Mèlodie Gimard
Sandaru. SFB El Dorado. 20 de mayo de 2021
La pianista y compositora Mèlodie Gimard presentaba en la Sociedad de Flamenco El Dorado su proyecto Numen. Aun que se basa en palos de flamenco, el quinteto desarrolla su trabajo en lo que consideraríamos latín jazz. La cuestión es que prescindiendo de etiquetas después de más de una hora de concierto el abundante público de la sala (se notan las mejoras en restricciones) aplaudía puesto en pie a un quinteto que merecía su reconocimiento. Veamos porque. El escenario, lejos de la sobriedad de dos sillas para guitarra y cantaor, mostraba un montaje de plantas tropicales y hasta lucecitas por el suelo (tapando los cables) que hablaba por si solo del sentimiento cubano que conlleva la música de Gimard. Aparece la pianista sola, juega un poco con las tripas del piano y mientras suena de fondo unas grabaciones de voz en off del Chozas sobre el Romance de Zaide (Lope de Vega) la joven pianista deja claro porque está actuando en este ciclo. El piano suena seguro rítmicamente (Mèlodie es también bailaora) pero además tiene toda la riqueza melódica de la música tradicional española. Aparecen en escena Anna Colom al cante, Martín Meléndez al cello y Pablo Gómez a las percusiones. Arranca el cuarteto con unas alegrías y la voz de Anna Colom nos trae los versos de Bécquer. El cubano Martín Meléndez que juega con su instrumento como si de un contrabajo se tratara ya vuela a su aire y las percusiones de Gómez se acoplan con gran facilidad al piano de Gimard. Ya dejó claro que el pianista fue esencial en el inicio del proyecto, se nota. La voz de Colom nos lleva a la Caleta y el ambiente es fabuloso. Las remata por jotas (La Hiedra) (que son cercanas a las alegrías) Se incorporó Carlos Sarduy (trompeta) y Mèlodie presenta el siguiente tema Numen que da título al disco. En las letras echa mano del legado de Morente. Meléndez y Gómez recrean una sección rítmica cercana al jazz y el piano caracolea como lo haría Chano Domínguez, con quien compartió cartel Gimard en el festival de jazz de Barcelona. Y cuándo entra la trompeta de Sarduy jugando con su paisano Meléndez el pescao ya está todo vendido ¡Enormes! Gimard zapatea a gusto mientras toca el piano y Colom se viene arriba con entera libertad. Sin más pérdida de tiempo había que dirigirse a Cuba. Y llegó la milonga dedicada a su mama. ¿Qué sería? Con una entrada de piano preciosa que recoge el aire inconfundible de la milonga (no puedo evitar pensar en la del Forastero en la voz de Carmen Linares) va dando paso a las percusiones cómplices de Gómez que tan bien le sientan. Va cantando en francés pero a volumen muy bajo (como un recitado) pero el cello de Meléndez ya está haciendo de las suyas. Como canta suavecito dando un aire muy tierno a la milonga, casi de nana. La trompeta de Sarduy se alza segura, y se adueña de la parte central del tema (latin jazz de gran nivel) las percusiones de Gómez juegan a repasar diferentes estilos como el cha cha o el bolero. Siguen por guajiras introducidas por el cello de Martín Meléndez y esa magia especial que tiene este gran músico. Un solo de los de quitarse el sombrero. Jugando con temas populares como El Manisero, el público ya está entregado. La banda se va integrando y la fiesta está servida. De ahí al cielo. Vuelven a Andalucía para retomar la bulería que tan bien se hermana con cualquier música. El laberinto, aprovecha para explicar el porqué de la canción mientras la sección rítmica (Gómez y Meléndez) ya están lanzados. Y el piano de Gimard en plena libertad vuelve a elevarse por encima de cualquier etiqueta y sale con soltura de cualquier laberinto que se le cruce, muy bueno. Hay que estar muy atentos a la evolución de esta mujer, puede darnos muy buenos momentos. Para terminar después de presentar a la banda hicieron una farruca, Deja vivir, una farruca que Gimard compuso como un poema sinfónico, de ahí la entrada del piano solo sin prisa por definir estilo. Será la voz de Colom la que centrará el compás, mientras que el cello y las percusiones siguen jugando por los márgenes. La farruca coge fuerza y el quinteto demuestra que puede trabajar con cualquier palo, tienen el compás metido en el cuerpo y la libertad musical en sus dedos ¡no pueden fracasar! + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès.