Mariola Membrives.
Mariola Membrives 20.16
SFB El Dorado. Sala Sandaru, 10 de marzo de 2016
Se esperaba con ilusión el concierto de la cantaora en El Dorado por varios motivos. Primero por el aplazamiento de su anterior visita programada para el año pasado, segundo por los acompañantes que traía (músicos que suelen trabajar en otros campos, pero con reconocido prestigio) y tercero y fundamental por la atrevida propuesta. Seguimos en el ciclo Lo Morente y Mariola no quiso evadir el compromiso de homenajear al maestro, aun que supusiese trabajar nada más y nada menos los arreglos de aquel mítico Omega El Europeo Música, 1996 que cumple la friolera de veinte años. Pero Mariola sabía que había parte del público que esperaba además un poquito de lo que nos perdimos el año pasado, así que quiso por una parte dar unas pinceladas a su Llorona Whatabout Music, 2014 que era el espectáculo que hubiésemos presenciado en junio (Masa Kamaguchi al contrabajo y ella a la voz) y presentar algunos revisiones de Omega adaptado a un quinteto. Empezó la tarde con Omega, más de 10 minutos en que la letra de Federico García Lorca se iba encontrando con el jazz, la trompeta de Pol Padrós con esa sordina que amortigua los gritos de los que sufren, la batería de Marc Miralta acostumbrada a repiquetear con todos los grandes flamencos, el contrabajo de Kamaguchi fiel aliado de Mariola y la guitarra flamenca de Pau Vallet, quizás la apuesta más novedosa en contra de aquellas guitarras eléctricas de los Lagartija Nick y la voz de Mariola que desde el principio tuvo claro que iba a dejarse la piel en la apuesta, había que gritar todo el dolor de las letras y ella puede hacerlo. Siguieron con Pequeño vals vienés, y la poesía de Lorca y la música en este caso de Leonard Cohen se alejaron discretamente de Morente y quisieron rendirse a Mariola. Para un servidor esta mujer tiene una voz que te atrapa por su sentimiento, en como dice las letras y en este tema quedó más que claro. Se quedan solos contrabajo y voz y nos deleitan con una colombiana, Kamaguchi se fusiona enteramente con el contrabajo, es parte de él, no quiere tocarlo, quiere estar dentro suyo para escuchar desde allí la voz de Mariola. Mariola, como mujer sin fronteras se va en esos cantes de ida y vuelta y uno ya no sabe dónde está. Pero Mariola sí que sabía dónde estaba y quiso apostar fuerte con la Taranta de la Gabriela un cante primitivo y complejo que te pone la piel de gallina. Volvió el grupo para seguir con Cohen y Lorca. Sacerdotes y La aurora de Nueva York. Qua genialidad que la visión de nuestro Federico al acercarse a la gran manzana pueda fusionarse con la música que mejor define a esa ciudad, el jazz. Volvió a quedarse a solas con Masa Kamaguchi, el alma de Mariola estaba dividida. Quiso acordarse de su tierra y homenajear a la gente del campo con La Pajarona, y aquí señores uno se olvida de si ha venido a escuchar flamenco, o jazz, uno se rinde a los pies descalzos de Mariola y solamente disfruta de que una voz profunda te ofrezca una parte de nuestra historia musical con orgullo de haberlo vivido en carne propia. Ante la duda de que formación escoger, ganó el homenaje a Morente, volvió el quinteto a escena, hicieron Aleluya, con una guitarra de Pau Vallet que brillo muy alta y terminaron con Ciudad sin Sueño. Con la promesa de que pronto en la sala Jamboree podremos escuchar Omega al completo. + info | relacionados | Texto Candido Querol. Fotografía Federico Francesch.