COETUS, Orquestra de Percussió Ibèrica
COETUS
Orquestra de Percussió Ibèrica
Festival Internacional de Percussió de Catalunya
Sala Oriol Martorell, L’Auditori, Barcelona
20 de febrero de 2008
Tener juntos en el escenario a miembros de Tactequeté y a Eliseo Parra bajo el paraguas de un mismo proyecto promete, como mínimo, emoción, diversión, sorpresa y calidad. Tactequeté es una formación catalana, ya universal, de percusión que ha dejado su huella en buenos trabajos y colaboraciones, y mejores actuaciones. Por otra parte, Eliseo Parra también ha dejado en lo más alto su valor estético, su relectura y recuperación de la música tradicional de la Península Ibérica, en cualquiera de sus lenguas. La suma de ambas partes –que ya habían colaborado con anterioridad– suma enteros. Así, con miembros de Tactequeté y con Parra, surge Coetus. Tal como explicó su director musical, el músico, batería y percusionista, Alex Tobías, esta primera actuación era un estreno, “un concierto piloto” –como las series televisivas– de lo que puede venir a posteriori. Y por lo visto en el espectáculo, lo que prosigue promete ser muy interesante.
La formación de Coetus está formada por catorce percusionistas (sólo dos mujeres) y la voz de Eliseo, que como suele ser habitual, borda cada tema con esa voz que parece enlazar con lo más hondo de la tradición vocal peninsular, ya sea en castellano, catalán o gallego. Mientras Parra decora las composiciones con su voz, relatando las letras de canciones ancestrales pertenecientes a nuestro pasado, los catorce miembros restantes se dedican a realizar coros y, lo más importante, a tocar cualquier instrumento o artilugio de percusión que puedan imaginar. Tobías señaló que por primera vez se reunían en un proyecto todos los instrumentos de percusión de la Península, y viendo el material, hay que creerlo. Entre tanto artefacto sonoro se encontraban los más conocidos: panderetas, panderos redondos y cuadrados, castañuelas, cajones, zambombas, bombos y tambores; y a la vez, otros con amplias posibilidades como cantaros, ollas y sartenes, cucharas o conchas. Es decir, todo aquello que fuese capaz de emitir algún sonido en manos humanas.
Quizás, uno de los momentos más interesantes de la noche tuvo lugar en una de las primeras canciones cuando cuatro componentes de la banda hicieron girar a toda velocidad unos zumbadores para crear el sonido adecuado a una canción litúrgica mallorquina con aires apocalípticos. Posteriormente, los diferentes temas se fueron deslavazando con artes mientras el público gozaba de la nueva propuesta, que seduce sin predisponer.
Coetus ha sabido adaptar a su repertorio la riqueza tradicional musical de la Península con gracia y poderío, ya sea a través de una sevillana, una seguidilla o un baile popular castellano o mallorquín. El valor de la propuesta radica en conseguir depurar la esencia de esas músicas quedándose con su ADN, con el ritmo. No es necesaria la melodía porque la banda es capaz de crear una sonoridad que la emula y sustituye. Posiblemente, es en los momentos de más tranquilidad cuando mejor se aprecia la cantidad de instrumentos participantes, de timbres y sonidos que intervienen en la creación de esta orquesta, y como todo encaja como un puzzle. El concierto acabó por palmas y con público y músicos cantando juntos una divertida cuenta atrás, al igual que los campanilleros, con la intención de despedirse e irse a dormir.
Cuando la “serie” se ponga en marcha de forma habitual, es recomendable no perderse ningún capítulo porque tiene más interés del que piensan. // Antonio Álvarez