Vicente Amigo

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Vicente AmigoVicente Amigo
Festival De Cajón!
Palau de la Música, Barcelona
29 de mayo de 2008

Cuando Vicente Amigo toca la guitarra es como si un torrente de sentimientos, belleza y energía recorriese tu cuerpo.  Toca la guitarra como los grandes, con desparpajo y ganas, pero se vuelve pequeño cuando toca esas melodías que parecen salirle del corazón. Tiene un toque dulce y su sonoridad recorre espacios donde pequeños pinceles de colores pintan trazos de jazz, por supuesto de flamenco, y de cielos mediterráneos y españoles. Su amor y cariño por la guitarra lo han situado en el podium de los maestros, aunque seguramente se siga sintiendo un alumno de un arte en el que nunca se deja de aprender. Así, con toda su alma entregada a la guitarra, Vicente Amigo abrió el festival de flamenco De Cajón!, en “el templo de la música” del Palau, como el mismo lo definió.
Perfectamente arropado por una contundente formación rítmica (José Manuel Hierro, segunda guitarra; Antonio José Ramos, bajo: y Paquito González y Patricio Cámara, percusión) y la incandescente y cariñosa voz del cantautor Rafael de Utrera, Vicente Amigo actuó ante una audiencia deseosa de guitarra flamenca.
El sevillano cordobés no defraudó a nadie. Durante más de hora y media se dedicó a tocar temas de su discografía. Con cinco trabajos a sus espaldas, la visita a Barcelona se realizaba sin presentar ningún álbum ya que el último, Un momento en el sonido, es de 2005. Quizás, el guitarrista responda al perfil de esos músicos que verdaderamente flotan y se sienten etéreos cuando tocan en el escenario y, por tanto, la grabación en estudio es algo secundario.
Vicente Amigo abrió el concierto solo cuando aún entraba la claridad del atardecer por los coloridos ventanales del Palau. Tras unos descarnados y sentidos tientos, sus compañeros comenzaron a dibujar un fondo sonoro heterogéneo en el que flamenco, música española y jazz se entrelazaban sin orden, pero con sentido. El bajo de Ramos y las suaves percusiones hacían brotar estilos próximos a conocidos guitarristas americanos de vanguardia, pero sin caer en el plagio. Los temas creados por Amigo parecen discurrir entre una superficie de jazz salpimentada con la rápida digitación del guitarrista. Velocidad, sensibilidad y energía parecen ser, además, los elementos más destacados de su técnica.
También son destacables dos elementos. Uno, el primero, es que parece como si la mayoría de las composiciones del guitarrista tuviesen la misma plantilla rítmica: un comienzo suave, increscendo hasta llegar a un final desbocado en el que se remata con elegancia, virtuosismo y brío. Lo segundo es que el otro guitarra, José Manuel Hierro, procedió a tocar más las palmas y a hacer coros que a tocar la guitarra, y cuando lo hacía era un puro acompañamiento. Ahí es donde se echó en falta algún juego, algún diálogo entre ambos para incorporar alguna brizna de diferencia o de improvisación. Pero no, el maestro se mostró como el solista, el único con protagonismo sobre el instrumento de las seis cuerdas sin dar opciones a su compañero lateral. Destacable también la presencia y la dignidad que ofreció Rafael de Utrera con su elegante y bella forma de cantar.
El concierto concluyó con un único bis, Oriente Mediterráneo, de su último trabajo y con el público puesto en pie. Agradeciendo la atención, contento del espectáculo y tocando el corazón de sus músicos, el artista se despidió de una audiencia entregada que se hubiera quedado a un segundo bis, con ganas // Antonio Álvarez