XIII Festival Med, Loulé -Portugal-
XIII Festival Med 2016
Loulé -Portugal-. 30 de Junio y 1 y 2 de Julio
Qué con tan solo trece ediciones el Festival Med se haya hecho un hueco entre los mejores festivales de músicas del mundo en Europa dice mucho de por donde discurre el devenir de este evento que, año tras año, se supera a sí mismo. Si quieren saber más de esta pasada edición, pasen… y lean!
Tres días cargados de maravillosas músicas es lo que nos ha deparado nuevamente el Festival Med, en el que hemos disfrutado muchísimo con su programación y con otros detalles que hacen de este festival un evento único al que acudir año tras año. El jueves comenzamos bien temprano con la cantante Dona Onete desde Brasil en el Escenario Cerca. Nos llamó la atención que hubiera sillas dispuestas delante de este escenario, teniendo en cuenta que más tarde pasarían por allí propuestas en principio más movidas que la de Onete, por lo que las sillas podrían suponer un obstáculo para los más danzarines. Y, aunque Onete, por su edad, dió el concierto sentada, la verdad es que su música es pura dinamita. Si pensábamos que las sillas estorbarían en los directos posteriores, nos equivocamos, puesto que ya en éste dilucidamos que estaban de más. Muy buena manera de empezar el festival bailando a ritmo de carimbó. ¡Qué poderío de mujer, qué voz! Nos dejó anonadados, sin palabras, lo que nos hizo presagiar que íbamos a vivir un Med excepcional. Seguidamente nos fuimos a ver al fadista Antònio Zambujo. Y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos percatamos que el concierto se retrasaba… porque estaba en ese momento la Selección de fútbol de Portugal jugándose el pase a semifinales de la Eurocopa ante Polonia… y el partido se alargó puesto que hubo prórroga, con lo cual muchísima gente estaba especialmente interesada e inmersa en el deporte rey. Como el partido fue a penaltis, acertadamente Antònio y la Organización decidieron comenzar el concierto, puesto que si no hubieran retrasado mucho todo el evento en el escenario principal. De todas maneras, para los más futboleros, tanto el público como el propio Zambujo se encargaron de ir narrando los pormenores de la tanda de lanzamientos desde los once metros, hasta que ganó Portugal y se desató la euforia. Ahí Zambujo dijo: «Estamos en semifinales». Y todos contentos. Pero para nosotros el espectáculo estaba sobre las tablas, con un Antònio que hace una música especial, ya que a su fado tradicional él le añade otras sonoridades que lo engrandecen sobremanera, que le atribuyen ese espíritu de música eterna, que nos envuelve y engancha desde la primera nota. Que el fado me encanta no es un misterio, pero esto trasciende cualquier calificativo. Porque tiene la esencia del fado clásico, auténtico (como dirían los puristas) pero aderezado con modernidad. Sublime. Y sin perder un segundo nos trasladamos hasta el tercer gran escenario, el del Castelo, para descubrir el sonido de un grupo de músicos clásicos de San Petersburgo que interpretan músicas tradicionales de su país natal, Rusia, pero llevándolo no solo a nuestros tiempos, sino incluso más allá. Lo primero que se le viene a la cabeza a uno es que siendo un grupo ruso no puede faltar la balalaika (ese laúd de tres cuerdas metálicas y de dimensiones normalmente enormes). Pero hasta en eso son originales los Otava Yo, puesto que, a pesar de que la balalaika sea quizás el instrumento más popular del país y de que ellos hacen músicas de raíz tradicional, prescinden de él. El concierto fue una auténtica fiesta. Y de ahí nuevamente al Palco Cerca para ver ahora a Moh! Kouyaté desde Guinea Conakry. Para este concierto ya habían retirado las sillas de plástico colocadas para la actuación de Dona Onete. Un acierto, puesto que no entendemos conciertos en este tipo de eventos con la mayor parte del espacio disponible ocupado por asientos. Y es que Kouyaté no iba a ser menos y nos iba a dejar un respiro puesto que vino al Med con la sana intención de hacernos bailar con su propuesta de música mandinga, a la que le ha añadido con una maestría digna del apellido que lleva, ritmos como el blues, el rock, el soul y hasta tintes de jazz. Acompañado de una gran banda interpretó temas de su único trabajo discográfico hasta la fecha, su Luondo, con esa preciosa T’en va pas, ça va pas! que caló entre el público. Y todavía la noche del jueves nos traería más ritmos del mundo, y quizás uno de los mejores conciertos de esta edición del Med. En el escenario principal le tocó el turno a Shantel, que se hacía acompañar esta vez por su magnífica banda, la Bucovina Club Orkestar. El alemán sabía cómo se tenía