Sisa

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“Ni cap ni peus”

K Industria Cultural, 2008

www.kindustria.com

Cuando a un artista le veneran masivamente como fuente de inspiración es porque ya le ha llegado la gloria. Si encima su obra sirve para promociones y campañas publicitarias de enjundia –dado el caso del cover de Hallelujah de maese Cohen–, la seguridad que da el acomodo puede acabar apiltronando al creador y convertirle en mera fotocopia de sí mismo. Quizá esquivando ese mal, Sisa acudió a su rendido fan Joan Miquel Oliver para confeccionarle un producto a medida. Por eso igual se disfraza de punkarra loco (Maria Curella), de un Tom Waits decadente (El Sant Esperit Lliure), de folk-singer guarrete (Aquest any follarem com folls), de Antònia Font (Des de la Lluna), o de sí mismo (El Carrer del Pinso). Coincidiendo con una edición gráfica del clásico Qualsevol nit pot sortir el sol (publicado por Satélite K y con ilustraciones alucinógenas de Sergio Mora), Sisa presenta una docena de piezas cortas y rápidas, muy poperas, simpáticas y amables, pero sin las cotas subversivas de su anterior disco El congrés dels solitaris (DiscMedi, 2005), ni el riesgo estético de Barcelona Postal o Transcantautor. Última noticia (ambos reeditados por K-Industria, 2007). Eso sí, el principal reclamo previo –un video algo cutre protagonizado por un pene negro con barretina danzando con las montañas fálicas de Montserrat– convocó en menos de un mes más de 5000 descargas en internet. Y es que el boletaire galáctico se muestra ahora esplendorosamente feliz, enamorado y juguetón, y tan alegre como despreocupado. Ese vitalismo contagioso se desprende sobre todo en temas como Marrec a la pastisseria, donde el hijo de Oliver canta y pone el chillerío, o El viatge. Sin duda mantiene Sisa su esperpéntica voz, juega con las palabras (Embolica la troca, Tomba que gira) y rinde homenaje a maestros (Francesc Pujols) y amigos (Pau Riba), pero pierde a cambio su acidez lírica, la mala baba que ocultaba bajo su aparente ingenuidad. Sisa se nos hace mayor, con todo lo que eso implica. // Iván Sánchez Moreno