Pau Riba. 50 anys de Dioptria
Fue curioso acercarse por las calles de L’Hospitalet rodeado por personas claramente fuera de ubicación, señoras y señores que a pesar de no unirlos como a los heavys la indumentaria, era fácil saber que la mayoría no habían pasado nunca por esas calles. Ellos todavía con largas melenas o gorras y sombreros, extremada delgadez en ellas. Como devotos fueron enfilando las estrellas calles hasta llegar al Joventut. Ordenadamente llenaron el teatro (hace días que se habían agotado las localidades) abrazos, emoción y en las caras de los más jóvenes seguidores de Pau Riba como un halo beatico unos centímetros encima de su cabeza. Tras un par de introducciones poéticas totalmente prescindibles por parte de Mariùs Serra y Memi March en primer lugar y una dedicatoria de Jaume Sisa (quizás su partenaire más real) Aparece Pau Riba a la guitarra acompañado por Pepino Pascual al saxo y Carles Belda y Joan Garriga a los acordeones, para mí de lo mejor de la noche, se pasean por todo el teatro, acercándose a familiares, amigos, fans y pueblo en general. En algún momento rodeado por los Mortimer (banda con la que suele arroparse desde hace tiempo) y en otros invitando a personajes más o menos cercanos a su obra, Pau Riba fue repasando su Dioptria. Algunos temas respetando el original, aunque siempre muy sobre cargados de vatios (como si fuese la única manera de actualizar aquella música) en otras ocasiones con “teatralizaciones” más surrealistas que el propio original. Para gustos colores, desde recitados de Enric Casasses a “performances” dels Herois de Katalunya o un Nadal diferente de un par de poetas, Oriol Sauleda y Núria Martínez-Vernis que mejor quedarían en esas presentaciones de festivales de cine o de literatura. Todo servía para que Pau Riba pudiese descansar cada cierto tiempo, la verdad es que cuando estaba en escena, nadie diría que ya ha cumplido los setenta, saltando, bailando, fundiéndose con músicos y letras emotivas, Ja s’ha mort la besàvia, Cançò 7ª en colors. El público aun que no estaba para saltar entre butacas, sí que estuvo participe en L’home estàtic. Voces femeninas como la de Ana Rossi, o la Mercè Romeva (representando a su madre) en Mareta Bufona. Para ir terminando, se acabó de llenar el escenario con la Orquesta Fireluche con quién está preparando un trabajo y gira por toda Catalunya. Los de l’Empordà le acompañaron en Helena , desengayat. La noche se acababa, el público estaba contento, para mi gusto se había abusado de la potencia de vatios y se nos había privado del folk pastoril que también tenía el álbum, y de poder escuchar aquellas letras que fueron fundamentales para que se le considere un álbum mítico. Quedaban los bises para recuperar esta perdida, Noia de Porcellana con solo la voz de Pau Riba en el escenario y El matí just a trenc d’alba a dos voces, con Mau Boada representando a esa generación que admira a un personaje irrepetible en el panorama musical catalán. Pau Riba. + info | relacionados