Javier Gurruchaga y sus historias extraordinarias
Adjetivos como incombustible o polifacético, asociados a menudo con su nombre, parecen de pronto demasiado manidos para describir a Javier Gurruchaga. Pero la realidad es esa. Desde 1976, año de creación de su grupo la Orquesta Mondragón en su San Sebastián natal, este charlatán, como él se define, ha estado en primera línea del panorama artístico del Estado español. Ya sea ofreciendo conciertos, actuando en una película o en una obra de teatro, o como presentador de programas de televisión que ya forman parte del imaginario sentimental de varias generaciones, como el mítico La bola de cristal o el rompedor Viaje con nosotros.
Estos días visita Barcelona con motivo del directo de su más reciente proyecto musical, Historias extraordinarias (título con el que rinde homenaje a uno de sus escritores favoritos, Edgar Allan Poe), que presentará el próximo sábado 5 de marzo en el Teatre Joventut de L’Hospitalet de Llobregat dentro del Festival BarnaSants 2022. Toda una fiesta en la que el entertainer donostiarra demostrará que ya ha superado los miedos y la angustia que le generó la pandemia, según él mismo ha confesado. Como si de la reencarnación del inmortal Lon Chaney se tratara, el carismático Gurruchaga está dispuesto a darlo todo en el escenario interpretando versiones de John Lenon, Lou Reed o Louis Prima. Por descontado, no faltarán sus grandes éxitos, como Lola Lola, Ponte la peluca, Bon voyage, Viaje con nosotros, Ellos las prefieren gordas o Garras humanas. Un concierto que, próximamente, ofrecerá en otras ciudades catalanas, aunque reconoce que tiene una especial debilidad por Barcelona, ciudad que visitó por primera vez en 1976 para asistir a un concierto que The Rolling Stones celebraron en la antigua plaza de toros Monumental.
Hace más de cuarenta años de la creación de la Orquesta Mondragón y sigues en activo. ¿Es empeño, adicción o necesidad?
Es un poco todo lo que has dicho, lo has descrito muy bien. En definitiva, ésta es mi vida, como dice la canción: animar, entretener, jugar. En mi casa hubieran querido que fuera contable y trabajara en un banco, pero procuré buscar la manera de escapar de eso en cuanto pude. Estudié música, concretamente saxofón, y canté en diferentes bandas hasta que con dieciocho años monté la Orquesta Mondragón. Y esto es lo que hay, soy un animador profesional.
¿De dónde surge la idea de llamar a tu grupo Orquesta Mondragón?
El nombre es el de un pueblo de Guipuzkoa donde hay un centro psiquiátrico, y no nos complicamos la vida, decidimos llamarla así y ya está. Y añadir Orquesta obedeció a que entonces existía la moda de crear orquestas, como la Plateria de Catalunya.
¿Ya tenías pensado hacer algo tan transgresor como ha resultado ser?
Bueno, en realidad yo estaba haciendo lo que me gustaba. Empecé desde muy jovencito a participar en programas de radio sobre jazz, pero con la banda había un concepto de show, vimos que la gente respondía muy bien a nuestra propuesta, y eso nos hizo potenciar los aspectos histriónicos que llamaran la atención.
A lo largo de todos los años que lleváis en activo el panorama musical ha ido cambiando muchísimo, ¿cómo te sitúas frente a este cambio?
Hay de todo, pero muchas de las novedades no me interesan mucho. Y no es que me haya vuelto antiguo. Hay muchas cosas que siguen ahí, sobreviven, y es la música que yo escucho: jazz, blues, rock, clásica. El día tiene veinticuatro horas y tampoco se trata de escuchar lo último de lo último por muy popular que sea. Igual no tiene la calidad que me pide el cuerpo. Y también hay épocas en que no escucho nada de música; viene bien descansar.
¿Cómo afronta un artista veterano como tú que actualmente alguien se pueda considerar cantante por tener varios singles, ni siquiera un disco, en Spotify?
Es otra concepción. Yo estoy acostumbrado al formato de vinilo, pero contra lo que arremeto más es contra el contenido. Las canciones que se hacen ahora mismo no me entusiasman, pero el formato me parece que está dentro del devenir de los tiempos.
¿A ti y a la Orquesta Mondragón os ha afectado esta evolución de la industria musical?
Seguimos teniendo trabajo, pero imagino que sí nos afecta. Sobre todo, el no tener nada que contar es lo peor que hay. Si no tienes historias extraordinarias que contar, de ahí no sale nada.
