María Moreno. “Verso libre”

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Sandaru. SFB El Dorado 22 del 3 del 2022

Dentro de la programación de Dansa Metropolitana 2022 se presentaba en la SFB El Dorado esta propuesta de la bailaora gaditana María Moreno. No estaba la sala llena (supongo que todavía quedan cabales a los que no les convence la fusión danza / flamenco) pero los que estábamos pudimos disfrutar de esta propuesta diferente y al mismo tiempo cercana a la filosofía de la SFB El Dorado. El baile flamenco, de todos es sabido, vive una etapa de esplendor. Son muchas las figuras que están revolucionando el baile, y que mejor ocasión que esta semana de la danza, para demostrarlo ¿O acaso no podemos llamar danza al flamenco? Para la presentación en Barcelona de este “Verso libre” acompañaban a María Moreno, la guitarra de Juan Requena (que ya nos ha visitado en varias ocasiones) tanto en solitario como acompañando a figuras como José Valencia o el bailaor Jesús Carmona y la batería de Manu Masaedo. María Moreno está inmersa en lo que se denomina work in progress (un espectáculo abierto que se modifica según resultados ante el público) y quiere trabajar sobre la solea como uno de los palos fundamentales del flamenco.  De ahí que la improvisación sea fundamental. Se trata de cuatro soleas totalmente diferentes en que la bailaora busca la complicidad de sus compañeros pasando con facilidad de líder a espectadora. Un círculo proyectado en la pared enmarcaba la figura de María Moreno que como un lento amanecer aparecía despacito y sin prisa. Leves taconeos y movimientos sencillos (como una tragedia griega que no se mide por su velocidad sino por su tensión)  la batería de Masaedo acude puntualmente en su ayuda y ambos “percusionistas” se juntan en la primera de las improvisaciones.  Masaedo que ha compartido escenario con gente como Paquito de Ribera o Wynton Marsalis, usa sin miedo todas las posibilidades de su instrumento y la coordinación entre ambos percusionistas es absoluta.  La guitarra viene a recordarnos que hay otro músico en escena, y da unas pinceladas de otro color al cuadro, pero todo sin prisas, sin que nadie se coma a nadie. Difícil de reconocer  la estructura flamenca ya que la libertad de compás es total.  Pero al quedarse sola la guitarra sí que es reconocible el aire de solea. Cuándo vuelve a entrar la percusión y el baile se inicia otra melodía pero el público ya ha entendido que el espectáculo es un continuo y solo la emoción mandará a la hora de aplaudir. La batería de Masaedo bombea la sangre necesaria, la guitarra salpica aromas y María Moreno baila con el cuerpo y la mirada. Es un baile profundo, dónde hay más búsqueda que encuentro. Lo que más me gusta es la perfección con que se compenetra con la percusión, son dos metrónomos perfectos. Estalla una explosión en que la soleá se hermana con la fiesta, caballo que parece desbocarse, pero de nuevo la libertad con que la guitarra con cuerda al aire y la danza sigilosa de la bailaora vuelven a descodificar cualquier asomo de palo. Todo el tiempo es un buscar y huir del compás. La gaditana se “esconde” detrás de Requena que ahora sí que ejerce durante unos minutos de solista.  Quizás el momento más “clásico” de la tarde. Entra con cuidado y por fases el baile, sin dejar de escuchar la guitarra y se establece un diálogo muy romántico entre baile y guitarra. La guitarra hora parece “cantar”, después de un zapateado rápido el público ya no aguanta sus oles. Pero cortitos porque la escena sigue sin pausas. De nuevo el trio está lanzado y ahora sí, después de casi media hora nos damos el lujo de aplaudir a rabiar, como premio a los artistas y como relax de la tensión acumulada. Vuelve la pulsación sin medida, se lanza María Moreno a un solo sin red, golpea, con pies y manos, desliza y rasga con igual sentimiento que taconea. Y Masaedo vuelve a unirse a la improvisación, sigue él sólo demostrando su facilidad para fantasear sonidos, María se une o se amaga según le parece. Decide coger una silla, que había estado medio escondida detrás de la batería, se sienta y se acuerda de La Chana, pero sigue siendo Masaedo el que está sembrado ¿Jazz, flamenco? cuándo un músico está improvisando así, qué más da.  Vuelve a ser la guitarra la encargada de centrar el tema. Los tres tienen ansias de libertad, a mí me parece que acabaron yéndose  por tangos, pero cualquiera sabe lo que su imaginación les permitía. No llegaba a cuarenta minutos y abandonaban el escenario. No sin antes jugar un juego de frases “populares” que iban diciendo Requena y Masaedo como desafiando a Moreno a bailar. Lástima que no se escuchaban bien.  Pero lo que contaba una vez más era la libertad.  Volvieron a salir para una corta despedida, para mí no era necesario, ya habían dejado claro su valía. ¡Que se repita!  + info | relacionados   |Fotos: Joan Cortès