Teresa Salgueiro | O Mistério
Teresa Salgueiro
“O Mistério” ,Clepsidra/Resistencia, 2012
Tras 20 años al frente de los míticos Madredeus y dos discos en solitario, la sombra de su primera banda sigue persiguiendo a Teresa Salgueiro. Aun a pesar de haber colaborado a lo largo de este periplo con artistas de tan diversa índole como Josep Carreras, Caetano Veloso, Wim Wenders o Zbigniew Preisner, la portuguesa todavía no ha logrado alcanzar su total emancipación artística. O Mistério es la prueba que confirma esa infructuosa búsqueda de un estilo propio, queriendo por un lado alejarse del fado clásico pero sin conseguir despegarse demasiado del sonido Madredeus. Quizá la omnipresencia del acordeón tenga parte de la culpa, pero también es verdad que Salgueiro ha lanzado su álbum casi simultáneamente a los de sus ex-compañeros Rodrigo Leao –A montanha mágica (Resistencia, 2011)– y Pedro Ayres Magalhaes –el reciente remake de viejos hits de Madredeus, Essência (Sony, 2012)– con más prisa que criterio, y el resultado es en definitiva muy irregular.
Quince cortes son muchos cortes cuando el disco supera la hora y cuarto de duración –calculen a ojo de cubero el promedio de minutos para cada tema– y, de hecho, casi podría haberse prescindido de la segunda mitad que integra el CD, demasiado anodinos e incluidos aquí sólo para mantener una cierta continuidad formal. Que no es otra que el del pop-rock de acomodada radiofórmula, ése del serio con visos góticos pero amables. En efecto, a partir del instrumental del palo ambient que marca el ecuador del trabajo (O Início), el rumbo se pierde entre pasajes más oscuros y ligeramente atrevidos en lo musical, pero sin terminar de convencer ni seducir. Aunque Salgueiro y su grupo salpiquen su Mistério con acentos tribales en la percusión (Senhora do Tempo, A Máscara, A Batalha, que podrían encajar en una producción de Peter Gabriel), por más que la guitarra quiera emular las atmósferas de Jeff Buckley (en el inicio de A Paixao, por ejemplo), o que se cuelen finales épicos (como el de A espera), aires arábicos (Cântico), cabareteros (A Fortaleza), chanson y tango (Ausência), sigue sobrevolando la melancolía propia de los tiempos de Madredeus.
Al respecto, de poco sirve compartir la autoría con los restantes miembros de su conjunto (a excepción de las letras, todas de la misma Salgueiro y por cierto traducidas al castellano en el libreto interior), o cerrar con A Partida, una despedida que se esfuerza por rozar el sentimiento perenne que clásicos como En el crepúsculo morado de Strauss o El adiós de Mahler siempre bordan. O Mistério, en cambio, se queda a medio camino, en el arcén de la nana sin sueño. | + info | Relacionados | Iván Sánchez-Moreno