Instituto Mexicano del Sonido – Camilo Lara
“Un concierto del IMS es como si a una boda mexicana se hubiese invitado a la vez a los Ramones y a los Sex Pistols”
Con su anterior Piñata se dio a conocer y sorprendió a crítica y audiencias. El Instituto Mexicano del Sonido enganchó con su propuesta postmoderna de corte y pega y de remezclas de sonidos tradicionales mexicanos, junto a pop, hip hop o cualquier estilo musical que sonara en la mente creativa de este ejecutivo de la multinacional discográfica EMI en el DF. Su artífice, Camilo Lara, quiere volver a divertirnos y a hacernos bailar con Soy Sauce, un disco cuya esencia se encuentra en la escucha aleatoria y en algún que otro mazazo.
Empiezas con una cumbia, y en el anterior con Killer cumbia. Eso tiene algún significado?
Es el primer mazazo a la cabeza, como cuando te tomas el primer tequila, ya para qué. Te quedas medio atontado, pero sí, ese es el sentido de que los dos discos empiecen con cumbia. Empezar fuerte.
Acabas de participar en el festival de Coachella, en California. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Una experiencia increíble e irrepetible. Cuando estas en una banda de rock, el Coachella es una de esas cosas que tienes que tener en tu lista de objetivos. Nos divertimos como enanos, con una actuación muy divertida y un público muy ecléctico. Mucho mexicano y mucho gringo.
¿Es la primera vez que actuabas en un festival de estas características?
No, ya habíamos actuado en otros. Siempre es divertido porque cada festival tiene su espíritu, y el de Coachella es como muy educativo. Cuando yo iba, me gustaba ver a los grupos emergentes. Si hubiera ido como público seguramente hubiera ido a verme.
¿Por qué el título Soy sauce, que al parecer cuenta con más de un significado?
El título es un reflejo de lo que quería hacer en el disco. En España, “soy sauce” significa ser un árbol, y tiene unas connotaciones con la vida y la sabiduría. En inglés significa salsa de soja, una salsa que sala todo lo que toca. Y también tiene un sentido gastronómico, además del propio sentido rítmico. Así, el disco tiene varias lecturas, varios planos. Quería que fuese un álbum en el que cada oyente pudiera brincar de un lugar a otro, con diferentes referencias para que no fuese una unidad, aunque al final lo termine siendo.
Es un disco postmoderno de corta y pega, con diferentes ángulos y planos. ¿Tiene algo que ver Julio Cortázar y su Rayuela?
Es el tercer disco y cada uno lo he elaborado bajo la influencia de un escritor. El primero, Méjico Máxico lo hice bajo la sombra de Juan Rulfo, un escritor mexicano brillante. El segundo, a partir de Roberto Bolaño, chileno y magnífico. Y éste con Julio Cortázar y su obra Rayuela, que es un libro, hasta en cierta forma caótico y dadaísta, y que tiene la maravillosa posibilidad de leerse de forma lineal o saltando de parte en parte a voluntad del lector. Incluso, si lees bajo el mapa que Cortazar hizo para leer el libro, es fantástico. Me hubiera gustado hacer un mapa similar en mi disco, que los oyentes supieran como leer el disco. O que lo oyeran de forma lineal, o que se inventaran su propio mapa, porque tiene diferentes formas de abordarlo.
¿Con qué nos encontraremos en este Soy sauce?
Es un disco que empieza con cumbia y acaba con mariachi, y en medio aparece punk, garage, hip hop. He podido hacer todas las cosas que me interesaban en 45 minutos de música, y sin discriminar. Tal vez, el elemento que lo une es que tiene algo de barrio y de pueblo y, en distintas formas, todas son canciones eufóricas. Y bueno, me gustó la idea de conjuntar todo lo que musicalmente me ha gustado en un solo disco. Es como cuando te dan un plato y hay menú abierto. Te puedes servir en un mismo plato la ensalada, la carne, el pollo, las gambas y el postre.
¿Cuál ha sido la evolución de este trabajo respecto a Piñata?
En el anterior álbum dejaba ver un poco lo que iba a ser este disco, había muchas cosas, elementos más orgánicos y con músicos. Con Soy sauce me he lanzado a contar con más colaboraciones y utilizar menos samplers, dejando un poco mi lado nerd, abandonando un poco el ordenador donde hago música y buscando personas de carne y hueso para que pudieran interpretar cosas igual de emocionantes.
Quizás suena más serio que el anterior
No, no, para nada. Tal vez estoy teorizando demasiado, pero no. De hecho pienso que tiene más humor. Cuando haces música, termina por salir tu personalidad, y por más serio que me ponga, no podría hacer música más tremenda, o más fatalista, o de cuestiones profundas. Yo hablo de lo que me pasa, y de donde voy, o con quien tomo cañas, etc.
Con Piñata, en España y en Europa, se te conoció. ¿Crees que se te va a medir, a comparar con tu anterior trabajo, y si eso te va a obligar a algo?
