Malena Muyala en Buenos Aires
Malena Muyala en Buenos Aires
La voz del alma
La pasé a buscar por un moderno hotel de Palermo Hollywood y tras un fuerte abrazo, decidimos ir a un algún barcito de alrededor para llevar a cabo la entrevista que, dicho sea de paso, nunca existió porque Malena Muyala se encargó de acortar la distancia en el instante mismo de aquel saludo fraterno.
Malena es simple, como muchos de los uruguayos que conocí, pero muy profunda. Por su obra y gracia, tuve la maravillosa sensación de que la conocía de toda la vida y en ésa tónica fluyó el encuentro que aquí os comparto.
Sospecho que Malena no es tu nombre artístico. ¿Me equivoco?
No. Yo aparezco en la música y nazco a través del tango. Nací y mi familia me puso Malena. En aquella época no se hacían ecografías, o sea que, no sabían qué venía. Nací yo y mi padre fue corriendo a ponerme Malena. En mi casa se escuchaba permanentemente tango. Se escuchaba mucho a Pugliese. Para mi Pugliese es el gran innovador, si bien Piazzolla genera en algún momento mucho más asombro, Pugliese era un maestro del arreglo, de desestructurar la armonía. Mi padre me tenía desde los dos o tres años todo el día escuchando a Pugliese, no te estoy exagerando… me explicaba lo que hacía el violín de su orquesta, yo era muy pequeña, pero creo que todas esas cosas fueron formativas.
O sea que desde siempre el tango estuvo en tu ADN… ¿Cómo definirías tu estilo?
El tango me encanta pero cuando yo empecé a perfilar mi estilo, me di cuenta que me alejaba de ciertos cánones de lo que se entendía por tango tradicional. Ni siquiera cuando tenía 20 años y me presenté en Uruguay al Primer Certamen Nacional de Tango… no te quiero exagerar, pero de los 400 postulantes, unos 370 se presentaron con una estructura tanguera bien tradicional y a mí me cuestionaban mucho. Me decían: «No, chiquilina, vos tenés que ponerle más garra. El tango es pasión» Sí, yo que sé, pero de repente esa pasión para mí no se expresa casi bordeando la bronca. Para mí quizá la pasión pasa por otro lado, por otra profundidad, por otra intención. No podría definir mi estilo pero si te podría decir que siempre he estado mirándome, escuchándome para saber qué es lo que quiero decir.
Han pasado siete años desde que grabé mi último disco de estudio, por ejemplo, porque sentía que no era el momento. Nada me apura. No vine a rendirle pruebas a nadie.
¿Recuerdas cómo o cuándo surge el amor por la música?
Mis dos abuelos maternos estaban muy relacionados con la música. Nos cantaban, nos hacían escuchar discos de pasta de tango. Mi abuelo de joven había formado una murga y yo, que nunca fui de dormir mucho, en las horas de la siesta me iba al patio con él, me daba textos larguísimos para cultivarme la memoria, me recitaba algo y me decía: “Usted para mañana se me aprende esto”. Y yo apuntaba, a mi me encantaba, en cambio, mi hermano no le prestaba mucha atención a esas cosas.
Cuando tenía 8 años armé una murga, escribía las canciones y luego se las daba a él para que las viera. Siempre tuve esa tendencia.
Con mi abuela viajaba mucho al campo de una prima. Íbamos en tren, teníamos un viaje de dos o tres horas, y yo conociéndola, desde el viaje le iba diciendo: «Una sola cosa te digo, no me hagas cantar» pero ella no terminaba de llegar a los lugares y lo primero que decía era: «Les tengo una sorpresa: Malena va a cantar» (la imita en timbre y cadencia y la recuerda con profundo cariño) ¡Ella me hacía cantar en todos lados!
¿Hubo algún referente que miraste para delinear tu personalidad a la hora de interpretar?
Nos vamos moldeando, recibiendo cosas y descartando otras. Estamos como en una permanente construcción de nosotros mismos. Yo creo que no hay ningún ser humano en el mundo que sea realmente él. No te puedo decir cómo se fue delineando, lo que sí te puedo decir es a quiénes yo escuché y por qué me marcaron. A mí me gustaba mucho escuchar a Serrat porque le entendía las letras, me parecía que hacía las pausas justas. Yo interpretaba que él era un cantante que no estaba en la obsesión de mostrar cuánto cantaba. Si era necesario sí, pero si no era necesario, no. La voz, realmente, es una herramienta para transmitir algo, no para ostentar.
