Sílvia Comes. Homenatge a Felícia Fuster

Centre Cívic Barceloneta, 9/2/2022

Ayer tuve una grata sorpresa, aunque pensándolo bien no lo fue tanto, porque Sílvia Comes es una apuesta segura. Asistí al concierto homenaje a Felícia Fuster que la cantautora de El Prat de Llobregat ofreció en el Centre Cívic Barceloneta, dentro de los actos que bajo el nombre “Felícia Fuster torna a la Barceloneta”, el Ajuntament de Barcelona organiza en diferentes equipamientos del barrio en el que nació la prestigiosa pintora, poetisa y traductora, coincidiendo con los diez años de su muerte y habiéndose cumplido el pasado 2021 un siglo de su nacimiento.

Dos mujeres excepcionales unidas por una gran celebración, como es la recuperación de la memoria de Fuster, mujer vanguardista adelantada a su época que residía en París (ciudad en la que falleció) desde los años cincuenta y que desarrolló una interesante obra plástica, influenciada primero por el informalismo y el expresionismo abstracto norteamericano y que a partir de los años 70 eclosionó en las llamadas abstracciones líricas y las plurivisiones, que son pequeñas cosmogonías en movimiento.

Experimentadora absoluta, Fuster también lo hizo en su obra poética, creada desde la introspección existencial y con un alto nivel de exigencia basado en la investigación de la palabra. No en vano, Felícia Fuster siempre afirmó que “l’important és l’art i la llengua”. Ahí queda eso.

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Y quién mejor para rendirle homenaje y poner música a sus palabras que Sílvia Comes, experta en cantar a grandes nombres de la poesía, como Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Gabriel Ferrater o Pedro Salinas. Era de esperar que después de su disco homenaje a otra gran mujer de las letras como Gloria Fuertes, y su espectáculo alrededor de las canciones de Guillermina Motta (presentado en el Festival BarnaSants 2021), la particular sensibilidad de Comes la guiara hacia una figura como Felícia Fuster, absolutamente rica en matices.

La personal y prodigiosa voz de Sílvia Comes (responsable también de la dirección y arreglos del espectáculo, y acompañada de Bryan Curtis a la batería, Florencio Salesas a los sintetizadores y Dick Them al bajo) llenó ayer el salón de actos del centre cívic desgranando temas con títulos tan sugerentes como A dintre meu, Perquè em sé presonera, Mai, Cançó per a ningú, No em despulleu, A Maria Mercè Marçal (dedicada a la que fue su gran amiga), Qui o Sense edat ni raó, que Sílvia fue salpicando con breves comentarios sobre la biografía de Fuster y algunos recitados de sus poemas.

Me gustaría destacar  el momento en el que la cantautora, sirviéndose de unas artesanales velitas fabricadas con cáscara de mandarina, creó el clima propicio para dar paso a la época en la que Felícia descubrió el mundo asiático, concretamente Japón y China. Hablando en primera persona, Sílvia hizo suyas las palabras de Felícia para transmitirnos lo importante que fue entrar en contacto con esa cultura, tal y como reflejó en sus últimos poemas en forma de haikus y tankas, que Comes recitó de manera impecable.

Como broche de oro, y a modo de bis, Sílvia Comes volvió a cantar Qui, poema que me parece icónico dentro de la producción de Felícia Fuster porque creo que refleja a la perfección ese carácter indómito y a la búsqueda de la libertad personal que tanto la define. Sirvan sus primeras estrofas como muestra: “Qui m’ha ferrat, qui m’ha fixat damunt dels ossos, a cops, aquesta pell, aquesta pell de dona, que tot hi despullant-me m’ha vestit / Qui m’ha cridat i qui m’ha dibuixat la boca amb foc, deixant-hi, com rebrot, la veu que es va cremant”. Bestial, como la fuerza con la que Sílvia Comes canta este poema que, me aventuraría a decir, también podría definirla a ella misma.

Foto Felícia Fuster: Doménec Umbert