A diferencia de la literatura, porque los libros son más difíciles y son procesos más largos, la música puedes crearla y generarla de forma más fácil. En mi música yo voy creando ejercicios. El primer trabajo fue un proyecto muy individual. El segundo ya contó con una abertura más amplia y el tercero es una obra totalmente colectiva. Eventualmente, en el próximo trabajo podría volver a estar solo, o quizás tratar de hacer una obra instrumental. No sé, voy cambiando y ojalá todos los discos que hago no se parezcan entre sí. Creo que esa es la gracia de poder generar música, el hecho de poder llevar al límite tu forma de crear canciones.
¿Cómo ha sido el proceso de creación?
Hago mucha improvisación. A veces empiezo por la letra, otras no. En este último trabajo tengo un par de temas que tenía muy claro como quería hacerlos. En Alocatel tenía muy en mente que quería hablar de todas las modernidades y cuando lo escribí estaba muy furioso. Hay otros que son como ejercicios de sonido. Me gustaba mucho escribir algo para las pistas de baile y el resultado ha sido Yo digo baila.
Cuentas con la colaboración de Holger Beier en la producción y en las letras de los temas. También participa Ad Rock, de Beastie Boys, José Rangel, de Café Tacuba. Te has arropado de compañeros musicales. ¿Como ha sido la experiencia?
Muy buena. Con Holger muy bien, es un conocido de España y ha estado en muchos festivales aquí, y es un poco mi compañero de viaje en la grabación. Estuvimos pensando qué necesitaba cada canción e invitamos a gente. Necesitábamos un mariachi, un guitarrista, y a mi me gustaba Rangel, y ahí lo tenemos. Con Ad rock, tengo una muy buena relación con Mike D, de Beastie Boys. El año pasado tocamos juntos en un festival en México. Al día siguiente los invité a comer a mi casa y mostré mi música a Ad, y meses después me dijo que íbamos a colaborar juntos. Le mandé ciertas ideas y al final decidimos que fuera un remix de Alocatel. Y fue increíble. Es un sueño tener a un Beastie Boys en tu disco. Es uno de los grupos que más escuché, y de los discos que más me instigaron a hacer música.
¿IMS, puede ahora considerarse un grupo, o sigue siendo la propia recreación de Camilo Lara junto a sus colaboradores?
Sigue siendo un ejercicio en soledad porque las canciones las hago yo. Además, me gusta la idea de ser algo diferente. Estoy solo, y de repente podemos ser diez en un escenario. Me encanta poder ser un grupo muy grande, y de repente estar yo solo. Por eso también se llama Instituto Mexicano del Sonido, porque me gusta que haya ese misterio respecto a como va a ser el IMS en cada aparición.
¿Te definirías musicalmente de alguna forma?
Yo crecí un poco con el inicio de la música electrónica. Me marcó todo el sonido de Manchester, los Happy Mondeys, los Stone Roses, los Charlatan. Yo escuchaba eso en mi habitación a todo volumen, pero en la sala de mi casa se oía a Camilo Sesto y Raphael, cosas cutres para mí. A la vez, en la cocina sonaba cumbia a todo volumen, y mis padres hacían lo mismo en la sala, y al final, en mi habitación yo acababa poniendo Beasty Boys. Si oyes las tres cosas a la vez, eso es lo que me acabó por salir. Es una extraña abstracción de cosas cutres que siempre odié, y cosas que siempre amé. Creo que en mi genética hay un pedazo de la cadena de ADN que tenía cumbia y no puedo escapar de ello.
En Alocatel dices que quieres crear una banda que no suene a Pink Floyd y sí a los Strokes. ¿Cual sería tu banda ideal, es el IMS?
Esa canción hablaba un poco de que me molesta mucho todos estos que son hippies, o son emos, o son punks, o son neon, o son fluorescentes, o new rave. Todo eso me parece un poco perecedero y prefiero a alguien que toque el instrumento y toque su música sin que suene a los Strokes o a Pink Floyd. Mi banda ideal…, pues me encantaría sonar como la Velvet underground, pero ni nunca estuve enganchado a la heroína, ni viví en New York. Me tocó vivir dentro de la clase media mexicana y me toco oír otras cosas. El IMS no es mi banda ideal, pero si es la que me tocó. Es como cuando te nace un bebé, tal vez no es muy bonito, pero terminas queriéndolo porque es tu niño.
En Karate Kid2 creo que querías hacer un experimento tipo Dark side of the moon superpuesto a las imágenes de El Mago de Oz. Era un proyecto amplio y se ha quedado en un tema. Hay posibilidades de algo similar en el futuro?
Sí, eso iba a ser el disco antes de que me topara con que no sé sincronizar la música con el audio, y que fue complejísimo. Me gusta mucho Karate Kid2 como idea y decidí hacerle una canción de tres minutos. Eventualmente me gustaría hacer un disco conceptual, porque tengo buenas películas y me gustan mucho.