¿Cuál es la propuesta actual de la Orquesta Mondragón?
El espectáculo Historias extraordinarias, en este caso, es un guiño y homenaje alrededor de la obra de Edgar Allan Poe. Son historias nuestras entremezcladas con las de Poe dentro de un espectáculo de unos veinte canciones que interpreto arropado por una formación musical de seis instrumentos: teclados, batería, bajo, contrabajo, guitarra y saxo. Es una forma de narrar y de comunicarnos que no se limita solo a la música, sino que hay un juego con el espectador. Y, por mi parte, yo sigo compaginando la música con el cine y próximamente participaré en una película con Nacho Vigalondo. Me gusta el juego de poder ser otras personas interpretando personajes. Jugar y actuar es con lo que más disfruto.
¿Dónde te siente más cómodo, en televisión, en cine, en teatro?
En directo sobre un escenario, haciendo lo que sea.
Has estado nominado al Goya como actor en dos ocasiones.
Sí, en 1991 por el Rey Pasmado, de Imanol Uribe, en la que interpretaba al Conde-duque de Olivares; y en 1993 por mi personaje en Tirano Banderas, de José Luis García Sánchez. En ambas ocasiones sentí una gran satisfacción. Todos los reconocimientos están siempre bien, incluso la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, que me otorgarán a finales de año. Siempre hace ilusión, para qué vamos a negarlo.
¿Qué sientes si echas la vista atrás y recuerdas a aquel niño que estudiaba saxo en San Sebastián?
Siento muchas sensaciones, que ha pasado el tiempo muy rápido, que en algunas ocasiones lo he desaprovechado, y hay cosas en las que podría haber enmendado un poquito más la plana. Pero estoy contento con haberme dedicado a lo que siempre me ha gustado. Cuando empecé a trabajar estaba de botones en un banco y no es lo que más me gustaba hacer.
El mítico programa La bola de cristal es un hito importante en tu trayectoria. En una charla que ofreció Santiago Alba Rico comentó que era un programa disruptivo y una experiencia irresponsable, un programa chapucero en medio de la penuria cultural. ¿Te identificas con esta descripción?
No del todo. Yo creo que no era un programa chapucero, aunque no tenía los medios de producción de otros programas de la cadena, pero la cabeza y la inteligencia trabajaban en su salsa. Era una apuesta y yo aprendí mucho de ese programa. Me gustó esa experiencia, y a pesar de que prácticamente no cobraba nada, de ahí me surgieron otros proyectos. Mi sección era la última del espacio, La cuarta parte, y tenía manga ancha por parte de Lolo Rico para la elección de los contenidos. Entre Paco Quintanar, otro gran profesional de Televisión Española, y yo lo preparábamos todo.
Después de eso, Pilar Miró me encargó presentar La Tarde y posteriormente ya me dieron Viaje con nosotros, un talk-show que causó furor; tuvo mucha audiencia y algún que otro desamor.
El culmen fue La última cena de 1988, el programa de la Nochevieja que escandalizó a medio país.
Bueno, ahora los dos programas están en A la carta y en su día La última cena fue criticado en positivo y lo contrario. Escandalizó mucho, pero yo estoy muy orgulloso de haberlo hecho.
Actuaste en la International Beatle Week de Liverpool hace unos años, invitado personalmente por la hermana de John Lenon, Julia Baird ¿Qué significó para ti?
Luego le devolví el favor y apadriné la presentación de su libro Imagine this, sobre Lenon. Fue un sueño cumplido poder estar en Liverpool, donde comenzó todo. Tengo que decir que yo me examiné como cantante para un organismo franquista de entonces llamado el Sindicato Vertical con dos canciones de los Beatles: Something y I’m so tired. Además coincidió que fue un año difícil para mí, porque murió mi madre. Era el 2012 y se celebraba el cincuenta aniversario del grupo inglés. De ahí surgió la idea de hacer un disco homenaje a los Beatles, Liverpool Suite.
Actualmente, ¿qué te estimula culturalmente?
Pues la lectura, más que nunca. Casualmente estoy leyendo mucha novela rusa y ucraniana, Edgar Allan Poe, Dickens, Truman Capote. También he descubierto y leído con más intensidad a Conan Doyle con su Sherlock Holmes. El mundo de los libros es lo que me ha ayudado a evadirme de la rutina terrible de los últimos tiempos.
Fotos: Juan Miguel Morales