que ganar al respetable y lo ejecutó a las mil maravillas puesto que fue desgranando uno tras otro todos los éxitos que le han encumbrado como uno de los mejores músicos de Balkan, aunque en su amplia discografía tengan cabida también muchos otros estilos. Disko Boy, Planet Paprika, Disko Partizani, Viva Diaspora, Disko Devil y un largo etcétera de hits que bailamos efusivamente. Con algo de cansancio acumulado por todo lo vivido y bailado, nos fuimos a ver a Mbongwana Star, el nuevo proyecto de Coco Ngambali y Théo Ntsituvuidi, dos antiguos componentes de Staff Benda Bilili. Con un solo disco editado el público disfrutó con las canciones de su lp From Kinshasa, en el que revisitan las canciones de su Congo natal con influencias electrónicas y ciertas pinceladas punk, aunque con su música no llegan a las cotas alcanzadas por su anterior banda, pues el sonido es muy parecido al de su antecesor pero le falta contundencia. Yo esperaba un poco más. Y para rematar esta primera noche cerró en el Escenario Castelo la portuguesa Raquel Bulha a los platos. El principio de su sesión fue una suerte de resumen del festival, en el que iba intercalando canciones de los grupos que tocaban en esta edición, las más marchosasa, a modo de homenaje o simplemente para apostar sobre seguro. Después se desvió un poco de esta temática e hizo un recorrido por los distintos sonidos globales de hoy y de ayer, hasta llegar al gran Ramiro Mussoto y su tema Botellero. Aunque antiguo, para mí fue una grata sorpresa recordar esta canción, algo que me encantó.
El segundo día, el viernes, comenzó con la portuguesa Aldina Duarte en el Escenario Cerca, que contaba otra vez con sillas dispuestas en la platea, por lo que supimos que los primeros conciertos celebrados en este escenario, al ser más tranquilos, contarían con esta configuración. Aquí sí acertaron ya que el público asistente a este concierto era mayoritariamente adulto, y el espectáculo en sí bastante sosegado, en el que destacaban las canciones con sentimiento. Una forma muy relajada de comenzar la jornada. Nos trasladamos al Escenario Castelo para ver a Marafona, otra banda local que interpretan música portuguesa pero fuera de los convencionalismos que se pueden suponer. Rock, jazz y otros lugares musicales destacan en sus composiciones. La música de Marafona suena alegre, divertida, y así fue su concierto, bastante animado. Además, ayudó el hecho de que muchos niños pequeños estuvieran danzando delante del escenario, suponemos que también por lo temprano de su actuación, lo que le proporcionó un carácter bastante lúdico a su representación. Después llegó uno de los platos fuertes del viernes. Desde Chile aterrizaba en el Med Ana Tijoux y su «canción-protesta». Aunque de padres chilenos ella nació en Francia ya que se tuvieron que exiliar tras el golpe de estado. Y eso se refleja en su actitud: contestataria, rebelde, inconformista. Y lo demostró desde el primer momento que pisó el escenario. Apareció vestida con ropa deportiva y luciendo un tatuaje en su mano derecha con el número 1977, año de su nacimiento y título de una de sus canciones, una especie de rap autobiográfico, un estilo que es baza importante en su repertorio. Aunque en su directo también hubo cabida para temas más melancólicos, como ese Calaveritas, su último ep lanzado, y que es un vals triste y nostálgico dedicado a las personas que ya no están entre nosotros. Pero pronto volvió a su rabia y con megáfono en mano continuó soltando verdades como puños, como con la excepcional canción titulada Antipatriarca, cuya letra debería aprenderse a fuego esta sociedad en la que vivimos. Gran espectáculo el que ofreció Ana Tijoux. Después de esta descarga nos dirigimos al Palco Bica, un escenario más pequeño, más acogedor y con un encanto especial. Allí estaba tocando Zawaia Band, tercera banda portuguesa que veíamos en la noche, y es que esta edición del Med estaba cargada de grupos de Portugal. Bravo por el festival que le da la importancia que merecen a los grupos locales. Así es como se crea escuela, una base sólida que no tarda en dar sus frutos. La propuesta de Zawaia Band nos permitió tomarnos un pequeño respiro, ya que el reggae que nos ofrecían nos llamaba al relax, a dejarnos seducir por los ritmos jamaiquinos mientras descansábamos cuerpo y mente. Y reponiendo fuerzas estábamos con nuestros víveres mientras paseábamos entre el numeroso público por las adoquinadas calles del Centro Histórico de Loulé cuando pasamos junto al escenario Castelo y cuál fue nuestra sorpresa al escuchar lo que allí estaba sonando, algo que a la postre ha sido la gran revelación del festival