Pablo Martín Caminero “Al toque”
Sandaru, SFB El Dorado 31 de marzo de 2022
Mientras en los “camerinos” de la sala Sandaru intentaban arreglar una pieza del contrabajo que se había roto en los ensayos, Pedro Barragán, nos anunciaba la programación del siguiente trimestre e incluso lo que se va cociendo para el siguiente “curso”. Nos contó del interés de la SFB El Dorado en programar junto a Pere Pons, conciertos de algunos músicos que se han acercado con mucho respeto al flamenco, aunque se les conozca por otras músicas, y citó a Toti Soler a Pau Figueres o al francés Renaud García- Fons. Siempre es buena noticia cuándo se suma en lugar de restar. Y el concierto de este jueves iba en esa dirección. Como ya os comenté cuándo se editó Al toque, Karonte Records, 2001, este sexto trabajo de Pablo Martín Caminero es un maravilloso acercamiento a la música escrita por guitarristas de flamenco, ocho composiciones formaban el disco y seis de ellas pudimos escucharlas en vivo y disfrutar de tres músicos que deberían visitar con más frecuencia nuestros escenarios. Nombres como Jorge Pardo, Chano Domínguez, Carlos Benavent, Javier Colina es la generación de músicos cercanos a Paco de Lucía que se movían entre esas dos aguas que son el flamenco y el jazz, pero este músico de Gasteiz que ha crecido al lado de Gerardo Núñez, ha ido un paso más allá al componer estos temas homenajeando a guitarristas, pero desde su sonido y su instrumento. Empezaron con Nacencia del maestro Sanlúcar, Caminero trabajaba con el arco, templando su “herido” instrumento continuamente, como asegurando su salud, Moisés P. Sánchez (un pianista esencial en el panorama nacional) iba jugando con el piano de la Sandaru (que no siempre es el idóneo para este tipo de conciertos) y Paquito González, sin prisas, aportaba detalles enriquecedores a la composición de Sanlúcar. Sánchez nos regaló todo un paisaje romántico que no hubiese molestado en absoluto a Sanlúcar. Sin tiempo para enterarnos, los tangos de Moraito ya se colaban entre el público y su reconocible Rocayisa traía todo el ritmo jerezano, que el piano de Sánchez rápidamente lo hermanaba con el jazz latino y de paso aprovechaba para jugar con esas primeras improvisaciones que tanto gustan al trío y a buena parte del público. Espacio para los primeros aplausos, que arrancan incluso antes de que el tema hubiese acabado, repetición de la falseta de Moraito y ahora sí, aplausos y comentario de Caminero, sobre lo tocado y lo que se viene, que es Querido Metheny (Vicente Amigo) con una entrada en que se remarca el estribillo en que un maestro reconocía el estilo de otro, la pulsación de Caminero, ahora ya muy segura, nos demuestra cómo se puede “tocar” el contrabajo para expresar las mismas emociones que la guitarra, pero lejos de buscar imitar sonidos. No tardará Paquito (fiel escudero del maestro Amigo, al que acompaña en muchas ocasiones) en trabajar con toda la libertad sonora para ir metiendo sus “”decires” entre sus compañeros que van subiendo o bajando de intensidad para remarcar emociones que hace rato que han perdido adjetivos, para dignificar una composición de gente que simplemente se admiran entre ellos. Metheny, Amigo, Caminero, tanto monta monta tanto. Otro tema reconocible iniciaba el vuelo por fandangos, era Al Niño Miguel del maestro Rafael Riqueni, otra vez tanto monta monta tanto. Caminero vuelve a jugar con arco y pizzicato y se marca un solo en que la sensibilidad especial del maestro Riqueni queda reflejada, no por la copia sino otra vez por la grandeza de la improvisación, sus compañeros lo arropan enseguida y consiguen una secuencia de las que te trastocan. El piano de Sánchez también pasea gozoso en el final del tema. Y nos vamos a recordar a Don Agustín Sabicas, con ese aire tan original que escribió en su Arabia, aires “moriscos” que Paquito González no dudará en remarcar con golpes certeros que animaban a responder desde el público. El contrabajo de Caminero parecía querer convertirse en violín gitano de los Balcanes y Sánchez “aporreaba” el piano para seguir en ese discurso a sus compañeros. Flamenco, jazz, Balkan Music, ¿qué más da? tres músicos lanzados en un vértigo contagioso. Felices ellos y felices nosotros, en algún momento parecía que alguna chispa de fuego no sé si de danza o fatuo podría salir del escenario. Pero un solo de Caminero parece calmar la “hoguera” parece, porque al momento ya están los tres incendiando de nuevo. Para terminar Alcázar de Sevilla de Paco de Lucía, vuelve Caminero al arco, Sánchez a desgranar “cascabeles” en el piano acercándose a las bulerías pero sintiendo más la libertad del de Algeciras que no el compás, hasta que Paquito se lo sugiere, el trio lo acepta y ahora si se lanzan a esas bulerías que sirven para fin de fiesta. El piano de Sánchez todavía se resiste a escapar sin volver a improvisar, ¡qué grande! Un concierto corto pero intenso y con riesgo. Tres grandes músicos que deberían venir más veces por Barcelona. Ahí lo dejo. + info | relacionados | fotos: Joan Cortès