Phillip Walker
Phillip Walker
Festival de Jazz de Terrassa
Nova Jazz Cava. Terrassa
29 de febrero de 2008
El cronista ya tuvo la suerte de asistir a una anterior visita de este auténtico bluesman hace poco menos de un lustro y en el mismo escenario de la Nova Jazz Cava, en el cual se crea ese ambiente de proximidad y compañerismo que tanto influye en el resultado satisfactorio de los conciertos que se programan, siempre que quien ocupe la exigua tarima sepa de qué va esto de crear y ejecutar música, en caso contrario, los defectos se ven con brutal claridad. El asunto empezó con una breve primera parte, que duró media hora escasa y que hacía temer que nos iban a pasaportar con un formato reducido. Por suerte no fue así y después de un descanso admisible, la banda encaró los siguientes ochenta minutos con un guión que se repitió milimétricamente en todos los temas para satisfacción y aprobación del respetable. Cada tema empezaba con un trabajo común, tras el cual el trompetista, Alonzo Campbell – uno de los jóvenes de la reunión – iniciaba un solo casi siempre brillante y colorista -, a éste le relevaba el saxofonista, Ollis W. Gilmore – un orondo abuelete de aspecto entrañable – más comedido y ortodoxo y el capítulo protagonista se completaba con el jefe pulsando con paciencia y sabiduría a su querida Bertha, una Gibson ES 335 de color rojo irregular y unos trastes desdibujados fruto de la erosión por el uso durante años. El combo se completaba con el eficiente batería Craig Erickson Kimbrough – el otro elemento que no tiene edad para pertenecer a las clases pasivas – y el único que repetía de la banda del 2003, el bajista, un tal James Thomas, individuo de delgadez extrema, edad avanzada y elegancia inmaculada (apoteósica la manera de doblar la chaqueta antes de empezar las dos partes del concierto) que aguantaba sobradamente el ritmo, aderezando su trabajo con puntuales explosiones pasionales en las que semejaba que sus dedos sarmentosos iban a partir las gruesas cuerdas de su Fender. Los termas interpretados mezclaban clásicos habituales en Walker, con el contenido de su reciente obra Going Back Home (Delta Groove, 2007) para terminar la función con sus dos epílogos habituales, Mary Anne de Ray Charles y el infalible Sweet Home Chicago, de Robert Johnson, que repitió para regocijo de muchos cuando se le reclamó un bis. Una noche llena de blues clásico como se espera de alguien nacido en la Luisiana y criado en Texas, con un toque de eclecticismo habitual en aquellos músicos que se pasan muchos años residiendo en la soleada California.// Antonio Gázquez