para nosotros, sin duda alguna. Y eso que lo descubrimos de casualidad, puesto que evidentemente no puedes estar en todos los escenarios a la vez, no podemos abarcar todas las propuestas que nos brinda este fabuloso festival. También de Portugal estaban en ese momento tocando los componentes de Fandango, grupo recién creado pero con músicos altamente experimentados: Gabriel Gomes y Luis Varatojo, que venían de tocar en importantísimas bandas portuguesas como Madredeus o Setima Legião (Gabriel) y Peste & Sida o A Naifa (Luis). Con semejantes mimbres solo podía salir algo que nos dejara boquiabiertos. Y efectivamente, eso fue lo que sucedió. Fue un descubrimiento espectacular. La música de Fandango es una mezcla entre Bajofondo y Rodrigo Leão. Osea, palabras mayores. Lo suyo está basado en la mezcla de música electrónica (con sintetizadores Moog, programaciones y loops) con instrumentos típicos portugueses, como el acordeón y la guitarra portuguesa. A este espectáculo musical se le añade además una pantalla gigante con videocreaciones y videoarte, ampliando el concepto sonoro y llevándolo a dimensiones superiores. Una auténtica maravilla de directo, una gozada lo que disfrutamos. Un nuevo descubrimiento que llenará (de hecho ya lo está haciendo) de satisfacción nuestros momentos musicales en casa. ¡Discazo!. Lo siguiente que vimos esa noche fue un rato de otro concierto de reggae, esta vez en el Palco principal, el Matriz, donde Danakil cerraba este escenario por hoy. Su música, más poderosa que la del otro concierto de reggae que vimos con anterioridad, no obstante esta banda tiene una sección rítmica abrumadora y una excelente sección de vientos (por cierto, ¡que me gustan unos vientos bien tocados!), nos transportó desde Jamaica a Etiopía, pasando, como no podía ser de otra manera, por Francia, puesto que Balik, su cantante y compositor, canta sus letras en su idioma materno. Y nos deleitaron con unos cuantos éxitos de su discografía. Tras esto nos trasladamos musicalmente a Brasil, pero para escuchar una música «poco común» si pensamos en este gran país. Aunque Brasil tiene muchos estilos musicales, son pocos los artistas de rap que conocemos de esas latitudes. Y en esto Emicida nos puso las pilas, y nos marcó el camino que hemos de seguir para indagar más en esta especie de buena nueva musical. Emicida se ha convertido en el «homicida de los prejuicios», puesto que en su música destaca por encima de todo las letras contra el racismo, algo que urge en este país sudamericano. Y para despedirnos por hoy terminamos viendo un rato de la actuación del dj Chico Correa, también proveniente de Brasil. Su sesión transitó entre ritmos afrobrasileños, algo que gustó bastante a los muchos que todavía teníamos fuerzas para seguir. Aunque nosotros duramos solo un poco más.
Y en la última jornada del Med, la del sábado, nos dimos un atracón de música, viendo cinco de los seis grupos de los escenarios Matriz y Cerca. Blick Bassy abrió la noche en el Cerca, mientras nosotros montábamos guardia en el Matriz, pues estaban por empezar Tinariwen desde Malí. Y la expectación era alta, puesto que repetían en este Festival y por aquí ya se sabía cómo se las gastan estos malienses en el escenario. Su rock touareg, con esas guitarras del desierto, conquistaron al numeroso público que ya tan temprano se agolpaba en el palco principal. Parecía como si el mismísimo Jimi Hendrix se hubiera puesto un turbante y hubiera subido al escenario a rasgar magistralmente su guitarra. Tinariwen regresaban al Med para presentar en esta ocasión su último trabajo discográfico, de 2014, titulado Emmaar, a lo que le añadieron las grandes canciones de sus otros albumes: Amassakoul, Aman Iman, Imidiwan, y Tassili. Con su sonido arrebatador e hipnótico nos fuimos a por el siguiente concierto, otro de los pelotazos del festival. Y es que en este día coincidían muy buenos directos. Les tocó el turno ahora a Sonido Gallo Negro, desde México. Y nos recordó indefectiblemente al gran concierto de la edición pasada, el de Cumbia All Stars. Con muchas diferencias entre uno y otro, por supuesto, pero con el mismo concepto. ¡Chica y cumbia para no parar de bailar! Salieron al escenario los nueve miembros de esta banda ataviados con unas máscaras y unas túnicas y comenzaron su espectáculo bastante fuerte. Su mezcla de cumbia y psicodelia hacen de este grupo una gozada en directo, puesto que es un sonido te transporta a paisajes de ensoñación, a la vez que te crea un estado de euforia. Interpretaron canciones de sus tres discos publicados, todas instrumentales, que, aunque llevan voz, ésta es solo para animar al