Jethro Tull’s Ian Anderson

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14º Banc Sabadell Festival Mil·lenni
Palau de la Música, Barcelona. 6 de febrero de 2013

Lleno total en el distinguido Palau de la Música para el espectacular concierto que Ian Anderson y su banda, Jethro Tull, hicieron para conmemorar los cuarenta años de su mítico Thick As a Brick. Un público, en su mayor parte adulto, disfrutó de lo lindo con la representación completa de ese disco y la de su continuación, Thick As A Brick 2 editada recientemente. En algo más de dos horas de show, con un intervalo por medio, se sucedieron uno a uno los pasajes de estas dos obras con una pulcritud y delicadeza extrema. Aunque de los Jethro Tull originales (que este año cumplen 45 en activo) solo se mantiene Ian Anderson y ni siquiera su fiel guitarrista Martin Barre sigue con ellos, los músicos respondieron totalmente al guión que la música de ese gran disco dejó marcado. Y no era tarea fácil ya que en el álbum abundan pasajes complejos y a veces se superponen la voz y la flauta, o suenan múltiples guitarras, pero el directo fue excelente. Además Anderson que a sus 65 años sigue físicamente en forma, toca la flauta a la perfección manteniendo esa imagen que le caracterizó tocándola sobre un solo pie y marcando el ritmo con sus movimientos, quizá no tan enérgicamente como antes, pero igual de original. Solo un pega, pequeña o grande, que cada uno elija el tamaño, y es que Anderson, (que ha perdido gran parte de la elasticidad vocal que tenía y que le permitía hacer esas fluctuaciones tan asombrosas), cantaba solo parte de las letras, del resto se hacía cargo Ryan O’Donnell, un joven actor que ha trabajado en el musical de Quadrophenia, que le apoyaba cantando con su mismo timbre de voz e incluso imitaba sus característicos movimientos, y funcionaba como alter-ego de Anderson.
Permítanme un inciso para explicar que Ian Anderson compuso Thick As A Brick como obra conceptual en 1972, quizá por simple cabezonería, ya que los críticos de la época se empeñaron en calificar su anterior disco, Aqualung, como obra conceptual. Él se cansó de repetir que simplemente se trataba de una colección de canciones, así que al final hizo Thick As A Brick como diciendo, queréis un álbum conceptual, pues aquí lo tenéis. Y se convirtió en uno de sus más exitosos discos. Canciones inmersas en el folk y el rock progresivo con múltiples paisajes donde brillaban la flauta y la guitarra acústica, y con diálogos constantes entre los demás instrumentos. En un principio se contó que la música era de Anderson, pero que la letra correspondía a un niño de ocho años llamado Gerald Bostock. Según cuenta la historia Bostock había participado en un concurso de poesía que ganó, pero después fue descalificado tras blasfemar en una aparición en la televisión de la BBC. También se reveló que sus padres habían mentido sobre su edad y que tenía nueve años en vez de ocho cuando escribió el poema y diez cuando ganó el concurso. Pero la poesía de Bostock fue utilizada para las letras de las canciones de Thick As A Brick. Toda esta historia inventada se contaba en la portada del vinilo original que imitaba un periódico local y del que se vendieron millones de copias. Pues justo cuando el disco cumplió 40 años, Anderson se preguntó que habría sido de Bostock ahora, con 50 años. De ahí surgió la secuela que apareció el pasado año y que se llamó apropiadamente This As A Brick 2, o simplemente TAAB2. A pesar de los 40 años de diferencia, Anderson mantuvo la misma instrumentación y estilo que en el álbum anterior y también el grado de ironía en sus letras.
Pero volviendo al espectáculo, se nota que para esta gira ha habido un gran trabajo de producción. En el escenario además de los instrumentos había una gran pantalla. Poco antes de empezar aparecieron unos roadies, todos uniformados, que parecía que estaban arreglando el escenario, barriéndolo y preparándolo. De repente se puso en marcha un video, convenientemente subtitulado, donde aparecía el teórico Bostock acudiendo como a una consulta del medico del pueblo (pero no contaremos más para no desvelarlo todo) y apareció en el escenario Ian Anderson. Iba vestido con tejanos, chaleco, camiseta blanca de manga corta, botas, pañuelo negro en la cabeza, con una guitarra y cantando aquello de “Really don’t mind if you sit this one out…”, los roadies se convirtieron en los músicos, el público estalló en aplausos y empezó el show. Sonó el primer TAAB al completo, con algunas acciones teatrales entre medio, como siempre le ha gustado hacer a Anderson, y cada vez que había algún momento álgido, el público irrumpía en aplausos. Acabó la primera parte con una gran ovación, se hizo un descanso y después ofrecieron también del tirón el TAAB2. Quizá no fue tan bien recibido como el primero, ya que es muy posible que mucha gente aún no lo haya asimilado, pero cuando acabó y los músicos dejaron la escena, el público les reclamó de nuevo. Así que volvieron y tocaron el imprescindible Locomotive Breath. Ovación final con todo el mundo de pie.
Hacía tiempo que Ian Anderson tenía ganas de que su música se apreciara desde las butacas de un buen teatro y el público tenía ganas de volver a escuchar al completo una obra tan suprema como TAAB, así que todos contentos. +Info | Relacionados | Miguel Amorós.