Pat Metheny

yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Pat MethenyPat Metheny
Festival de Guitarra de Barcelona
L’Auditori de Barcelona, 21 de febrero de 2010

 

Nueva vuelta de tuerca del guitarrista –elimino el término “de jazz”-, Pat Metheny en su continuo interés por dar vida nueva a sus composiciones e interpretaciones. En esta ocasión, en otra visita a Barcelona tras la aclamada actuación junto a Enrique Morente en el Palau, hace ya unos cuantos meses, el norteamericano nos ofrece su nuevo proyecto en solitario, Orchestration, coincidiendo también con la puesta de largo de una nueva edición del Festival de Guitarra de Barcelona.

Orchestration es un disco instrumental en donde la banda de acompañamiento ha sido sustituida por un conglomerado de instrumentos ensamblados en un todo que funciona de forma mecánica, hidráulica y electrónica; accionado por pedales, ordenadores y otros tantos cachivaches que comanda el guitarrista. El proyecto se relaciona con la existencia, en la cultura musical, de instrumentos que funcionan de forma automática gracias a la mecánica y la sincronización. Pues bien, Metheny reutiliza la idea para llevárselo a su terreno y de ese modo, sobre la textura que “interpretan”, el norteamericano toca sus guitarras, más pendiente de que no se encalle ningún mecanismo, que de entablar una comunicación espiritual con el público, al que eludió en la primera mitad de su actuación con intención efectista de no interrumpir la “sinfonía”.

Sobre el escenario, y al inicio del concierto, Metheny sentado en el centro, acompañado a los laterales por alguna guitarra, un piano y un par de vibráfonos –o algo parecido-. Tras él, un telón rojo que esconde alguna otra cosa, que quieren que parezca sorprendente.

El guitarrista en su aparición responde a lo más íntimo y atrayente de la noche, con un solo de guitarra y varias interpretaciones acústicas, incluida alguna versión relacionada con el disco Missouri Sky. Así nos convence. También utiliza su “multiguitarra”, un instrumento con un cuerpo en el que se apoyan diferentes secciones de cuerda y que acaba sonando a una especie de sitar, y a la que sus seguidores ya han visto en varias ocasiones.

Tras ésta, la mejor parte, llegó Orchestration. El guitarrista de pie, acciona algo –o alguien lo acciona- y comienzan a sonar visiblemente unos platillos metálicos de mano, que suenan a modo de acompañamiento metrónomo. Al final de la pieza se desvela el misterio, el telón cae y un auténtico muro de instrumentos en vertical, colgados de una estructura metálica comienzan a sonar. Guitarra, bajo y multitud de elementos de percusión, mecánicamente, comienzan a sonar al unísono, sin alma, pero con eficacia.

Se suceden los temas, Metheny vuela sobre el mástil, duplica su sonido y se multiplica, pero siempre en uno. Las composiciones continúan en la línea habitual, de empacho de sonidos, de punteos inacabables y de momentos de interés y atracción que acaban en explosivos llantos. Quizás en esta ocasión, al utilizar más percusiones, el conjunto suena más orgánico, aunque no rompe sus esquemas habituales, gustando a los fans y dejando fríos a otros amantes de las músicas.

Mientras “la banda” funciona con corrección y sin sentimiento, apreciamos como las teclas del piano se mueven solas, como el bajo acompaña sin manos y como el sonido del viento que surge de botellas iluminadas suena bello. Termina la segunda parte del concierto, el músico da las gracias y explica el porqué de todo este organismo escénico y mecánico, que poca vida debe tener si es escuchado en soporte auditivo, más que nada porque nadie nos dirá que es lo que suena.

Tras ese paréntesis se suceden algunos de los mejores momentos: una improvisación convincente junto a sus “amigos mecánicos”, la interpretación del tema Antonia, del disco Secret story y por último una pieza amena y gratificante: We live here, de homónimo disco, que da paso al bis final y al deleite de los más fans, a las dudas de sus seguidores críticos y a no se sabe qué por parte de los curiosos.

La propuesta, más cercana del circo de feria que de un proyecto musical puede seducir por la sorpresa, por la originalidad, pero en lo musical, que es lo que más nos importa, la ecuación no suma, más bien resta. Si se hubiese dejado acompañar por una grabación, o por una caja de ritmos, Metheny hubiese actuado de la misma forma, no hubiese sido ni mejor ni peor. Así, la alienación, la soledad, y la falta de interacción con sus semejantes solo provoca adormecimiento. Por tanto, arriba los combos y los grupos musicales del mundo que saben extraer de su fusión y relación algo más que música, quizás eso es lo que al fin y al cabo provoca la magia de la música en nuestros corazones. A ver si otra vez, gozamos de esos conciertos que el de Missouri ha ejecutado a la perfección en otros tiempos no demasiado lejanos. www.patmetheny.com/orchestrioninfo  Relacionados // Antonio Álvarez