Me gustaba mucho Gardel. Si bien los tangueros tradicionales piden revientes y fuerza, Gardel era un tipo extremadamente delicado para cantar. No hay ningún final reventado por él. Siempre hay un pequeño glissando y un final tranquilo, y mucho peso, mucha importancia a qué estoy diciendo. Y no te voy a decir que eso me obsesiona, pero siempre pongo mucho foco a eso. Hay muchas canciones que no las canto porque o no comparto lo que dice la letra, porque no le encuentro una vuelta para cantarla, o porque siento que yo no tengo nada para aportarle a esa letra. También, con el tiempo me fui dando cuenta de lo que realmente me iba pasando con las canciones. Y era que si bien yo soy la interprete de las canciones, no soy la protagonista, y entonces estoy en ése lugar tan delicado que es que te estoy contando algo que no es mi historia pero, por otro lado, tampoco soy un ser inerte, la canción pasa por mí, mi emotividad. Hay muchos elementos para que el intérprete pueda llegar al otro. Si yo me pongo en protagonista de la historia a vos te puede interesar o no, va a depender de la afinidad que tengas conmigo, pero siempre va a ser una historia ajena. En cambio, si yo la paso por mí, pero a la vez te doy espacio a vos también participes, cambia.
A Alfredo Zitarrosa también escuchaba mucho. Cuando yo tenía diez años, Zitarrosa fue a San José, yo lo conocía de oído, habíamos salido recién de la dictadura. Había mucho ruido en el estadio, había pasado una murga… y de repente, se para un tipo frente al micrófono y empieza a cantar y se hizo un silencio total. Yo me fui a delante de todo y me quedé absorta. No podía creer lo que estaba viendo. No te imaginas lo que era en vivo. Era él, no necesitaba nada más. De vez en cuando tomaba con vaso con agua y hacía algún gesto con la mano y ya está, estaba todo ahí. Lo que él decía te llegaba.
¿Cómo se da tu proceso creativo?
Tengo momentos en los que todos los días me sale una canción, entro en un estado espiritual, como si hubiera algo que se está estimulando. Las 15 canciones que tengo para el disco nuevo creo que las compuse en un mes. Todos los días me despertaba y tenía algo.
¿Es cierto que has soñado canciones?
Sueño canciones enteras, sí. La canción Temas pendientes, por ejemplo, la soñé entera. Me desperté en la mitad de la noche, la canté en una grabadora que tenía y seguí durmiendo. Nunca le moví ni una coma, el tema es así, tal cual lo soñé. Ahora estoy en una etapa parecida, el otro día soñé una canción y mientras la soñaba decía: «Qué maravillosa es ésta canción». Me desperté, pero por el contrario, no me acuerdo de nada, pero sé que la canción está ahí en algún lugar y que en algún momento va a aparecer. La parte onírica la tengo como muy aliada en mi vida.
¿Te sientes afortunada de poseer el don de cantar?
Me siento sumamente agradecida de poner tenerlo, pero ni siquiera sé si es algo que vaya a tener siempre, entonces es como que lo cuido, lo valoro, lo aprecio y trato de disfrutarlo a cada instante. En lo que sí me siento afortunada, es por haber entrado en un lugar de mi espíritu muy profundo, eso me sirvió a mí para empezar a mirarme mucho más. Me siento afortunada de transitar ésa apertura de verme, y cuando uno empieza a verse, empieza también a ver al otro.
A veces escribo cosas sin pensar, como por ejemplo: “la causa de tu llanto quiero que sea la mía”, y cuando las leo me doy cuenta de que es algo que yo estoy como buscando que me pase, de hecho me pasa eso. Además vengo acompañada de la posibilidad de agarrar una guitarra y poder cantar una canción, entonces más que sentirme afortunada, me siento agradecida.
¿De qué va el nuevo disco?
Al principio iba a ser un disco solo con mis composiciones, después lo ampliamos a un disco doble. Un disco doble que se llamará “Típica” y “Atípica”. En el “Típica” la idea es hacer un típico disco de tango, con una orquesta y hacer los clásicos del género, cosa que para mí, en mi historia y en mí vida, eso sería lo atípico. Y en el disco “Atípica”, mis canciones, que eso para mí sería lo típico, porque es lo que a mí me sale naturalmente.
Es como un ying yang. Es más, la idea es tomar una de las canciones, un vals por ejemplo, y hacerlo en los dos discos, con la banda y con la orquesta, cantado de dos formas distintas pero siempre como Malena Muyala. Me gustaría además presentarlo por separado. Si quieres escuchar el material entero, tendrías que ir a la función del “Típica” y del “Atípica”.
Abandonando la mesa de aquel barcito y de camino a su hotel, me confiesa que desde que grabó Viajera en el 2007, aprendió que lo único que realmente le importa es que sus canciones le gusten primero a ella. Dejar atrás la pregunta ajena de que si lo que hace es o no es tango, fue clave.
Su meta es terminar su nuevo material antes de fin de año, pero es arduo el trabajo que le espera, porque ella también se encargará de mezclar el sonido del mismo, tarea que está aprendiendo desde hace un tiempo y le encanta.
Sin lugar a dudas, su álbum doble estará en las bateas cuando Malena lo escuche y diga: “Está listo». Confiamos en su buen gusto. + Info | Relacionados | María Eugenia Montenegro