Tapan Bhattacharya
Tapan Bhattacharya
Festival Internacional de Percussió de Catalunya
Barcelona, L’Auditori, Sala Tete Montoliu.
8 de febrero de 2009
La cuarta edición del Festival Internacional de Percusión de Cataluña ha empezado con muy buen pie tras los dos primeros conciertos. En el caso que nos toca, el músico indio Tapan Bhattacharya, que actúa por segunda vez en el marco del festival, encandiló al público asistente con su manera particular de interpretar y componer la música clásica de la India, con su bagaje internacional, y sin que por ello se pierda un ápice de su respeto a la tradición.
Nacido en Benarès y afincado en Barcelona desde hace unos años, combina sus actuaciones musicales con la enseñanza de la música y la espiritualidad que ésta comporta para sus intérpretes y estudiantes.
Tapan fue el encargado de hacer de maestro de ceremonias con algunos comentarios hacia la música que tocaban y haciendo gala de una magnífica labor en la tabla. Mientras, sus otros cuatro compañeros se encargaban de interpretar el bansuri, una especie de larga flauta de madera, la guitarra india, que se toca de forma parecida al slide guitar, el sitar y el gatham, un recipiente de barro en el que se percute y se extrae una elevada variedad de sonoridades.
El grupo empezó su actuación tocando música clásica del norte de La Índia. Una larga raga de aproximadamente unos 40 minutos cautivó la atención de los presentes gracias a la calma, la relajación y las combinadas interpretaciones de los diferentes músicos, en solitario y de forma superpuesta; dando primero protagonismo a los instrumentos de viento y cuerda, para que después la tabla y el gatham se hiciesen responsables del ritmo interno de la composición.
Vale la pena explicar que la música hindú tiene un origen y un sentido plenamente religioso, ya que se utilizaba en los templos para adorar a los dioses. Además, la música clásica del país está dividida en lo que se conoce como ragas. Se considera que hay unas diez principales de donde surgen las demás.
En un contexto cosmológico propio de la cultura india se explica que hay un sonido no tocado que sólo los yoguis pueden escuchar en el Universo, una especie de vibración, y otro más cercano a la tierra y que sería el que los humanos pueden tocar musicalmente con sus instrumentos. Así, la raga podría definirse como el tema sobre el cual el músico improvisa e hilvana su interpretación. Por tanto, cuando nos encontramos ante una formación de música clásica hindú, hay que tener en cuenta que la base sonora está plenamente establecida por la tradición musical del país y por sus maestros, pero el resto de aporte de los músicos, lo que se aprecia en directo con mayor detalle, lo constituye la improvisación. Esa improvisación, como tal, será diferente y variará teniendo en cuenta diferentes aspectos, como por ejemplo el día y sus horas, las sensaciones y sentimientos de los propios músicos, la tipología del público y su conexión. Estas características hacen que la música hindú sea un elemento orgánico totalmente vivo que evoluciona en consonancia con sus intérpretes.
Esa sensación quedó clara en el concierto de la formación de Tapan Bhattacharya. Plenamente conjuntados, tocados por un halo mágico que caía sobre sus ropas y túnicas, los músicos tocaron con gracia, sensibilidad y una aparente sencillez ante un público deseoso de explorar los caminos que se abrían ante sí. Tras la primera parte más clásica, Tapan y los suyos se dedicaron a tocar interpretaciones propias en donde se podían apreciar diferentes ritmos y texturas, quizás con esquemas más fijos y relacionados con estructuras ligeramente occidentales. Para algún sujeto cercano al rock, la guitarra india bien podía haber sido el slide de muchos cantautores folk de la costa oeste norteamericana, lo que nos remite a que este creador, además de rendir culto a su tradición musical dispone de una inquietud en movimiento para absorber, procesar y crear una especie de nueva música india. Quizás sea pronto y aventurada esta reflexión, pero habrá que estar atento a su itinerario futuro.
El concierto acabó tras hora y media con una corta raga en honor a Gandhi, con el deseo de que los problemas que azotan al mundo concluyan. Y con sonrisas en los rostros, músicos y asistentes abandonaron su lugar para dejar flotar en el recuerdo una música que acompaña el alma. // Antonio Álvarez