Mariem Hassan
Mariem Hassan
“Shouka”
Nube Negra, 2009
En octubre del año pasado la cantante saharaui Mariem Hassan copaba las noticias de los periódicos por un desagradable incidente. Un grupo de marroquíes se había ensañado con ella y algunos de los músicos de su banda por vestir un melfa, el traje típico del Sahara Occidental. Todo esto ocurría en el centro de Madrid y a plena luz del día, ante la atónita mirada de los viandantes.
Mariem Hassan podría pasar por alter-ego musical de Aminetou Haidar debido a su compromiso político y su activismo por la causa del pueblo saharaui. De hecho cuando fue abordada por sus vecinos alauitas en tan desafortunado momento no dudó en acreditarse como parte del Frente Polisario. De ahí que en su música asome sin sonrojos la política y la denuncia ante el ostracismo y el abandono en el que viven doblegados sus paisanos.
Su último disco, Deseos, databa de hace cinco años. Entonces expresaba esos anhelos trocados de los suyos y las ansias de libertad de un pueblo que sobrevive en la dureza del desierto en unas condiciones hostiles (la insalubridad del agua, la falta de electricidad y los problemas que conlleva la exigua escolarización en esas latitudes).
En esta ocasión Mariem intenta quitarse una espina (traducción del título del disco). La de las promesas vanas que pronunció en el campamento de Auserd el 14 de noviembre de 1976 el entonces joven opositor Felipe Gónzalez. Cantos de sirena que con el paso de los años yacen enterrados por desgracia en las dunas del desierto. El disco se abre con Azzagafa (La cultura) y el característico timbre del blues del desierto – territorio común de músicos tan dispares como el Group Doueh, Etran Finatawa o el malogrado Ali Farka Touré, pero que maneja un lenguaje muy similar para los oídos del neófito. Aquí restallan los gritos agarits de Vadiya Mint El Hanevi, muy similares al irrintzi vasco, y que se repiten constantemente a lo largo de las siguientes canciones: Terwah (Presentando a la novia), Ragsat naáma (El baile de la avestruz), Nabiyu Rama (Profeta de la misericordia), Maatal la.
En Tefla madlouma (Niña maltratada) rompe una lanza a favor de los más débiles. Y en Baba Salama recuerda la figura del que fuera su guitarrista y uno de los músicos más relevantes de la escena saharaui, que falleció a causa de una leucemia hace cinco años. Es esta una pieza en la que destaca la desnudez instrumental que aportan el sentido canto de Hassan y la guitarra de Lamgraifri Brahim. El carácter batallador de Mariem queda reflejado fielmente en cortes como Ala Ahd Shaid (La senda del mártir) o Abeina u manna (No queremos y nos negamos). Tal vez Alu Ummi (Hola mamá) sea una de las piezas más pegadizas y entrañables del lote con las flautas de Jaime Muñoz empapando todo de alegría y con una línea melódica cercana al pop.
En el disco asoman instrumentos como el autóctono tambor tebal, el tombak (un instrumento de percusión de origen iraní), la flauta turca ney o el daf (una pandereta con sonajas). La formación que arropa a Hassan es de lo más variopinta y multicultural. Entre sus diez músicos destacan nombres ya conocidos, como el del bajista Hugo Westerdahl, y otros inéditos como el guitarrista senegalés Malick Diaw (Yef Band, Nder et Le Setsima). http://www.nubenegra.com/ // Miguel Ángel Sánchez Gárate