Eliseo Parra: Cantar y Batir
Eliseo Parra
Cantar y Batir. Autoeditado, 2020.
En 2017, en la presentación de su biografía, Nunca perseguí la gloria, escrita por Rafael Alba —partiendo de unas conversaciones que el cantante tuvo con él a lo largo de un año, con encuentros, todos los martes, en el Café Central de Madrid—, Eliseo Parra decía: “En la explicación de porqué mi vida es como es, actualmente, hay un hito importante en ella que es Agapito Marazuela. Llego a decir que yo pasé de adorar a Paul McCartney, a adorar a Agapito Marazuela”. Yo, con todo el respeto y siguiendo su razonamiento, me atrevo a decir que ha llegado al siguiente hito —de forma consciente o casual, no lo sé—, que es encontrar a Eliseo Parra. Lo ha conseguido en Cantar y Batir, que, como él mismo dice en el libreto, se podría haber llamado Juan Palomo.
Sigo a Eliseo Parra desde hace mucho tiempo, especialmente desde su incorporación a, Al Tall —Quan El Mal Ve D’Almansa—; su paso por las orquestas salseras de Catalunya —La Rondalla de la Costa, La Sardineta—; sus colaboraciones con cantantes catalanes —imprescindible, El peix enamorat, que cantó Marina Rosell—; y, especialmente, su giro folclórico con Agapito Marazuela como referente —Mosaico—. En estos casos, como miembro de otras formaciones y compositor. Hasta que, en 1998, llega Tribus Hispanas y empieza, realmente, a tener su proyecto propio e, incluso, su banda estable. Con ese trabajo empieza una trilogía que sigue con Viva quien sabe querer (2002) —aquí es él quien canta, El peix enamorat, con el título de L’Havanera—y, De ayer mañana (2005).
Es entonces cuando lo veo por primera vez en un escenario, ya como cantante, con su grupo, Tactequeté, en julio del 2007; y luego en 2008, con Coetus —El Grupo de Percusión Ibérica al que Eliseo Parra se refiere siempre como, sus niños—, donde él, en un inicio, era el cantante en solitario del mismo. Mi primer contacto directo con él es en 2009, cuando presenta su disco, Diez —porque fue grabado diez años después de Tribus Hispanas—, y lo entrevisto por primera vez.
Toda esa extensa explicación es para justificar mi osada afirmación de que Eliseo Parra ha encontrado a Eliseo Parra, en el disco. A los que nos ha gustado su trabajo hasta ahora, con Cantar y Batir, podremos disfrutar de él en estado puro, sin artificios. Solo él. Disfrutar, en mayúsculas. Porque Cantar y Batir es una grabación en la que interviene Eliseo Parra y nadie más. Todas las voces y todas las percusiones las hace él. He dicho voces y percusiones porque es lo que hay en los temas: la percusión — omnipresente en su carrera—, y la voz —como único elemento armónico del disco—, doblada, triplicada o lo que haga falta. “Comencé este trabajo con la intención de hacer un disco puro, simple y esencial… casi ná, intentando cantar y tocar como las viejas a las que vi, pero empezó a meterse mi pasado en grupos vocales y se me coló en el trabajo llenando de coros las canciones”, explica él en el disco.
Son doce temas, once de ellos tradicionales; y aunque a tres de ellos les ha puesto música él mismo, en todos ha mantenido los textos como eran. El doceavo es como una sorpresa que después os desvelaré.
Con, En Granada, da comienzo al cedé. Un tema tradicional que él dedica a todas las mujeres de Peñaparda, las que: “Nos enseñaron a tocar el pandero cuadrado”, dice. Es una versión que él hace de uno de sus bailes, con la duda de qué les parecería a ellas si lo oyesen y con la duda, también, de que dirían aquéllas si supieran que el pandero cuadrado lo tocan ahora músicos desde Turquía al Canadá. El tema lo ha dividido en cuatro partes, sin solución de continuidad: Ajechao, Sorteao, Corrido, y Brincao. Cada una con su ritmo correspondiente, que van marcando los diversos elementos de percusión, siempre con el pandero cuadrado como protagonista; con coplas que el desarrolla polifónicamente, con textos diversos, tanto amorosos —“Que te han buscado mis ojos /y no te han podido ver” —, como humorísticos — “Las pestañas me estorban /para mirarte”—. Toda una declaración de principios para empezar el trabajo: percusiones, voces y coplas tradicionales… Una constante a lo largo del mismo.
Aksak, que así llama la segunda canción: “Es un término turco —como él explica—, que se usa para describir los patrones rítmicos que combinan compases binarios y ternarios, como este 5/8”. Un ritmo que aún se utiliza en diferentes partes de la Península, como canta en el estribillo: “En Burgos la rueda, corrido en Segovia, /Sorteo y charrada, salmantinos son”. La composición musical es suya, sobre un texto tradicional, y la ha dotado con ese estribillo que, seguro, va a ser como aquél de su canción, Van por el aire, de su disco Diez, que todo el mundo reconoce—y canta—, en sus directos. La pandereta es la protagonista entre los diversos elementos de percusión con los que acompaña el tema. Respecto a la melodía polifónica del estribillo, seguro que la segunda vez que la oigamos, ya podremos unir la nuestra, a las múltiples voces que él hace.
