Orchestra Di Piazza Vittorio
L’Orchestra Di Piazza Vittorio
Grec 08
Teatre Grec
5 de julio de 2008
Con la emoción aun en el cuerpo, hablar de la Orquesta Piazza Vittorio es hacerlo de algo que sobrepasa lo musical y se intrinca con lo social, lo humano y lo artístico con mayúsculas. En el año 2002 el músico y compositor Mario Tronco y el director de cine Agostino Ferrente, se metieron en un proyecto “di pazzi” –de locos-: la recuperación de uno de los cines más antiguos de Italia, el Apollo, situado en la multiétnica Piazza Vittorio de Roma, condenado a convertirse en un bingo. Tronco –vecino de la pintoresca plaza cercana de la Stazione Termini- junto a Ferrente, fueron capaces de mover cielo y tierra con el objetivo de que el mítico Apollo fuera un lugar multicultural para el barrio y la ciudad. ¿Y cómo conseguirlo? Nada mejor que a través del lenguaje más universal del planeta, la música. Subidos a una vespa, al más puro estilo Nanni Moretti en Caro Diario, la pareja de agitadores iniciaron una odisea que hubiera acabado con los nervios del nórdico más estricto –¡esas son las ventajas que tienen los europeos meridionales… la passione mueve fronteras!-. Una búsqueda incansable y escrupulosa por el barrio del Esquilino y otros rincones romanos de músicos que quisieran subirse al carro del “Apollo 11”, nombre con que bautizaron al proyecto. La aventura, grabada desde el primer momento por la cámara comprometida de Ferrente, fue convirtiéndose con el paso de los meses en una experiencia vital, no sólo de los dos promotores principales, sino de los artistas, intelectuales, vecinos y amigos que se implicaron en cuerpo y alma en algo que ya dejaba de ser una locura para convertirse en una realidad. Con malos momentos, algunos críticos que casi hicieron tirar la toalla al tándem Tronco-Farrente, numerosos “no”, idas y venidas y gestiones burocráticas fallidas, pero también con encuentros maravillosos, descubrimientos únicos –como el del magistral cantante ecuatoriano Carlos Paz, el trompeta cubano Omar López o el carismático tunecino Houcine Ataa, entre otros-… De todo ello salió lo que tenía que salir: un gran equipo y una gran orquesta formada de músicos excelentes pero, sobre todo, de personas.
La película, que ya ha sido aplaudida en toda Europa –y que llega con un retraso inadmisible a Barcelona con su estreno en el Teatre Grec-, recoge perfectamente, sin artificios ni posturas maniqueas, toda la esencia que después se respira desde el primer acorde en el concierto. Y aquí es cuando viene lo mejor, la música de L’Orchestra di Piazza Vittorio. Espléndida, rica, vibrante, universal y absolutamente respetuosa con cada estilo de sus componentes y con cada origen –Tunez, Cuba, New Cork, Senegal, Hungría, Brasil, Argentina e Italia-. Cada uno poniendo su grano de arena y todo ello, perfectamente ensamblado y con un sonido y un swing del que muchos deberían tomar nota. Se lo han currado, ¡y de qué manera!. Ahora el Apollo ya es un espacio dedicado al cine del mundo y de autor, a la música y a la literatura, l’Orchestra es una bomba que viaja llevando alegría y buena música por el mundo y el proyecto Apollo 11 es un modelo de iniciativa social-cultural y un ejemplo de integración que llega de Roma y no de Londres ni de Berlín –por si alguien tenía alguna duda de que en la “citta dei pazzi” no pueden hacerse grandes obras-… Ah, y a todo esto, no me consta que Berluschoni se haya dignado a asomar la cabeza por Piazza Vittorio, no sea que algún tunecino le robe su móvil high tech. “Auguri Vittorini!”.//MariaJo López Vilalta –La Morocha-