoteósico. La verdad es que esta edición número 25 de Womad Cáceres en lo musical ha estado insuperable. Y para cerrar el festival llegaron los aclamadísimos y esperadísimos Asian Dub Foundation, con toda su energía y su cañonazo musical a base de beats mezclados con sonoridades indias, hip hop y potentes riffs de rock. Y qué decir de una banda absolutamente consolidada y que triunfa allá donde va. Por supuesto todo el mundo que se quedó hasta el final, a pesar de la lluvia, del cansancio de dos días intensos de conciertos y de lo tarde que era, no quedó defraudada y pudimos comprobar porqué Asian Dub Foundation fue uno de los grupos que más se solicitó por parte del público para que estuvieran en esta edición del festival cacereño. Flyover, Fortress Europe, Zigzag Nation y un sinfín de trallazos reventaron al numeroso público congregado haciendo que aquello fuera un hervidero. Grandes, muy grandes Asian Dub Foundation. Y magistral Ghetto Priest recogiendo con su mano el aroma que se respiraba en el magnífico ambiente que habían creado, y lo olía, y lo saboreaba… como nosotros saboreamos de principio a fin un Womad Cáceres que se nos quedará en la mente y en la retina por mucho tiempo… Grandioso. Inigualable.
Texto & Fotografía: Alejandro López García & Nereida Rubio Gómez . + info | Relacionados | Alejandro López García – La Vuelta al Mundo en 80 Músicas