Vinicio Capossela

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24º Guitar Festival BCN

Luz de Gas, Barcelona.6 de febrero de 2013

Cuando hace apenas unos pocos meses que Vinicio Capossela presentaba su disco Marinai, profeti e balene (Warner Music, 2011), ahora comienza el año haciendo lo propio con Rebetiko Gymnastas (Warner Music, 2012). Con la sala Luz de Gas llena a rebosar, arropado por una banda de siete músicos italo-griegos y con una barba tan frondosa como la de Loulogio, Capossela nos introdujo en los ancestrales lenguajes del rebetiko, género nacido en las tierras salónicas en los años ’30 del pasado siglo. Para ello se valió de una puesta en escena más sobria que sus anteriores espectáculos, menos teatral si cabe, pero de aires tan bohemios y portuarios como aquéllos. Un cargado ambiente humeante, entre cabaretero y tabernario, fue el marco idóneo para su particular pastiche de estilos. Predominando los arreglos helénicos –siendo de hecho el verdadero protagonista de la noche el magnífico Manolis Pappos, con brillantes momentos para el lucimiento instrumental y solista–, Capossela se prestó juguetón y macarrilla, abundando los disfraces y gadgets (sombreros, boinas caladas, sillas de mimbre, máscaras báquicas, etcétera), mientras intercalaba divertidas sentencias en italiano, griego, catalán y castellano: “Un hombre sin bigote es tan raro como una mujer con bigote”, “Todos aquellos que serán presidentes morirán”, “Una pena no es una pena si no la canta Chavela Vargas” (a quien por cierto homenajeó –una “profanación”, como la denominó el mismo Capossela– con un bolero traducido a su idioma).

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Vinicio CaposselaEntre los músicos sumaban muchas cuerdas, dado que la velada estaba pensada como anticipo del citado festival: laúdes, contrabajo, guitarras (eléctrica y acústica) y, por supuesto, bouzoukis, que salpicaron de musicalidad griega tanto el cancionero propio –reciclaron títulos como los de Signora Luna, Scivola vai via, Marajà, Con una rosa…– como ajeno. Al respecto, Pappos aprovechó para colar varias piezas de su autoría, además de sendos guiños al tema de Amarcord de Nino Rota a lo largo de todo el concierto. La referencia no era nada gratuita, pues el repertorio escogido versaba preferentemente sobre la nostalgia y la saudade, sin perder por ello su contagioso sentido del humor. Claro que no todo iba a ser melancolía trasnochada, por lo que Capossela centró las canciones de arrime en el ecuador del concierto, flanqueadas por dos bloques de ritmillos balcánicos y melodías pegadizas, aderezadas con percusiones, acordeones y un recurrente organillo de cabra funámbula. Estos chisporroteantes instantes de pachanguerismo circense se mezclaban con revisiones mestizas de blues, jazz, mambo, cha-cha-chá, ragtime, rumba, rebetiko y músicas fronterizas (de esas que silbarían los vientos del desierto americano). Pero Capossela podía sorprender de repente descolgándose con el clásico Bésame Mucho (fusionado con Che cossè l’amor) o con ese apoteósico fin de fiesta pagana que fue la tarantella de Il ballo di San Vito que cerró el bis y en la que sólo faltó invitar a la audiencia a una cópula masiva entre luces estroboscópicas y guitarras distorsionadas y cencerros.

Si bien abrió la velada con el resobado Misirlou –que popularizó Quentin Tarantino en Pulp Fiction (1994), en la versión de Dick Dale & Del-Tones–, Capossela y los suyos podrían muy bien haber acabado cantando La Macarena en griego y hasta eso hubiera sonado acorde con el tono del conjunto. No en vano, Capossela está llamado a ser un aventajado discípulo mediterráneo del Tom Waits de la época de Island Records –ya saben: Swordfishtrombones (1983), Rain Dogs (1985), Franks Wild Years (1987)…–, hasta el punto de hacerse con los servicios de Marc Ribot en los discos Canzoni a manovella (2000) y Ovunque proteggi (2006), ambos editados por Warner Music.

Jaleado por los numerosos paisanos que había entre los asistentes, que coreaban los estribillos con entregada complicidad, en el concierto de Capossela se echaron de menos las jarras de sangría y las botas de vino compartidas de mano en mano. Una bellísima imagen resumiría la jornada: la de una hermosa joven trenzándose y destrenzándose distraídamente una coleta sobre el hombro durante la velada, dejándose llevar por los dionisíacos estímulos que profería un maestro de ceremonias como Vinicio Capossela. +info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno & Candido Querol