Return to Forever

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Chick Corea + Stanley Clarke + Al Di Meola + Lenny White
Los Veranos de la Villa

Patio Central de Conde Duque. Madrid
10 de julio de 2008

Veinticinco años no son nada si se asiste a una velada como esta. Cinco lustros es el lapso transcurrido desde la última visita española del histórico cuarteto de jazz-rock más cósmico, con el permiso de la Mahavishnu Orchestra. En esta nueva reunión de maestros el bajista Stanley Clarke ha perdido su escarola afro por el camino. El batería Lenny White con su pañuelo anudado a la cabeza se asemeja a un pirata del Caribe. Chick Corea, el mago del piano y los teclados, más canoso y estriado que nunca ha envejecido como los buenos vinos. Y Al Di Meola parece haber hecho un pacto con el diablo, pues se conserva sin arrugas como un eterno Peter Pan. "Hola. Encantados de conoceros. Estamos muy felices de tocar en Madrid", fueron las primeras palabras que Chick Corea dedicó a la audiencia. Unos pequeños problemas técnicos de sonido no deslucieron para nada la espectacular entrada a matar con Hymn of the 7th galaxy, un escaparate que contiene todos los elementos que conjuga esta leyenda del rock de fusión. El rock progresivo ardía en los abrasivos solos de guitarra de Al, mientras un inmisericorde White castiga los parches con denuedo. Mientras Corea ejercía de alquimista con su Farfisa. Vulcan worlds perpetuó el desparramo de la primera andanada. El diálogo que extendieron Clarke y Corea era arrebatador. Los fraseos en formato de llamada-respuesta ponían la guinda en el pastel cada vez más alta. Clarke con su característico sonido picudo y metálico y con sus digitaciones de tornado, barría el mástil de arriba abajo como un Correcaminos de las cuatro cuerdas. Y un Corea sutilísimo alternaba sobriedad y excitación. Antes de atacar Sorceress Clarke dijo: "Estamos muy felices de estar aquí después de 25 años". Presentó a Chick como "el gran compositor de América" y este último le devolvió los honores al mentarle como "maestro del bajo". El funky caliente y lleno de groove dejó espacio para que Corea cambiase sus teclados Yamaha por el piano, donde mejor exhibe su lirismo y su épica más sentimental. La siguiente intervención en el micro fue a cargo de White, que soltó una frase lapidaria: "Podeis ver nuestras imágenes en Youtube, pero esto es real, muy real". Bromeó pavoneándose de estar en una boys-band – como si fuesen los Backstreet Boys del jazz – para luego soltar un fulminante: "Somos una banda de machos".  

Llegó la hora de los solos y Corea tomó la alternativa. Se embarcó en un bucólico tour de force que alcanzó su cota más alta con un solo de batería a las teclas, como oyen. La segunda parte del concierto dió paso a la faceta más acústica. Al Di Meola se armó de una guitarra acústica. Clarke afinó su contrabajo. Y Corea quedó al mando del piano. Uno de los momentos cumbres de la noche fue la exhibición de Meola en solitario, en la que incluyó pespuntes de flamenco, enérgicos rasgados de guitarra y espectaculares solos cargados de blues. No mistery y Romantic Warrior descubrieron la faceta más jazz y elegiaca de los americanos; el remanso de paz frente a la tempestad inicial. Clarke exhibió su dominio del contrabajo con el arco y demostró con su posterior solo que la caja de un contrabajo puede ser como la de Pandora. Lo aporreó y exprimió las notas más salvajes como un auténtico punk. Hizo tapping y demostró que este instrumento acústico puede ser tan letal como la guitarra eléctrica más distorsionada. Lenny White tomó el relevo de los solos y baqueteó como una locomotora. Jugaba con el sonido de los golpes de baqueta y levantó tsunamis con sus redobles como un moderno Philly Jo-Jones. La noche acabó tras un breve respiro con Duel of the J. and the T. Y es que aunque los tiempos cambien y el espíritu de Weather Report parezca perdido siempre hay un retorno a siempre. // Miguel Angel Sánchez Gárate