Mulatu Astatke & The Heliocentrics
Mulatu Astatke & The Heliocentrics
"Inspiration Information Vol. 3"
Strut Records, 2009
Las alianzas entre músicos occidentales y titanes del ethio-jazz siguen dando buenas cosechas. Hace tres años años los holandeses The Ex departían con el saxofonista Getatchew Mekuria, uno de los muchos protagonistas del “swinging Addis“. En Moa Ambesa daban vida a un excelente álbum que navegaba entre el art-punk de filiación noise y las embestidas de alma free proferidas por el septuagenario soplador abisinio. Lejos de quedarse en una anécdota ocasional este singular encuentro, la historia se repite esta vez con diferentes protagonistas y dentro de lo que es el volumen 3 de la serie Inspiration Information que reúne a músicos de distinto pelaje (el primer trabajo correspondía a Sly & Robbie y Amp Fiddler, y el segundo a Horace Andy y Ashley Beedle). Los británicos The Heliocentrics arriman sus ascuas al vibrafonista y director musical Mulatu Astatke, otro gigante de la música de Etiopía. Los de la Pérfida Albión son un nutrido colectivo de músicos, que parapetados tras flautas, saxos, vibráfonos e instrumentos de percusión varios, manejan un discurso totalmente urbano. Algo así como un compendio callejero donde se arraciman estilos como el funk, el jazz o el hip-hop. Es una banda en la que su discurso bebe tanto de la cálida verborrea de Guru Jazzmatazz, como de los compases de celuloide propios de The Cinematic Orchestra. Por su parte Mulatu Astatke es un inquieto explorador de los pentagramas que cursó estudios musicales en el Trinity College de Londres, amén de convertirse en el primer músico africano que se sentó frente a los atriles del Berklee College Of Music de Massachussets. Valga como anécdota de su relumbrón el que acompañara al venerable Duke Ellington y su orquesta en una tournée por tierras etíopes; aunque quizás su mayor popularidad le venga más por su colaboración en Broken flowers, la película del archiconocido director Jim Jarmusch. El mano a mano que se produce en estas catorce canciones encandila por la perspectiva en que colisionan dos realidades musicales alejadas en contexto y localización. Las voces tradicionales del cuerno de Africa y el rasgado del kraar (la lira de seis cuerdas etíope) casan sin estridencia alguna con el marcado ritmo drum & bass del bajo, y la batería y las líneas jazzísticas que se deslizan por el piano a lo largo de Yekermo sèw (Un hombre de experiencia). Aquí la psicodelia y el impresionismo planean en todo momento a lo largo de la segunda mitad del tema. Canciones como Mètché Dershé (¿Cuando voy a llegar allí?), Tezeka (Nostalgia) o Gubèlyé (Mi Gubel) podrían estar presentes en cualquier volumen de la serie Ethiópiques, pues están más cerca de la tradición musical de las orquestas de metales locales de los años 1970 que del tratamiento eléctronico que se le confiere a Kasalèfkut hulu (De todo el tiempo que he gastado), donde suena el washint (flauta etíope de bambú), y los vientos le dan un aire de banda sonora con regusto a thriller. Convendría también destacar el pulso rítmico de la pieza más jazz de este trabajo, Dèwèl (Campana), con unos delirantes violines dignos de Mark Feldman y unas flautas en la estela de Herbie Mann. Quiénes gusten de la expresividad inconformista de Sun Ra o el Miles Davis de Bitches Brew, y estén prendados de lo que se cuece en el catálogo de la etiqueta británica, tendrán poderosas razones para amar este inusitado encuentro. Bestias pardas como Gilles Peterson o Quantic no han podido resistirse a su encanto. // Miguel Angel Sánchez Gárate