Seis películas para chuparse los dedos
La grande bouffe de Marco Ferreri (Italia, 1973)
El homenaje al hedonismo por antonomasia. Aquí el factor gastronómico toma un cariz absolutamente radical, como la propia trama: cuatro amigos (interpretados por actores de primer nivel, Mastroianni, Noiret, Piccoli y Tognazzi), unidos por el tedio más absoluto, se reúnen en una mansión con la idea de suicidarse comiendo sin tregua. A la gula representada por cerdos, quesos, jamones y caviar, se le une la lujuria. Abucheada en el festival de Cannes, esta comedia trágica y cruda es una crítica feroz de la sociedad del bienestar y del consumo que termina por destruirse a sí misma.
El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante de Peter Greenaway (Reino Unido, 1989)
Comedia con una desaforada mezcla de erotismo y alta cocina que transcurre en Le Hollandais, un exquisito restaurante francés donde, a los elaboradísimos platos de autor propuestos por el chef, se suman las intrigas, las crueldades y las extravagancias de un grupo de personajes prácticamente insensibles a la apreciación de cualquier virtuosismo gastronómico. Un largometraje inclasificable, simbólico y grotesco con una fotografía casi pictórica que revolucionó por su estética y su desmesura a todos los niveles, incluido el culinario.
Comer, beber y amar de Ang Lee (China, 1994)
Comedia agridulce que seduce a todos los sentidos, sobre todo a uno: el gusto. La comida como trasfondo de relaciones humanas y situaciones vitales enfrentadas, al mejor estilo del cine oriental. Una película que propone, poco a poco, un discurso referido a lo imprevisible de la vida, al azar que ésta nos reserva y, a la inutilidad, en ocasiones, de hacer planes a priori.
Vatel de Roland Joffe (Francia / Reino Unido, 2000)
Extravagante recreación histórica, ubicada en 1671 y protagonizada por la histriónica pareja formada por Gerard Depardieu y Uma Thurman, en la que se tuvo que reconstruir una cocina idéntica a la de las épocas de Versalles en la que el rey Luis XIV ofrecía festines para tres mil quinientas personas al aire libre. Un largometraje de estética total, aderezada por la magnífica banda sonora de Ennio Morricone y la excelente interpretación del actor francés, que consigue despertar tanto el apetito como el intelecto.
Un toque a canela de Tassos Boulmetis (Grecia, 2003)
Vida, amor y política a través de la comida y de la historia de un niño que se hizo hombre sin disfrutar de los alimentos que más le gustaban. Un auténtico viaje de recuerdos lleno de sensibilidad a través de un singular guión con la estructura de un menú que va de los entremeses a los postres. Diálogos profundos y bellas imágenes de Estambul y Atenas, delicadamente condimentadas con toques de humor, azafrán y canela.
Deliciosa Martha de Sandra Nettelbeck (Alemania, 2001)
Interpretada por la soberbia actriz alemana Martina Gedeck, Martha es una introvertida y neurótica cocinera cuya vida gira en torno a la cocina y a las sensaciones que le produce, hasta que en su camino aparecen una sobrina de 8 años, de quien debe hacerse cargo después de quedar huérfana, y Mario, el excéntrico cocinero italiano interpretado por un Sergio Castellito al que cualquier mujer querría tener al lado y ante quien incluso la gélida Martha se rinde sin reservas. Como su nombre indica, una película deliciosa que convierte a la cocina en el mejor motor de arranque para los sentimientos y los deseos del alma.