Jordi Rossy Vibes trío.
54 Woll-Damm Festival de Jazz de Barcelona. Conservatorio del Liceu, 3 del 11 del 2022
El lema de la discográfica alemana ECM en los setenta era “el sonido más bello después del silencio” no es de extrañar que sea la discográfica de Manfred Eicher quién haya grabado el disco que Jordi Rossy presentaba con este trío “Puerta” ECM 2021. Aunque algunos la tildaran de aburrida, a un servidor le resultó una velada de música preciosa ejecutada por un trío que sabe muy bien lo que quiere conseguir Rossy y se dedican a interpretarlo. Es verdad que el nombre de Jeff Ballard (que sustituyó a Rossy en el trío de Mehldau en 2005) parece que implica una mayor participación en escena, pero el resultado es lo que cuenta y el trío tocó lo que el disco promete. Ni más ni menos. Rossy con sus cuatro conciertos es el protagonista del Retrat d’artista de esta edición. Para el trío contaba, al igual que en el disco, con el mencionado Jeff Ballard a la batería y Robert Landfermann al contrabajo. Rossy en medio de una marimba enorme y un vibráfono con el que jugaba con el pedal continuamente iniciaba la velada con un Vals Post Católico al que era difícil de catalogar como vals. Ballard se dedicó a reforzar la parte más free que Rossy conseguía con el vibráfono y Landfermann apoyaba la parte más acústica de los sonidos de la marimba. Aunque ambos son instrumentos de percusión, la madera de la marimba nada tiene que ver con el aluminio del vibes. Sumando los dos aspectos, Rossy conseguía trasladarse con solo dos pasos de un mundo a otro. Siguió con Tainos (primer pueblo indígena con el que se encontró la expedición de Colón) Rossy estaba con ganas de comunicar e iba presentando los diferentes temas que de momento respetaban el orden del disco. Empezó este Tainos con toda una invitación a acercarnos a ese mundo antillano, aunque la marimba es originaria de África, Méjico y Las Antillas son fundamentales en su evolución como instrumento. Un tema en que Rossy demostró su saber hacer como percusionista sea con el instrumento que sea. Ballard con las escobillas y Landfermann con sus pizzicatos completaban la escena. Seguían con Adagio, hace mucho tiempo que a Rossy le interesa tanto el jazz cómo la música contemporánea, y en esta ocasión se acercó mucho más a este estilo. Largos espacios sonoros, mucho juego con el pedal del vibráfono. A veces daba la sensación que tenía que pensárselo antes de decidirse a tocar una tecla u otra. Alternando continuamente los mazos con que percutir. Jugando entre dos y cuatro mazos (que difícil) Ballard de repente se implicaba en un solo de platillos que desafiaban cualquier continuum. Un tema complicado, pero atractivo. Al igual que en el disco, siguieron con Maybe Tuesday, volvía Rossy a la marimba pero seguía con esa manera de buscar ese sonido escondido, que poco a poco se transforma en melodía. Sin ser esclavo de ningún compás Rossy fue desnudando al viejo blues, quizás incluso antes de que se llamase blues. Hicieron una versión Autumn Nocturne de Lou Donaldson y otro tema del disco, Scilla e Caridi, según explicó Rossy son dos islas cercanas a Sicilia importantes en La Odisea, a Rossy le gusta dejar en el aire enigmas sobre los títulos de sus temas. Y siguieron con otra versión, en este caso Introspection de Thelonious Monk. La sección rítmica entró a saco recogiendo ese estilo tan percusivo que tenía Monk y después como era de esperar Rossy improvisó libremente sobre el tema. El trio jugó como quiso con el tempo y volvió a demostrar que las composiciones de Monk siempre son seres vivos sobre los que investigar. Para el siguiente tema Puerta, Landfermann cogió el arco, Rossy volvió a pensarse detenidamente las teclas dónde percutir, Ballard jugaba sin reparos con los medios de los que disponía. Llámale free y acertarás. Cómo dijo Rossy, era una puerta que quizás necesitaba engrasarse (imagínate los chirridos) siguiendo el álbum llegó el enigmático S. T. Volvía a iniciar Ballard, se unía el contrabajo y de nuevo el blues se asomaba discreto. Un blues que podía en cualquier momento pasar a bolero. Cuándo la marimba manda los sonidos se edulcoran y la tensión desaparece. El último tema fue una composición de su hijo Damián dedicado a una de sus gatas, explicó Rossy que lo había tocado en su anterior concierto junto a su otro hijo Félix. Parece que la saga Rossy continúa con buen pie. + info | relacionados | Fotos: Joan Cortès