Nesrine

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Nesrine, ACT, 2020

Nesrine Belmokh es una compositora y chelista francesa de origen argelino que desde hace unos años reside en Valencia, por lo que era inevitable que se encontrase en su camino con otro chelista francés que escogió también Valencia como ciudad para vivir. Si, lo has adivinado, se trata de Matthieu Saglio, de quien no hace mucho que comenté en esta misma web su último trabajo El camino de los vientos, ACT 2020. El encuentro entre los dos chelistas y el percusionista David Gadea tomó forma y nació NES, La diferencia entre los proyectos de Saglio y Nesrine es que en el caso de la chelista hay una presencia más poderosa de la música africana, más cercana a la gran Um Kulzum que no a esos aires más flamencos que secundan la obra de Saglio. Pero voy a intentar olvidarme de Saglio y de NES para centrarme en el proyecto personal de Nesrine, un disco con nueve composiciones suyas y una versión (Vitamin C) que cierra el disco. Para este trabajo ha escogido que le acompañen Vincent Huma a la guitarra, el mismo David Gadea a la percusión, Swaéli Mbappe al bajo y moog y un coro de voces femeninas que le ayudan a acercarse con seguridad a ese soul nord americano que tan bien le sienta a alguna de sus composiciones. Empieza el disco con Rissale, una entrada totalmente africana te atrapa sin remedio y te obliga a seguir ese ritmo que juega entre la tradición y la modernidad de los sonidos de Mbappe. La voz de Nesrine segura de lo que se lleva entre manos (a estas alturas medio mundo habla de sus virtudes) En my perfect man, da un giro más intimista, como queriendo huir de la fama y “desnudando” sus sentimientos. Los coros le permiten brillar entre el resto de las voces, y debo reconocer que la voz de Nesrine se alza segura y convincente, ahora más cerca de las música negras que no de las africanas. Elle, vuelta al continente africano, un tema muy lineal quizás el más popero, hasta Dominique A podría firmarlo. Rimitti es uno de mis temas preferidos, vuelve a destacar el bajo de Mbappe  junto a la guitarra de Huma sugieren buenos momentos, lástima que enseguida la voz de Nesrine evite los solos que creo que podrían ser interesantes, pero como compositora tiene derecho a elegir, faltaría más. Memories, una composición muy guapa que juega entre el soul del otro lado del Atlántico (voces preciosas, tanto la suya como la de los coros) y las percusiones y los ritmos de casa. La línea del bajo de Mbappe me atrapa de nuevo (me declaro fan de este músico)  Mumkin, es un tema que nos aproxima a ese aire religioso que impregna la mayoría de las músicas del mundo y que es difícil de entrar de buenas a primeras, el chelo se erige como instrumento comunicador con el dios correspondiente. Fantasy, aunque cantada en inglés (Nesrine habla y canta en diferentes idiomas) los aires vuelven a ser cercanos a la cordillera del Atlas. A pesar de que los coros vuelven a traer aromas de Nueva Orleans, este ir y venir de una cultura a otra, hace el viaje muy interesante. Night, se hizo de noche y la obscuridad permite esos cambios de registros, tan pronto rollo cantautor, como de repente entran las percusiones y te invitan a moverte con un swing bastante particular. Un tema con muchos aromas diferentes. Silent mood, un título muy apropiado, Silent como la marca del cello y mood (estado de ánimo) en este tema con ese revestimiento instrumental tan sencillo pero tan efectivo, la voz brilla con fuerza y las grandes divas como Kulzum, Amy Winehouse o la misma Sade renacen en la voz de esta joven Nesrine, uno de mis temas preferidos, me imagino que en directo debe impresionar. Y cierran con Vitamin C, vaya sorpresa ¿recordáis a Holger Czukay y la banda CAN? Pues ahí ha ido nada menos Nesrine a buscar una versión para cerrar este disco. ¡Poca broma! Gadea entra a saco con percusiones tremendas, la voz de Nesrine se decanta por el “lado más bestia de la vida” y el cello se vuelve esquizofrénico ¡cuidado con esta mujer! + info | relacionados

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