Olga Román

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Olga Román
“De agua y laurel”, Karonte, 2013

La primera impresión que podría tener un oyente que no conociera a Olga Román cuando escucha por primera vez De agua y laurel, es que ha hecho un disco basado en las canciones de Gustavo “Cuchi” Legizamón , uno de los autores más importantes de la música folclórica de su país, Argentina. Y si bien el compositor sí que es de aquel país, no pasa lo mismo con la cantante, por lo que nos ha sorprendido con su nuevo trabajo.

Olga Román empezó su carrera como solista en Nuestro Pequeño Mundo y, luego, acompañando con su voz a Luis Eduardo Aute. En 1985 se fue a estudiar a Boston, con una beca Fulbright y se graduó suma cum laude en la prestigiosa Berklee College of Music, dedicándose a la música de jazz, llegando a ser nominada en los Boston Music Awards como mejor cantante de jazz en 1992. A partir de 1994 se embarca, en un proyecto que marcará su carrera, como segunda voz de Joaquín Sabina, durante trece años. Pero ello no fue un impedimento para que pudiera, de forma paralela, a partir de 2001, publicar su primer disco en solitario, Vueltas y vueltas, del que su canción Again, fue nominada a los Goya, como parte de la magnífica película El Cielo Abierto de Miguel Albaladejo. En 2005, aun con su proyecto junto a Joaquín Sabina, presenta su segundo álbum en solitario, Olga Román 2, donde cuenta con colaboraciones tan interesantes como las de Jorge Drexler en Apareces, y Carmen París, en Me asomo; un tema con aire de chacarera que sería muy importante para este último trabajo, De agua y Laurel, que estamos comentando, porque se la hizo suya Juan Carlos Baglietto popularizándola en Argentina.

Cuando en 2011 publica Seguir caminando, su tercer disco, ya no está actuando junto a Joaquín Sabina, aunque aquí escenifican un breve encuentro en el tema Margarita, que interpretan juntos. También en él oímos junto a ella a Pablo Milanés en Cada vez que te vas. A raíz de la salida del CD, hace su segunda gira sudamericana presentando el trabajo, después de la que había hecho en 2006 con Olga Roman 2. En esta segunda gira surge el proyecto de De Agua y Laurel. Néstor Díaz, que la había oído cantar Zamba para la viuda, en uno de los bises de su espectáculo, le propone un disco homenaje a Gustavo “Cuchi” Legizamón que ella ya conoce, pues a los 12 o 13 años, le regalaron un disco de Mercedes Sosa, donde había escuchado algunos temas de él y posteriormente también había oído al Dúo Salteño, que cantan sus canciones.yH5BAEAAAAALAAAAAABAAEAAAIBRAA7 - Olga Román

Así, situados, lo primero que nos llama la atención es que el primer disco en el que no canta temas de su autoría, Olga Román haya escogido a un autor argentino, solo uno, y relativamente conocido en nuestro país. Y debemos congratularnos del hecho, pues el resultado es de lo más interesante. Olga Román y Néstor Díaz se han planteado un trabajo desprovisto de todo elemento superfluo, en el que son protagonistas la voz de ella y las guitarras de él, con los añadidos de la percusión de Horacio Straijer, y el contrabajo de Horacio “Mono” Hurtado. Zambas, chacareras, carnavalitos, tocados con una exquisita sobriedad, manteniendo Olga Román su acento castellano, sin que ello quite un ápice de sinceridad a su canto.

Zamba para la viuda, el tema que ella ya cantaba antes, es el primero del disco. Una canción que lleva a su terreno, ralentizándola, un recurso que utiliza durante casi toda la grabación. Le sigue La arenosa y Zamba del Carnaval en la que también interviene el cantante Juan Carlos Baglietto que, como comentaba, posiblemente fue uno de los culpables de este trabajo. Es ésta una de las canciones más bonitas del disco, y el dúo que forman ellos dos no ofrece ningún tipo de concesión. Luego, Cartas de amor que se queman, que como Zamba para una viuda, hicieron famosa el Dúo Salteño. Una zamba preciosa con una letra de Manuel J. Castilla que empieza diciendo: “Ay, niña, no queda nada/ de todo lo que soñamos/ nuestro amor son estas cartas/ que están quemando mis manos”. Tremenda canción de desamor. 

Sigue otro tema triste, Juan del monte, una chacarera donde se acompaña del bandoneón de Juan del Monte, también de la pluma de Manuel J. Castilla, que fue quien colaboró más con sus letras en las canciones de Gustavo “Cuchi” Legizamón. Luego Zamba del laurel, que canta junto a Ángela Irene, una artista que empezó a dedicarse a la canción folclórica gracias al impulso de la propia Mercedes Sosa. Después Cantora de Yala, que, curiosamente, dio nombre a uno de los discos de Ángela Irene. Este tema, uno de los más conocidos del disco, tuvo versiones, por supuesto, de Mercedes Sosa y del Dúo Salteño y, recientemente, una muy curiosa de Esperanza Spalding, únicamente con su voz y su contrabajo.

Carnavalito del duende, un tema de amor apasionado: “Yo te quiero querer/ vos te hacés de rogar,/ pero bajo la higuera/en una siesta me encontrarás”;  Lloraré y La pomeña, con el clarinete de Ricardo Cavalli, dan paso a Juan Pandero. Finalmente escuchamos, como bonus track, Romance del Rio, del propio Néstor Díaz y Luis Castillo, único tema cuyo autor no es Gustavo “Cuchi” Legizamón, y donde interviene Dario Barozzi a la guitarra.

De agua y Laurel, como he dicho, se aparta de la anterior trayectoria de Olga Román, unas grabaciones que estaban más cercanas al pop y al jazz, aunque con algunas influencias de otras músicas, como la cubana o la argentina, como ella explicaba. Aquí, el folclore argentino tiene todo el protagonismo, en esta inmersión en la música del desaparecido Gustavo “Cuchi” Legizamón, el que fuera abogado y que, como compositor, es un referente de la música popular de su país. Un disco que no sabemos si ha sido elaborado con la mirada puesta en el mercado sudamericano, pero que en ningún caso se ha de obviar, porque presenta una oportunidad excelente para conocer la obra de Gustavo “Cuchi” Legizamón gracias a la magnífica adaptación de la misma que ha hecho Néstor Díaz y a la voz y la sensibilidad de Olga Román. + Info | Relacionados | Escucha el programa | Federico Francesch | DESAFINADO RADIO

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