Marcos Pin

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“Óstraka” 2019

Basándose en el libro de poemas del mismo título escrito por su paisano Luis Valle, el compositor y guitarrista gallego Marcos Pin ha compuesto una suite de ocho movimientos y echando mano de su amplio abanico musical (demostrado con creces en los once trabajos anteriores a su nombre) nos lleva a recorrer, más que paisajes, profundas emociones. La portada al igual que el video del final del artículo es obra de Rafa Pasadas y ambos complementan a la perfección la música que contiene el disco. Óstraka significa ostra en gallego y hace referencia al ostracismo, (mirando la portada)  tenemos esa niña apartada del corro festivo. Igual que tendremos el violín de Nicolai Velikov llorando en más de una ocasión por todos los olvidados que en el mundo han sido. Ese violín que tanto me recuerda al de Mark Feldman en aquel maravilloso Charms of the night sky Winter & Winter, 1998 del trompetista americano Dave Douglas. Si me preguntas si es jazz, te diré que sí. Solo con el primer movimiento O nariz o vidrio ya debería quedar claro, no te inquietes por el cuarteto de cuerda y escucha la guitarra de Pin como subraya lo que instantes antes ha anunciado el contrabajo de Juan Cañada. Si me preguntas si esa maravilla de Ceo de Beduino no bebe de otras músicas, te diré que por supuesto. En nueve minutos hay tiempo de que el violín nos lleve a sitios insospechados, que el contrabajo juegue a percutir desde los ecos africanos de cualquier música occidental, que el cello nos hable de soledad y que la guitarra de Pin se mantenga discreta hasta que encuentra el momento de hacer un dúo con el contrabajo y recordarnos que el blues siempre está agazapado detrás de cualquier estructura. Canción estraña es otro de los temas más significativos del disco (quizás por eso el montaje visual de Pasadas) puedes apostar que los arreglos no se hicieron en un momento. Si en su anterior disco Triangle and square se poyaba en cuatro guitarras, ahora ese dúo exquisito con el contrabajo y el cuarteto de cuerda le sirve a Pin para transmitir unas emociones mucho más impresionistas. En So escoito a Choiva , tenemos que acercarnos por fuerza a ese personaje que en la portada queda sola, como uno debe estar solo cuándo escucha la lluvia, todavía más impresionista y cargado de saudade, la guitarra vuelve a estar increíble al lado del contrabajo. En A fiuza dos oito después de la distorsión inicial del cello que quiere despistarnos, la guitarra nos lleva directamente a los grandes espacios del western, con esa tensión que tan bien lo define. Y Mendigo de luz entronca directamente con el bop e incluso con los ecos de Reindhart. Vuelta al corro festivo. Para terminar  O letreiro de Limiar, puede estar orgulloso Cañada de la música que ha escrito Pin, ya que en muchos momentos del disco el gran protagonista es el contrabajo. Un contrabajo que muestra el camino dónde podrán acogerse los otros instrumentos en esa búsqueda del regreso al grupo. Dicen que no hay pena mayor que el destierro, ya que en el paleolítico sin pertenecer a un grupo no podías sobrevivir. Pero con estas composiciones de Pin uno puede recogerse en la soledad buscada (no impuesta) y estar escuchando una vez tras otra esta sinfonía que nos envuelve en un abrazo cálido pero no invasivo. En el segundo violín está Kiyoko Ohashi, en la viola Timur Sadikov y en el cello Carme Tubio. El diseño es de Rocio Alen.  + info | relacionados | Foto disco y vídeo: Rafa Pasadas. Foto Marcos Pin: Isabel González

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