Javier Vercher

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“Agricultural Wisdom” Seda jazz, 2021

Portada y título de lo más originales para un nuevo trabajo del compositor y saxofonista Javier Vercher. Aunque nacido en Madrid, con 6 años se traslada a Valencia dónde empieza sus estudios y vive hasta les 18 años que se traslada a Boston para estudiar en la Berklee, después ya en Nueva York no pierde el tiempo y empieza a tocar con gente tan importante como el guitarrista Lionel Loueke, también en Barcelona tuvo unos años de trabajo con el gran Jorge Rossy. Como ves se acerca siempre a gente de buen gusto. En fin que nuestro hombre es una de las primeras figuras de jazz en cualquier ciudad que se mueva. Ahora ha reunido un sexteto de músicos de la escena valenciana y ha grabado estas ocho (+1)  composiciones que no te van a dejar indiferente, Vercher tiene un sonido cálido y muy redondo que te puede recordar a Ben Webster o a Dexter Gordon. El sexteto está formado por uno de mis pianistas preferidos, Albert Sanz (piano y teclados) un guitarrista inquieto Iván Cebrián, Ales Cesarini al contrabajo (un experto en músicas del mundo) la percusión de David Gadea y un Carlos Martín que le apoya con el fiscorno o apoya a Gadea con sus congas, según se tercie. Para Vercher, las percusiones son fundamentales en este trabajo, en esto me recuerda a algunos discos de Jerry González con la Fort Apache band. Bueno, vamos con el disco. Empieza con Koriburi, unos sonidos de naturaleza que nos invitan a relajarnos las percusiones en este caso acompañadas además por el cajón de Sergio Martínez, unos teclados se supone que de Albert Sanz (aunque según las notas Polo Orti también pone teclados en algún tema) en cualquier caso, las palmas de Martínez nos meten en ideas flamencas, mientras que el saxo de Vercher también se pone flamenco arrastrándote a seguirlo ¡ole! Después del puente un buen espacio para la guitarra de Cebrían, una buena presentación del grupo. Siguen con Empatía, una balada que a mí me llevan a los Steps Ahead, un tema precioso dónde vuelven a lucirse Cebrián y Vercher como solistas y en la segunda parte la sección rítmica le marca un tiempo a Sanz que nos ofrece un sonido Hammond para emocionarse más de una. Sanz te atrapa sin remedio. En la cima (yo me atrevería a llamarlo jazz mediterráneo, sobre todo por la luz o claridad) buenas percusiones, hasta el piano de Sanz percute con salero, el bajo de Cesarini conduciendo con firmeza (está muy atrás pero vale la pena que lo escuches) El siguiente tema es Y si pudiera ser, ahora el contrabajo y las percusiones parecen interrogar, el teclado crea ambiente, hay una tensión potente que (creo que es Carlos Martín con el fiscorno) de momento en vez de resolver todavía aviva más. Ahora sí que es el tenor de Vercher, buscando casi el “no sonido” quién resuelve (un tema muy curioso, para escuchar varias veces) Huida animal, el compás nos lleva hacia músicas africanas, las percusiones buscan en diferentes frentes, después sí que hay un swing que parece que ha encontrado el camino a seguir. Como en la mayoría de temas, a partir del puente, cambio de solista, en este caso se trata otra vez de la guitarra inquieta de Cebrián (no conocía a este joven conquense que me está sorprendiendo) Amaneciendo en las dunas, parece que nos acerquemos a Brasil, suaves vaivenes me mecen en un compás fresco y risueño, un tema bastante diferente que nos vuelve a confirmar que el universo de Vercher no tiene fronteras de estilos. Si conoces O que será Karonte 2012 de Albert Sanz sabes lo que puede aportar Sanz ¡pues eso! Seguimos avanzando, Lobo y luna, entrada a muerte del saxo de Vercher que durante cinco minutos juega arriba y abajo con su instrumento sacando un sonido limpio sin fisuras y de una continuidad exquisita. Sirva de aperitivo para su Agricultura Wisdom, otro tema arriesgado que sigue la línea de Y si pudiera ser, esa línea de búsqueda y riesgo, la guitarra de Cebrián le respalda encantada. Dos vientos (supongo que el fiscorno de Martín y el tenor de Vercher) nos llevan ahora a terrenos cercanos a Pharoah Sanders. De nuevo (después del puente) la guitarra y el piano amansan las fieras y esa naturaleza “relajante” que abría el disco, se vuelve  escuchar de fondo. El tremendo cajón de Martínez con el contrabajo de Cesarini tiene un momento muy especial en medio de los trinos. Como Bonus Track Homotoxicus, título que vuelve a demostrar la implicación de Vercher en esa lucha a favor de un mundo menos contaminado, un tema que empieza clásico (bopero y swingón) pero que pronto se encargarán Sanz y Cebrián de “contaminar” y Cesarini de ir cambiando el tempo para añadir más tensión. Un disco que puede clasificarse de muchas maneras, pero todas interesantes. Un disco de un compositor que avanza en su proyecto personal y que sabe con qué músicos compartirlo. + info | relacionados

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