personal, puesto que no cantan. Curioso. En la cuarta canción se despojan de las máscaras y ya podemos ver sus rostros. Además, también se quitan las túnicas y dejan ver una camiseta que llevan todos puesta con un dibujo de un esqueleto. Fuimos a preguntar por dicha camiseta al puesto de merchandising y cuál fue nuestra sorpresa que a la muchacha encargada del mismo le había dado una lipotimia, suponemos que por el calor que en esta jornada había hecho su aparición, después de dos noches bastante fresquitas. Nuestro siguiente concierto por ver era otro de los esperados del festival. Desde Bosnia-Herzegovina aparecieron Dubioza Kolektiv, quienes prometía poner patas arriba el Med. Y a buen seguro que lo consiguieron. Su directo fue arrollador, portentoso, demoledor. Antes de empezar, una locución iba deletreando por los altavoces su nombre mientras el público lo iba repitiendo, como en una llamada a la juerga, al desenfreno. Con su ya mítica equipación, amarillo y negro, al más puro estilo de equipo de fútbol, aparecieron en el escenario, con una intro que nos iba poniendo en situación. Este grupo nos recuerda también un poco a los grandísimos Balkan Beat Box, sobre todo por el saxofón, pero saben bien como diferenciarse, y lo hacen a base de contundencia sonora. Con sus dos cantantes a la cabeza, tocaron un repertorio que no daba respiro a nadie, pues sonaron sus míticas No Escape (From Balkan), Kazu, Usa, Marijuana y un sinfín de tremendos temazos. Momentos álgidos fueron cuando subieron a un niño pequeño, de unos 10 años, al escenario a bailar y dar saltos con ellos, y cuando uno de los cantantes, como devolviendo el favor del público, se tiró a ellos y fue llevado en volandas durante un rato, al tiempo que por supuesto no dejaba de cantar. Grandiosos Dubioza Kolektiv. También nos llamó mucho la atención un miembro del grupo que estaba a un lado del escenario, casi fuera de él, y que tenía encima de un atril una especie de tablet con la que parecía que iba soltando sonidos o algo parecido gracias a un puntero. Y todavía con el ritmo metido en el cuerpo nos trasladamos nuevamente al escenario Cerca para ver el último concierto de este escenario en esta edición. El grupo Alo Wala, un combo formado por Shivani Ahlowalia, una cantante estadounidense de origen Indio, y la dupla de productores Copia Doble Systema (Copyflex y Julius Sylvest) procedentes de Dinamarca. Su música, una manifestación palpable de la globalización en su más sonora acepción, es una mezcla de todo lo que han ido recopilando en sus vidas. Viajes, culturas, vivencias… todo ello se refleja en sus letras y en sus ritmos, a caballo entre la electrónica más contundente, la global bass, y las armonías de los cuatro puntos cardinales. Hubo quienes entre el público no entendieron esta propuesta musical y no les gustó el espectáculo, poco trabajado musicalmente y que no hacía bailar a la gente, cometido que todo grupo a esa hora debería asegurar, puesto que lo que se estaba viendo y escuchando no era un concierto para estar dando saltos, pudimos oír, aunque la gente si estaba bailando. De hecho, el grupo tenía tras de sí en el escenario tres plataformas a distintas alturas en las que el bailarín hacía sus piruetas, y que fueron utilizadas por tres personas del público elegidas para danzar al ritmo de sus músicas. Y nos trasladamos por última vez al escenario principal donde en la jornada del sábado tenía lugar la actuación del dj que cerraba el festival. En este caso también de Portugal tuvo el honor y privilegio de poner el broche de oro al Med Rocky Marsiano, que presentaba su Meu Kamba en vivo. El espectáculo comenzó con el dj arropado por un grupo con guitarra, acordeón, percusión electrónica tipo roland y cantante, además de otro dj que iba haciendo scratchs. También nos dejó un poco fríos este momento, pues el grupo transmitía muy poco, mientras que parecía que iban simplemente tocando encima de lo que les soltaba Rocky Marsiano desde los platos. En un momento de esta vertiente en la actuación de Rocky invitaron a un Dino, un cantante amigo del dj que se marcó un rola y que poco más aportó también. Pero todo mejoró cuando el conjunto abandonó el escenario y quedó solo Rocky Marsiano para marcarse una sesión al uso y que sirvió de despedida final del festival, despedida que se marcó con el One Love del inmortal Bob Marley. Y este año si aguantamos hasta la última nota del último músico. Objetivo cumplido. Ya estamos deseando vivir el Festival Med 2017. TEXTO & FOTOS: Alejandro López García & Nereida Rubio Gómez. + info | Relacionados | Alejandro López García & Nereida Rubio Gómez – La vuelta al Mundo en 80