Jakob Bro, Arve Henriksen y Jorge Rossy

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L’Auditori 3 de febrero de 2023

Dentro del ciclo de jazz & pop que ha programado l’Auditori de Barcelona podemos encontrar estas experiencias sonoras, difíciles de clasificar, pero fáciles de disfrutar.
Pero deja que te presente  a estos tres músicos. Jakob Bro es un músico danés que puede presumir de haber tocado con Paul Motian y con Tomasz Stanko, dos referentes de la música europea del siglo XX que aun que puedan estar catalogados como músicos de jazz, todos sabemos de su facilidad para la improvisación. Y con 44 años lleva editados casi una veintena de discos primero con Loveland y desde el 2005 con ECM.
Arve Henriksen (para mí la sorpresa de la noche) es un compositor y trompetista noruego que combina perfectamente los sonidos orientales extraídos tanto de su trompeta como de sus artilugios electrónicos, con el jazz más europeo. También forma parte del grupo Supersilent una de las bandas de improvisación más aclamadas en los últimos 14 años.
De Jorge Rossy podemos hablar largo y tendido y siempre con admiración. Y después de que el último Woll – Damm Festival de jazz de Barcelona lo escogiese como protagonista del Retrat d’un artista, lo hemos podido escuchar en diferentes formaciones que dan fe de como este hombre es capaz de tocar en proyectos de cualquier tipo.
Fue sin duda un concierto para escuchar y también para ver. En un principio era de esperar que tocaran Uma Elmo, ECM 2021 (nueve composiciones de Bro, dónde  Henriksen y Rossy tocaban lo pautado) pero los directos con estos músicos son  imprevisibles.
El cartel anunciador ya advertía que se trataba de Música onírica contra la velocidad contemporánea. Y no iba errada la consigna. La manera de tocar de Bro entraba cerca del universo Frisell o Frith, pocas notas pueden ser muchas sensaciones. No tenía prisa el danés en mostrar ningún tipo de virtuosismo, prefería compaginar la guitarra con la electrónica y no dudaba en abandonar las seis cuerdas para seguir buscando registros en su caja electrónica.
Rossy, hace tiempo que disfruta con conceptos orientales, un servidor recordaba con placer la última vez que lo había escuchado, metido entre medio del vibráfono y de la marimba, sin prisa por encontrar el camino a seguir, disfrutando del viaje.  
En medio de los dos y sin duda alguna dirigiendo el cotarro, Arve Henriksen, con las trompetas y fiscornios jugó a vestirlas con sordina o sin ella, según lo que quería conseguir. Con la mesa de sonido que tenía delante se dedicaba a grabar y usar loops suyos o de Rossy para conseguir atmósferas o escenas musicales oníricas. Pero es que además estaba su voz, pasó de emitir ese tipo de canto que solemos adjudicar al pueblo mongol el llamado canto Khoomei (cante de laringe)  a intensificar con sus gritos las tensiones que se producían en escena. Para que te hagas una idea, Henriksen tenía delante tres micrófonos, uno para la trompeta “desnuda” otro para la trompeta con sordina y otro a su derecha para la voz, ya que jugaba a ir y venir de voz a trompeta o dejaba todo y se dedicaba a la electrónica. Fueron cuatro o cinco sets de música improvisada a lo largo de más de 90 minutos, contando ese bis que no nos dio tiempo a pedir.  
Me gustó mucho la conexión de Rossy con Henriksen, me dio la sensación que cuándo la improvisación funciona bien, los músicos deben saber asumir quién está conduciendo la velada. Para mí estuvo claro que la conducía Henriksen, y Rossy no dudaba en mantenerse atento a facilitarle los sonidos que deseaba el noruego para después trabajar todo el trío sobre ellos. Rossy estuvo sereno buscando como adornar sin sobrecargar. Por su parte Bro, que iniciaba las melodías (por algo partían de composiciones suyas) no tardaba en dejar que Henriksen nos asombrase con sus entradas de improvisación tan sorprendentes como certeras, mientras que él, aprovechaba los escasos espacios que dejaba el trompetista, para tejer sonidos más ambientales que no notas de guitarra. Eso sí, hasta cuándo se dirigía al público, lo hacía mediante susurros al igual que tocaba, nada de estridencias. Si escuchas o has escuchado ya Uma Elmo, ECM 2021, no tendrás la sensación del liderazgo de Henriksen, pero si estuviste en el concierto, creo que estarás de acuerdo conmigo. En noventa minutos se pueden desarrollar muchas ideas, y si los músicos tienen imaginación (quedó de sobras demostrado) la música puede deslizarse como un gas por toda la sala y conseguir que al final de la noche el público muestre una cara de satisfacción y de relajo envidiable. Habían conseguido vencer a la velocidad contemporánea sin aburrirnos, todo un logro. + info | relacionados | fotos: Joan Cortès

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