Asómate a la ventana, es una rondadera que se conoce como la Pulida Magallanera, tanto en la Rioja como en Aragón y que, es casi seguro que todos reconoceréis, porque Imperio Argentina la hizo muy popular, en la película, Nobleza baturra, de 1935. Una percusión arrastrada —no sé cómo definirla—, más unas voces que acompañan el tema, al más puro estilo du-du-á, le confieren una personalidad especial, pero manteniendo —y aquí está la gracia— la esencia de la jota original.
Nuevamente la pandereta como protagonista en, De Luena a Carriedo .Una canción que Eliseo Parra ha dividido en dos partes: Pesao y Ligero. Recopilada a través de Consolación Martínez, panderetera de Ahedo de Las Pueblas, que luego él encontró en el Cancionero de Cantabria. Tema de amores y desamores, con reproche final: “Me has olvidado, /yo no me he muerto, /Mira si tú has tenido /mal pensamiento.”
Maragato pato, es un homenaje a Dolores Geijo, de la Maragaratería. Es un corrido maragato al que él ha añadido un estribillo muy conocido en la comarca, de melodía muy pegadiza. Pero quiero comentar lo que dice en el último verso: “Despedida ya les doy, /Despedida les daré, /Pero para siempre no /Que otro día volveré”. Lo he querido subrayar, porque de los once temas tradicionales del disco, en cinco de ellos los textos acaban despidiendo la canción, como un aviso para que los bailadores vayan preparándose para acabar su baile.
El borrego, es un tremendo romance de pastores. Con el sonido constante de fondo de los cencerros de las ovejas, y acompañándose por diversas percusiones, con la presencia principal del pandero cuadrado, nos explica la historia de esos pastores que, maltratados, acaban —así, literalmente— con su amo. El contraste de su voz en solitario, que en la repetición del verso se convierte en una polifonía vocal muy cuidada, va marcando esta historia de injusticia, venganza, muerte y digno desprecio.
Boverito, es un canto libre, en catalán, muy breve, donde los sonidos del agua acompañan a las voces que nos explican que el boverito [boyero] labra durante la semana y el domingo va a hacer daño. Misterioso tema, que el tratamiento vocal potencia, con esas armonías que rozan la disonancia. Está recopilado del Cançoner Popular Català, que contiene temas que se recogieron en los años 20 del siglo pasado. Una pequeña joya.
En, Pena parda, Eliseo Parra vuelve a dividir el tema en 4 ritmos: Ajechao, Sorteao, Corrido y Brincao, con un tratamiento diferencial para cada uno de ellos. Como el título del tema indica, es otro baile peñapardiano —el segundo—, nuevamente de temas amorosos, de cortejo, con toques gastronómicos: “Son tus dientes confites /turrón tu lengua, /Tus labios caramelos, /quién te comiera”. Panderos cuadrados; luego, panderetas, sartén, y más elementos de percusión que se van incorporando; en un paralelismo con la voz, primero entra sola, luego doblada, para acabar con un fragmento polifónico.
De corrillo en corrillo, se divide en cinco partes, dos corrillos y tres jotas: Corrillo1º, Jota de los laos, Corrillo 2º, Jota chaconeada, y Jota punteada. “De corrillo en corrillo /de calle en calle /me tié tu madre”, empieza el tema, un baile sanabrés. Nuevamente los amores y la ironía, protagonistas: “Dices que no me quieres /Y aunque lo disimules /por mí te mueres”, o “Aún ayer tarde lo supe, /Que el que se muere lo entierran, /Yo creí que lo llevaban, /a beber a la taberna”. En este caso la percusión, que va cambiando el patrón en cada una de las cinco partes —pero sin protagonismos—, sirve de colchón a unas voces que —éstas, sí—, varían su complejidad en cada uno de los tramos.
A dibujarte, es una seguidilla que Eliseo Parra compuso para la interesantísima suite, Romance, que estrenó el Ballet Nacional, con la Orquesta Sinfónica de Madrid, en 1996, en el Teatro de la Zarzuela. “Yo cantaba los temas —nos explicaba Eliseo Parra—. Me pidieron que hiciera una sardana, un bolero valencià, unas seguidillas manchegas, una charrada salmantina, una muñeira y una jota aragonesa.” Justamente, A dibujarte, es la seguidilla manchega de, La Boda Estorbada, que así se llamaba el romance en el que se basaba la obra. Una obra que hizo que posteriormente fuera la Compañía Nacional de Teatro Clásico quien le encargara la música de Peribáñez el Comendador, donde también cantaba él, con la que estuvo un año de gira. Precioso el principio de, A dibujarte, donde, tras unos toques de pandero, son las voces las protagonistas en solitario, en una cuidada armonía, que, luego, van completando las percusiones. Un tema en el que las variaciones las protagonizan los instrumentos de percusión, mientras la forma vocal se mantiene, con la voz en solitario cantando las estrofas, mientras un coro, al fondo, la va sosteniendo.
