Sílvia Pérez cruz – Javier Colina
Woll Damm Barcelona Jazz Festival. BARTS 28 de octubre 2020
Toda la gente que llenaba la sala del Paralelo sabía que posiblemente este era su último concierto durante un tiempo. Este hecho unido a la pasión que despierta Sílvia Pérez Cruz en un público de todas las edades y condiciones sirvió para que desde el primer momento todo fuese perfecto. Además entraron con ganas de demostrar que el Dúo (así anunciaban el espectáculo) era realmente la unión de dos grandes músicos y no una cantante y un contrabajo. Y que mejor manera que hacerlo con algunos temas del álbum que los unió. En la Imaginación, Contrabaix, 2011, se trataba de Ella y yo y Mi mejor canción (aquí Colina ya tuvo su primer espacio para jugar como quiso con esta preciosa composición). Este disco En La imaginación sin lugar a dudas marcó un antes y un después en el carrera de Sílvia Pérez Cruz, si en lugar de grabar para Contrabaix (pequeño pero muy respetado sello) lo hubiesen hecho para una grande hubiese sido superventas en todo el mundo, como ocurrió con Lágrimas negras, el famoso trabajo de Bebo Valdés y Javier Colina (si, y también El Cigala) Presentó el siguiente tema la gironina diciendo, esta es sobre una prostituta que se enamoró, Ojos verdes, a estas alturas llevando solo un cuarto de hora de concierto ya estaba claro que la noche iba a ser inolvidable. Se fueron a Brasil para cantar otra vez a dúo Carinhoso (posiblemente el tema en el que mejor combinaron las voces) y de allí a México con Mañana, Colina seguía alternando la voz con sus juegos emocionales del contrabajo, que tenían atrapada a su acompañante y a toda la sala que no se atrevía a aplaudir sus solos por miedo a romper la magia del momento. Vuelta al sur del continente americano Piedra y Camino del gran Atahualpa Yupanki estaba claro que podían viajar por donde quisiesen nadie se lo iba a impedir. Y llegó La tarde (un servidor la espera siempre que se juntan estos dos músicos) Formaba parte del disco En la Imaginación pero Colina ya la había grabado en su maravilloso Si te contara (ya descatalogado, que pena para los que no lo tengan) y el mismo Colina recito ese estribillo que tan bien quedaba en la situación actual. Las penas que me maltratan son tantas que se atropella, pero como de matarme tratan se agolpan unas a otras y por eso no me matan. Siguieron con Si te contara también está en los dos discos. El contrabajo increíble y la voz esperando a entrar cuándo Colina le permite, y ya empieza el juego de improvisar que tan bien se les dio a los dos ¡cómo se conocen y respetan, que grandes! Colina empieza a cantar / contar una historia Síliva Pérez Cruz le sigue el juego y como el que no quiere la cosa nos metemos en Drume negrita, y siguen con la improvisación total, más cerca que nunca de Bola de Nieve o llevándola a detalles sonoros de otros temas cubanos. Colina se toca, se canta y se lo pasa en grande ahora sí que el público le aplaude el sólo. Vuelta al bolero, Ya no te acuerdas de mí. Después sorpresa, una intro de Colina que no reconocía y que me costó identificar, cantada en un inglés que no ayudaba pero al final entendí que se trataba de la mítica The sound of silence, lucimiento total de Sílvia Pérez con unos registros de voz asombrosos. Sin duda lo más original de la noche, los otros temas preciosos pero todos bastante previsibles, pero esta no me la esperaba. Explica Sílvia Pérez que hoy cuándo ha llegado Javier Colina le ha dado la sorpresa de que se había aprendido Estimat, un tema del nuevo disco de la cantante. Farsa (dialogo imposible) que tienes comentado en B Ritmos por mi compañero Federico Francesch y se lanzan a interpretar el bonito bolero. Explicó que con su padre siempre cantaba el siguiente tema y que justamente Javier también la cantaba con su hermana, Alfonsina y el mar. Como podéis imaginar la emoción subió de nuevo y las improvisaciones ya eran algo totalmente natural por ambos lados. Volvieron a Brasil con un tema de Luiz Gonzaga, Asa Branca, brutal la compenetración de ambos, hasta corporalmente parecían fusionarse en una sola alma. Javier Colina volvía a cantar, y el contrabajo pasaba con facilidad de cuerda a percusión. Aplauso largo, público en pie, era lógico que a pesar del tiempo hubiese un bis. Otra vez México, empezaron con Cucurrucucú paloma, Sílvia Pérez jugando sin caer en el operismo, pero recreándose en los ecos largos y juguetones de los mariachis. No tardo en irse a otras músicas, Colina cogía sus guiños para irse al Panquelero cubano, volvían a México, el cucurrucucú cantado a dúo cerró lo que ya ha pasado a la historia como una noche inolvidable. Estaba a punto de transformarse en Llorona, pero la hora era la hora. Ahora a esperar. + info |relacionados |Fotos: Lorenzo Duaso