Rusó Sala

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Rusó Sala
Auditori La Mercè. Girona, 29 de marzo de 2015

Cuando Rusó Sala nos presentó la otra noche su tercer disco, Fil de Coure [Hilo de cobre], en el Auditori La Mercè de Girona, se la veía contenta, relajada, disfrutando del momento, y no solo por esa eterna sonrisa que ella tiene; ni por el tono de los parlamentos, antes de cada una de las canciones; ni por permitirse el lujo de, en medio del concierto, abandonar el escenario por una necesidad imperiosa, de la forma más natural; ni por saludar a su familia allí presente; ni por sentirse apoyada por su hermano con la armónica tocando desde el público; ni, tan siquiera, por estar en Girona, un lugar de referencia para ella. Se la veía feliz, creo yo, por podernos presentar un trabajo tan bien hecho; un disco que desde la simplicidad musical de una voz y dos guitarras, nos acerca a esta realidad que es ya Rusó Sala dentro del panorama de cantautoras de nuestro país.

Y he dicho cantautoras pero no solo en el sentido de la cantante que canta sus propios temas, sino también de la que hace magnificas versiones de temas ajenos, a los que ella sabe hacer suyos. Parte absolutamente necesaria para el buen funcionamiento de todo es Caterinangela Fadda,  que la acompaña con su guitarra preciosista y precisa, e incluso en algunos momentos puntuales con su voz. El recital estaba concebido como una presentación del disco, con inclusión de todos los temas del mismo, y el añadido de algunas de las canciones que ella interpreta, como veremos.yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Rusó Sala

Empezó con La Nana, una tema suyo que, por su dulzura, como ella dijo, quería crear un ambiente de intimidad para todo el concierto, en concordancia con su disco al que definió: “Fil de coure simboliza un hilo que me une a mí con el mundo, y a través del cual van navegando emociones de ida y vuelta; que conecta polos aparentemente opuestos; es un canal por donde pasa información, por donde pasan emociones…” Presentó a Caterinangela Fadda, que salió entonces al escenario, para cantar La casa, sobre un melancólico poema de Cesare Pavesse, primer tema, como dijo, en el que habían trabajado ellas dos juntas.

Luego, un homenaje a su primer disco, El nostre mar, una canción que explica que, como siempre al principio de todas las cosas, uno se plantea dudas, que inmediatamente rechaza. Después un salto en el tiempo, con un tema en el que ella mezcla un poema de Ramon Llull, musicalizado al estilo andalusí,  con una canción argelina. Inmediatamente otra unión, en este caso desde Federico García Lorca, con dos poemas suyos que nos hablan, uno, de la pasión, Y llegó el sol, una breve melodía que ella canta a capela; y, el  otro, de la represión, La vieja, un fragmento de La casa de Bernarda Alba.  

Canço de fer camí, es un poema de Maria-Mercè Marçal, que nos invita a subir a una barca para navegar en compañía, hacia un futuro esperanzador; y que precedió al homenaje a Albert Figueres, a quien está dedicado Fil de coure, con el tema Eternament, Company. Tras ellas Un dia de sol, una canción, con la que quería, dijo, llenar la sala con los rayos solares..

Hace un tiempo, el colectivo La brigada Intergeneracional, que quiere recuperar la memoria histórica, le encargaron hacer un tema sobre los refugiados catalanes que estuvieron en los campos de concentración nazis. Para ellos, concretamente para Neus Català, una de las damnificadas, escribió Mare, me’n vaig a Fraça [Madre, me voy a Francia], que habla de una de esas  tremendas historias.

Y también como homenaje a las grandes mujeres, muchas de ellas anónimas, y por supuesto al autor de la canción, nos acercó, Mujeres, de Silvio Rodríguez, en esa labor de intérprete de la que antes hablábamos, con una versión llena de sabiduría y sentimiento. Y en esta línea de excelentes versiones le llegó el turno a Alfonsina y el mar, que hiciera famosa la eterna Mercedes Sosa.

Abandono entonces la escena la cantante y Caterinangela Fadda improvisó una canción sarda, con la guitarra, la conocidísima Non potho reposare, una antigua melodía que hizo famosa, entre otros, Andrea Parodi. Saliendo nuevamente al escenario, se unió Rusó Sala a la guitarrista y, junto a ella, sin micro, nos ofreció uno de los momentos más bellos de la noche.

Entonces cantó la canción sarda que sí tenían preparada para el concierto, Nina Noa, una canción compuesta por el citado Andrea Parodi, con la que ella participó y fue galardonada, junto a Caterinangela Fadda, en el festival que lleva el nombre del artista.

El siguiente tema se lo dedicó a su madre, presente en la sala, quien, dijo, le dio el apellido Koperdraat, es decir, fil de coure, el nombre de su disco. Un disco del que es imprescindible ver el libreto, con una serie de imágenes basadas en siluetas de la cantante desnuda a las que Esther Pi ha cosido unos hilos de cobre que salen de su cuerpo. El fill del golf de Roses, fue el  escogido, una enorme poesía de Enric Casasses que ella musicalizó y en la que, por sorpresa, desde su butaca, contó con la colaboración del músico Ian Sala acompañándola con la armónica. Y con La meva terra, su canción más emblemática, donde nos habla del lugar donde nació, acababa el concierto.

En la sección de bises pudimos oír dos temas de su anterior disco, Mar endins, en la que contó con la colaboración de los espectadores; seguida de Time, un canción también suya, en inglés, alegre y participativa, ideal para cerrar el recital.

Rusó Sala es, sin duda, una de las cantantes emergentes más importantes  de nuestro entorno, y junto a la fantástica guitarrista Caterinangela Fadda, han conseguido crear una sonoridad que se adapta de forma precisa y personal a sus canciones, por otro lado, inspiradísimas, y a su forma de interpretarlas. El concierto no fue una sorpresa para nosotros, porque ya sabíamos de su potencial, pero sí que fue la ratificación de una realidad artística que dará mucho que hablar en el largo recorrido que le auguramos. +Info | Relacionados | Federico Francesch | DESAFINADO RADIO