El último tema tradicional del disco es, Cha, Cha, Cha, Charro. Otro tema compuesto por Eliseo Parra, como homenaje, en este caso, al charro alistano —como lo fuera el tema, El trébole, de su disco, El man sur—. Se lo enseñaron en Nuez de Aliste, y es un baile que llaman, de p’aquá p’allá. Un tema que, explica, ha triunfado cuando lo han cantado en los escenarios de América, África y Europa. Es la única ocasión del disco donde oímos voces que no son la suya. Se trata de las que se podrían escuchar en una fiesta donde los asistentes van jaleando las evoluciones de los músicos —del músico—, que canta sus versos llenos de ironía y advertencias: “Que ese fraile no venga /más a tu casa /[…]Que debajo la capa /trae viva brasa”. Es como la conclusión del disco —antes de la sorpresa que os dije—, en la que tras una reunión, la gente se despide con expresiones de alegría.
Vanesa Muela decía, en unos vídeos donde explicaba cómo eran algunos de los instrumentos de percusión, que el pandero cuadrado estaba hecho, en otros tiempos, de piel de gato, y que incluso, en su interior, se ponía el cascabel que aquél había llevado en vida. Cierto o no, cuando en los conciertos de Coetus, Aleix Tobías explica la forma en que se toca y, sobre todo, se memorizan los ritmos que se hacen con el pandero cuadrado, utiliza la formula de repetir, de distintas maneras, las silabas de la palabra gato y sus derivados. En Cha, Cha, Cha, Charro, el propio Eliseo Parra utiliza estas silabas.”Ga to ga ti ga ti ga ti ga to ga ti toto gati…”, de forma similar como lo hace su discípulo, que lo debió aprender de él. Lo que no sé que de cierto tiene esa relación de los gatos con la fabricación del instrumento, como afirma la cantante vallisoletana.
La sorpresa con la que acaba el disco es la versión que Eliseo Parra hace de, Mediterráneo, de Joan Manel Serrat. Os dejo con sus palabras: “Llevo cantando este tema desde los 22 años, cuando aún vivía en Ibiza. Allí fue donde me contaron, músicos próximos a Serrat, que en principio el tema debía ser a un ritmo 5/8, pero al final se grabó en 6/8. Este comentario quedó arrinconado en la memoria hasta que se convirtió en un reto y así va mi versión, que el poeta y el compositor me perdone.” La forma de interpretarlo, de Eliseo Parra; las voces que adornan el tema; las percusiones; el ritmo 5/8—por supuesto—; le confieren una personalidad especial a este archifamoso tema que hemos oído —al derecho y al revés—, en multitud de versiones. Unos melismas arabizantes, al final de la canción, nos recuerdan en qué ubicación geográfica estamos.
Como habréis ido viendo, muchos de los comentarios sobre el disco de Eliseo Parra —con los que he ido completando esta reseña—, están sacados del libreto del mismo. También hay fragmentos de todas aquellas cosas que he podido ir añadiendo, de lo que me él me fue explicando en las entrevistas que le he ido haciendo, desde aquella primera de 2009. Ahora me tocaba otro encuentro con él, gracias a la presentación de, Cantar y Batir, en el Festival Tradicionarius, en Barcelona. Pero las circunstancias actuales, no me han permitido ni desplazarme para hablar con él ni, tan siquiera, poder asistir al concierto del pasado día 16 de enero de 2021, donde presentó su disco, oficialmente, en el CAT de Barcelona. Mi compañero Cándido Querol ha hecho una magnífica crónica, que aquí mismo podéis encontrar.
De todas formas, he disfrutado con Eliseo Parra, y su, Cantar y Batir, como en las mejores ocasiones en las que lo he hecho con sus músicas. Oyéndolo me he acordado del disco de Raúl Rodríguez, Razón de Son —de estilo muy distinto, pero con un espíritu de recuperación tradicional similar—, en el que también era él solo quien cantaba y tocaba todos los instrumentos de la grabación, como aquí ocurre. La sensación de escucharlo en plenitud, como él verdaderamente pensaba y quería, es la misma que he sentido ante este último trabajo de Eliseo Parra. Siempre me ha gustado la música cercana en su formato, donde se ven realmente las virtudes del intérprete y del compositor —sin artificios ni afeites—, y aunque en, Cantar y Batir, la tecnología también interviene, tanto en las mezclas de las diferentes pistas, como en su masterización —a cargo de José Dalma y Antonio Moreno, respectivamente—, ha sido voluntad absoluta de Eliseo Parra que su disco sea como es, para que lo podamos disfrutar con la certeza de que es una obra —magnifica, sin duda— cien por cien suya, tal como él la ha pensado y ha querido que fuese. No digo que deba olvidar otros formatos, pero éste — y espero que muy pronto—, me gustaría que lo volviera a retomar, para poder volvernos a encontrar con Eliseo Parra en estado puro. + Info | Relacionado |Texto y Fotos: Federico Francesch | DESAFINADO RADIO | Escucha el programa de radio 1 | Escucha el programa de radio 2 | Escucha el programa de radio 3