¿Algún otro proyecto?
He estado haciendo remixes. Los últimos que hice fueron para Morrissey y otro para Johnny Cash que está en un tributo que se publicó en los EEUU. Lo cierto es que me gusta mucho manosear las canciones. La idea del remix es práctica y hay que ir con ojo porque te puedes cargar una canción. Es difícil y tienes que ir con cuidado, pero me gusta la idea de desmenuzarla y hacerla un poco tuya.
Continúas trabajando como directivo de EMI. ¿Ha sido difícil compaginar creatividad y trabajo discográfico?
Llevo desde los 15 años trabajando con la música en una multinacional porque no había sellos independientes en México. Hasta hace poco no empezó la cultura independiente. Yo quería comprar discos y una manera digna para no trabajar en un McDonald era trabajar en una compañía de discos. Poco a poco le fui encontrando mucho cariño porque conocí gente que podía fichar, cosas que me gustaban y que me inspiraban. Desde los 15 años hasta ahora, mis hermanos son músicos, mis amigos son músicos, hago música, me dedico a la música. Es un poco incestuoso. No me concebiría sin poder generar o hacer música. No tengo otra cosa. Cuando tengo novia y no sabe de música, es como si me quitasen el brazo izquierdo siendo zurdo, no sé de qué tratar, a no ser que hable de la gripe o del clima, o algo así.
Trabajas en una multinacional discográfica pero el disco lo produces tu mismo en colaboración de El Volcán. ¿No te seduce la idea de que una multinacional se interese por tu música?
La verdad no, porque nunca lo hice con el fin de tener éxito. Lo hice con la intención de crearla y publicarla. No sé si a estas alturas lo haría. No me parece correcto hacerlo dentro de una discográfica multinacional cuando estoy trabajando en una. Elegí el camino independiente y el destino me ha puesto ante gente que adoro, que respeto, que tienen un gusto salvaje y que han decidido sacar el disco. Creo que estoy en buenas manos, aunque con una multi también estaría feliz.
¿Cómo sienta en México la utilización actual, moderna o postmoderna de la música tradicional, hay quién se lleva las manos a la cabeza?
Sí, cuando tocamos con cumbieros, parece que estamos haciendo vudú. No les gusta. Además es chistoso porque la idea de hacer una cumbia tuya, cuando la pones junto a una auténtica no es tal, es algo diferente. Tal vez mi visión de la cumbia es más turística que la que podría tener un cumbiero, y seguro que le parece espantoso. Pero también México está tan revuelto… Desde los aztecas…, llegaron los españoles y construyeron encima de las pirámides, y luego se fueron los españoles y los mexicanos construyeron encima de las iglesias. Todo ha sido un construir encima encima encima. La ciudad de México es un poco eso, una fachada, y tiene tantos estilos que parece un pastel hecho por un ciego. Creo que cada vez, asusta menos que uno manosee un género, porque ya forma parte de la ciudad. Es tan caótica que sabes que todo va a ser un desastre. El disco es un poco eso. Suena horrible pero es la verdad.
¿Qué grupos o solistas te están interesando actualmente?
De España, sin duda el Guincho. Me gusta también Manos de topo y de México hay un par de grupos interesantes, uno es No somos machos, pero somos muchos, que son fantásticos, de un par de tipos enloquecidos. Y otro es Disco ruido que también son muy buenos. Hay tanta música hoy que le podríamos dedicar horas a hablar. Desde grupos como No age, o Animal Collective, que han hecho buenos trabajos. Y en España hay cosas increíbles. Me gusta mucho La bien querida. Hay toneladas de cosas que me emocionan.
Siendo personal ejecutivo de una discográfica y, al mismo tiempo, músico, ¿qué opinas sobre las descargas de música por Internet?
Es justo un cambio, estamos en esos dos o cuatro años de poder lograr ganar dinero y que la gente consuma música. Ahora el problema es que se consume mucha música pero se paga muy poco, y tiene que haber un equilibrio para que los músicos y el resto de la industria ganen dinero. Y al mismo tiempo que el usuario termine estando contento con la manera de como paga o consume. La ecuación es importante, nada más hay que encontrar como hacerlo, y si alguien te dice que tiene una fórmula o un modelo creo que está totalmente equivocado, porque sino ya tendría su propio itunes que funcionaría perfecto y ganaría millones de euros o dólares. Estamos en medio de un proceso que se solucionará en los próximos años.
¿Qué podremos ver en un concierto de IMS, si como esta previsto actúas en Barcelona y Madrid?
Lo que se verá es una eclosión energética salvaje. Vengo con bajista, baterista y dos Dj. Yo canto y toco teclados, y es un poco una fiesta. Alguien me dijo una vez que era como si a una boda mexicana se hubiese invitado a los Ramones y a los Sex Pistols a la vez. Bien fuerte.