Ambrose Akinmusire
53 Voll Damm Festival de Jazz de Barcelona. Conservatori del Liceu 20 del 11 del 2021
A pesar de que esa misma noche actuaban en Barcelona Mary Halvorson y Julian Lage (posiblemente tres de las citas más importantes de jazz de todo el año) la sala del Conservatori estaba bastante llena y por supuesto Ambrose Akinmusire volvió a demostrar que ahora mismo es uno de los músicos de jazz imprescindibles. Akinmusire venía acompañado de su contrabajista habitual Harish Raghavan y otros dos músicos que no han grabado con él pero le acompañan en la gira (y de qué manera), Micah Thomas (piano y teclados) y Kweku Sumbri (batería) los cuatro salieron a escena cargados de partituras. A Akinmusire a partir de su Origami Harvest Blue Note, 2018 se le encasillo rápidamente como el jazzman que le gusta el hip hop y él mismo lo defendió, pero su álbum anterior en estudio el maravilloso The imagined savoir is far casier to Paint Blue Note, 2014 nada tenía que ver con el hip hop, y por supuesto este último que se suponía iba a presentar tampoco. Ya desde un principio presentó a sus compañeros (lo seguiría haciendo continuamente) y no dejó de apartarse de escena cuándo no “actuaba” para que pudiésemos disfrutar del trio base que hizo un concierto extraordinario. Empezó con un solo de trompeta (Tide of hiacinth, que también abre su último disco) On the tender spot of every calloused moment, Blue note 2020 y dejaba claro que no le interesa destacar por su potencia ni por su virtuosismo (aunque lo podría hacer) sino por su búsqueda de texturas complejas. Estuvo buscando cada nota, descargando cada momento la saliva del instrumento para que nada enturbiase el sonido, tocando las notas justas, ni una más ni una menos. Y disfrutando de lo que iba surgiendo en cada momento de cualquier instrumento de sus compañeros. Un tema de casi 15 minutos en que la música corría libre, tan pronto Thomas reforzaba desde el piano las aventuras del trompetista, como Sumbri iba desviando ritmos nuevos que construían diferentes cascadas de notas. El jazz se mezclaba con una música “minimalista” que dejaba espacios muy abiertos para ir encadenando diferentes temas. Sin darnos cuenta estábamos inmersos en un dúo de piano / batería, con un Sumbri que parecía no tener límite y Thomas remarcando con la misma sintonía como martillo pilón, los primeros gritos del público ya dejaban claro que el batería estaba totalmente enfebrecido. Vuelve Akinmusire y relaja la tensión (lo parece) porqué sus trinos se van elevando acoplados a Sumbri (que ya no sé de dónde saca fuerzas) Tremendo. Siguieron con una balada preciosa, Sumbri a las escobillas, Thomas dejando grandes espacios entre notas (más cerca de Satie que de Ellington) y Akinmusire con un sonido único (no quiero ni debo entrar en comparaciones) este hombre tiene que tener ya su propio espacio dentro de la música de principios del XXI. Vuelve a retirarse atrás y ahora es el momento de apreciar las sutilezas de Harish Raghavan, pulso seguro, pocas notas, silencios que delatan y anticipan, y poco a poco este hombre va construyendo la línea a la que acudirá el cuarteto para continuar ese viaje hacia la belleza. Los finales de cada tema eran bastante cortantes, como si de repente despertaras de un sueño. Micah Thomas (me olvidaba) jugaba con dos instrumentos, el piano de cola y un teclado que tenía a su derecha y con el que tan pronto alternaba una mano en cada instrumento como buscaba en el teclado los sonidos de efectos que quería aportar en ese preciso momento. Siguieron con Mr Roscoe, se supone que por Roscoe Mitchell ya que la libertad del saxofonista de Art Ensemble of Chicago fue adueñándose de la sala. Thomas percutía en el piano con saña, Sumbri volvía a las andadas, Raghavan mantenía con buen pulso el timón y Akinmusire entraba y salía de escena como uno más del cuarteto. Entrada de trompeta sola, con respuesta contundente de la batería, que está siempre dispuesto a desgañitarse sin control. Está claro que estos dos músicos (Sumbri y Thomas) están aprovechando muy bien la gira. Impresionantes sus aportaciones a la música de Akinmusire. Cierre del cuarteto por todo lo alto y aun que ya llevaban más de una hora (casi ininterrumpida) los bises eran seguros. Un tema que podía beber del pop británico fue creciendo desde el drum and bass, hasta que se incorpora la trompeta y lo conduce al mundo propio del californiano, ese mundo dónde las emociones flotan por encima de cualquier sintonía. Apoyándose en un trio que le ofrece un buen colchón sonoro, Ambrose Akinmusire doma el sonido y juega a construir su música. Para rematar la noche definitivamente, Reset, los agudos de la trompeta buscando el límite, el piano respondiendo detalles, los tambores discretos y Akinmusire dejando en el Conservatori un sonido que al menos un servidor recordará por mucho tiempo. + info | relacionados | Fotos: Jordi Calvera