Manuel de la Luz
SFB El Dorado
CC. Parc Sandaru, Barcelona. 19 de febrero de 2015
Venia el guitarrista onubense avalado por el triunfo en la Bienal de Sevilla, que no es moco de pavo. Por desgracia el público de Barcelona todavía no valora en su justa pedida estas propuestas. La guitarra como instrumento de concierto (sin cantaor) todavía sigue sin atraer a un público que en otras latitudes alucinaría con el arte de los maestros. Se presentó Manuel de la Luz con una taranta en homenaje a Paco de Lucía, Cueva de la Mora, un tema que estará en su próximo lanzamiento en abril. La mano izquierda demostró las horas de ensayo que lleva encima, es todo un espectáculo verlo tocar, pero además y sobre todo es un placer escuchar esa manera de crear música con solo un instrumento. El público, escaso pero fiel, se volcó desde el principio a la propuesta. Aun que siempre queda algún despistado que le pedía al maestro que se cantase una. Para el segundo tema apareció Diego Amador, el joven hijo del pianista de mismo nombre con solo vente años tiene claro como acompañar discretamente a una guitarra concertista. Primero con el cajón y después con el djembe fue añadiendo sutilezas a la poesía del maestro. Los tangos suenan bonitos con el djembe y las culturas de ambos lados del Mediterráneo vuelven a fundirse. Le dedica una solea a Pedro Barragán por apostar por este tipo de conciertos y vuelve a crear un espacio donde la finura del toque embelesa y relaja por igual. Era como escuchar dos voces, por un lado la métrica exacta de la solea y por otra los adornos que añadía. Se acordó de su tierra con unos fandangos de la Calle Nueva y recordó sus primeros pasos escuchando a El Niño Miguel, un paisano suyo al que según Manuel habría que situar entre las primeras figuras del mundo de la guitarra. Tenía claro que el concierto había terminado después de un trabajo intenso de más de una hora, y aun que ante la insistencia del público volvieron a salir a saludar, ahí quedó la cosa. + info | relacionados | Candido Querol