Jorge Mochales

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In memoriam

De repente, estos versos de Miguel Hernández cobran tanto sentido: “Umbrío por la pena, casi bruno, porque la pena tizna cuando estalla…”. Jorge Mochales, polifacético músico y apasionado divulgador de la cultura tradicional asturiana y castellana, falleció de un infarto el pasado 5 de marzo en su domicilio de Porrúa (Llanes, Asturias).

Nacido en San Sebastián de los Reyes (Madrid) hace 29 años, Jorge Mochales dedicó buena parte de su vida a la recuperación de las tradiciones y técnicas ancestrales de mediación de la vida rural. Flautista y cantante de los grupos Umbría y Brenga Astur, Mochales estaba casado con la también cantante y percusionista Marta Elola (Brenga Astur, Muyeres, Vezos Astures), con quien le unía un hijo en común y un hermoso proyecto de conservación material y documental de la cultura tradicional asturiana, el Museo Etnográfico del Oriente de Asturias, en Porrúa (Concejo de Llanes).

Músico de bandas como Dagda, Keol, Muyeres y Vezos Astures, entre muchas otras, Jorge Mochales invirtió sus mayores logros en Brenga Astur y en Umbría, grupo en el que volcó toda su ilusión y creatividad. Umbría nació del intento de huir del falso celtismo folk que acabó confundiendo a bretones, asturianos, gallegos e irlandeses y que terminó convirtiendo la música tradicional en una amalgama vacía de símbolos de diseño. En la línea de otras bandas concienciadas del norte de Europa, como Garmarna, Gjallarhorn, Hedningarna o Värttinä, el objetivo de Umbría por reinterpretar las tradiciones rehuyendo protésicas historiografías politizadas respondía a la intención de devolver a los pueblos asturiano y castellano su propia cultura musical (una cultura musical no fijada en mitologemas musicales, sino en constituirse como tradición siempre en desarrollo, bebiendo de otros géneros y estilos, heteroglósica y siempre contaminada). Redescubridores y arreglistas de muchas tonadas antiguas recuperadas en sus paseos por las villas rurales de la zona, escogieron el nombre de la banda según la leyenda que asocia la umbría con “la nada de la que todo surge y a la que todo vuelve”, el Norte siempre en sombra.

Jorge Mochales también es el realizador de un documental sobre la vida de los pastores, cuyo sistema trashumante se está extinguiendo irremisiblemente por nuevas formas de ganadería más tecnologizadas e invasivas con el medio ambiente. Preocupado por el registro de la memoria de los pueblos –cuentos, nanas, narraciones, leyendas y mitologías de tradición oral–, también desarrolló un importante trabajo de catalogación de la vida de los campos (tipologías de hórreos y molinos, sonidos de cencerros, de yabiegos y de otros aperos de labranza, gestiones topogeológicas de alambradas y la ordenación del territorio…).

Reconocido como flautista de prestigio, Jorge Mochales resaltó asimismo como arreglista, compositor e investigador de las músicas populares antiguas. Luthier aficionado, diseñó también varios de sus propios instrumentos –gaita, rabel, mandolina– a la vieja usanza. Participó en los discos Cancios del gochu xabaz (Fonomusic, 1999) y Tornando al abellugu’l llar (Dro / Warner, 2002) de Brenga Astur. Sus esfuerzos en Umbría, no obstante, aún restan inéditos.

A él quisiéramos dedicarle estos versos de Hijo de la luz y de la sombra de Miguel Hernández.

    “La sombra pide, exige seres que se entrelacen,

    besos que la constelen de relámpagos largos,

    bocas embravecidas, batidas, que atenacen,

    arrullos que hagan música de sus mudos letargos. (…)

    Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,

    tendiendo está la sombra su constelada umbría”. 

Descanse en paz. 

Tomás Sánchez-Criado e Iván Sánchez Moreno