Salvador Gutiérrez
Sandaru SFB El Dorado, 21 de abril de 2022
Salvador Gutiérrez (Écija 1970) es un guitarrista que ha acompañado tanto al cante como al baile a grandes figuras del flamenco, ahora cómo él mismo indica ha tenido la necesidad de grabar un disco de guitarra en solitario. “Este disco es un recorrido a través de paisajes llenos de emociones. Son nueve composiciones que expresan el sentir musical de toda mi vida dedicada al flamenco. Este disco lo he hecho cuando los propios temas tenían coherencia para entrar en un disco, como por ejemplo la soleá que solo la hago para tocar solo. Cuando toco para cantar utilizo otras formas y para el baile ni te cuento” No llenó la sala pero sí que acudieron buenos guitarrista a escuchar al sevillano. Presentaba su disco 11 bordones, Marbeproducciones, 2021. Un título que hace referencia a las 11 torres de su pueblo. Empezó con una taranta Dos guitarras para ti, dedicada a su madre, tiene Gutiérrez un toque muy elegante, buscando detalles que lo personalizan, y dejando claro desde la primera nota que son composiciones para guitarra solista, no necesita guardar espacios para el cantaor o bailador, tiene todo el tiempo para sus arreglos y eso le permite que la narración de su discurso sea mucho más compleja que si estuviese acompañando. Siguió con una soleá que no necesitaba detallarse sólo en el ritmo, podía rebuscar la poesía que tiene ese palo y que a veces el guitarrista como compañero del cante o del baile no puede disfrutar. Siguió con una bulería, Caminillo de la estación (imagen que encontrareis en la portada de su disco) Una bulería que inicio con un juego de repeticiones huyendo de la entrada estándar, un toque que demostró la habilidad de este hombre, y las horas que le habrá dedicado a perfeccionar su música, las dos manos volaban en complejos ejercicios de motricidad fina, al mismo tiempo que entre las notas reconocibles del palo se colaban adornos que la engrandecían. El público agradecía esos riesgos y Gutiérrez aunque serio y comedido se mostraba muy a gusto. Exigente con el sonido (afinando cada final de tema) explicó que iba a continuar con una farruca, que compuso para un baile de Andrés Marín y ahora había arreglado para este toque de guitarra sola. Para un servidor fue lo mejor de la tarde, no porque lo otro no fuese excelente, ni mucho menos, sólo que la farruca me pellizcó de otra manera, como más romántica. Los aplausos demostraron que no era el único emocionado. Con unos desarrollos y una libertad fuera de serie. Comentó que aprovechando que estaba en esa afinación iba a seguir por seguiriyas, una seguriya que quiso titular Salvicas (y explicó cómo alguien había bromeado con su nombre Salvi y el apodo de Agustín Castellón Campos (Sabicas) No quería parecer pretencioso y le parecía adecuado rendir homenaje en este cante a uno de sus guitarristas más admirados, y empezó con ese “aroma” de Sabicas. La seguriya siempre permite ese inicio en que los guitarristas se lucen en falsetas bonitas, pero ahora Gutiérrez tenía todo el tiempo para él, y supo aprovecharlo, en este caso sí que siguió marcando el pulso del palo pero llevándolas a una frescura más típica de las seguriyas de Cádiz. Volvió a afinar y para no irse muy lejos nos tocó por alegrías, en el disco las ha titulado Plaza de Colón. De nuevo no quiso insistir en el toque reconocible de la alegría (lo justo para identificarla) para irse después a rebuscar entre las cuerdas efectos que permiten la improvisación y ese efecto de que hay momentos en que si cierras los ojos parce que hayan dos guitarras en el escenario. Había empezado la tarde recordando a su madre y ahora era el momento de pensar en su padre y dedicarle unos tientos en honor a su trabajo El cartero, supo presentar los tientos con la tensión que les caracteriza, como en una buena tragedia, los primeros momentos son cruciales para enganchar al público, falsetas que se sobreponían como esos fuegos artificiales que van llenando el espacio, el sonido de la guitarra parecían filtros sonoros que se sobreponen sin borrar al anterior, otro momento mágico. Después de los tientos, que mejor que seguir por tangos, o tanguitos que decía Gutiérrez, El Cuartillo los ha titulado en el disco. Se dedicó un buen rato a marcar el compás, cómo acabando de decidir la velocidad de ejecución, una vez decidido volvió a jugar al juego de sobreponer, a jugar con efectos que produce y desarrolla. Escuchando a este guitarrista uno se da cuenta que ahora mismo la guitarra está viviendo un momento de evolución que seguramente no sabremos evaluar hasta que pasado un tiempo se analice con profundidad. Quiso termina con unas bulerías que dedicó a algunos de los músicos que estaban entre el público, como Chicuelo y Mayte Martín. Una tarde de lujo, escuchando a un guitarrista que tiene muy claro el camino a seguir. + info | relacionados