Hamlet

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Hamlet

Sala Atrium, Barcelona. Hasta el  17 de enero de 2016.

60 metros cuadrados son suficientes para acoger a seis actores y a unas decenas de espectadores, y conseguir crear, unos, y poder contemplar, los otros, una magnifica versión de  una de las obras fundamentales de Willian Shakespeare: Hamlet.

La Sala Atrium que últimamente nos tenía acostumbrados, como es lógico por sus dimensiones, a ofrecernos representaciones de obras de reducido formato actoral, ha vuelto a ofrecernos este espectáculo, que ya estrenara en diciembre del año pasado. Puede que fuera un regreso anunciado, y necesario, porque en aquella ocasión llenó el teatro en todas sus representaciones, pero lo cierto es que nos ha permitido disfrutar nuevamente de esta magnífica versión que lidera Raimon Molins, en su doble función de principal protagonista, y de codirector junto a Marc Chornet. Su forma de afrontar el personaje es clave para el resultado final de la obra, con una dicción clara y llena de matices con la que dice el verso desde una visión naturalista, pero sin olvidar el origen del  mismo, manteniendo, por lo tanto, las referencias estilísticas de su momento, de aquel verso blanco, como se denominaba, pero adaptándolo de forma que une realismo y lírica, a partir de la traducción al catalán de Joan Sallent ―también ofrecerán, en días posteriores, la versión en castellano partiendo, en este caso, de la que hiciera León Fernández de Moratín―. Reforzando esta idea, han utilizado las proyecciones audiovisuales, a veces en directo, a veces grabadas previamente, para, en el primer caso, potenciar la fuerza dramática de las diferentes escenas en las que se utiliza, logrando, de esa forma, resaltar los matices de las intervenciones de los actores, o bien para, de alguna forma, construir ese cuaderno de notas que el protagonista va rellenado a lo largo de la obra, siendo aquí, lo que escribe, explicado a través de las imágenes, así como para presentar el fantasma del padre, con gran acierto, con la voz en off de Lluís Marco sobre las imágenes de la boda de aquél con la reina.

Tanto este aspecto de la dicción del texto, común a todo el elenco, como el juego de movilidad de todos los participantes, que se encuentran, a la vez, condicionados por un espacio lineal ― en el centro de la sala, con espectadores a un lado y al otro de las cuatro plataformas móviles, a dos niveles, que lo ocupan y que, bajo ellas, esconden o muestran, según el momento, un espacio acotado lleno de agua―, pero también reforzados en sus intervenciones por las posibilidades que ese mismo espacio proporciona. Así, una Ofelia que encuentra su lago; unos comediantes que tienen su escenario; un príncipe que está hundido o pletórico, subiendo o bajando de nivel; o un monologo donde el agua y la simbólica copa, omnipresente en todo el trayecto dramático, encuentran su lugar.

Espléndida e imprescindible la labor de Raimon Molins que consigue trasladar en el tiempo a su personaje hasta nuestros días; así como una Ofelia convincente y llena de matices, la que nos ofrecía esa noche Queralt Casasayas; un Toni Guillemat inspirado en su doble papel de Polonio y de sepulturero; también en su doble papel de Laertes y de Horacio destacaba Xavi Torras; sin que olvidemos las intervenciones de Marc Rius como Claudio y de Alba José en su papel de Gertrudis.  En el apartado técnico, destacar la labor conjunta de todos ellos: Maria Salarich, responsable del movimiento escénico; los audiovisuales del codirector Marc Chornet; el espacio sonoro creado por Raimon Molins; el vestuario de Gloria Viguer; y, especialmente, el diseño de luces de Justo Gallego.

La magnífica versión que la Sala Atrium nos ofrece de este Hamlet shakesperiano, demuestra que el teatro de proximidad no ha de limitarse a obras de pequeño formato; que la imaginación y el buen hacer, pueden lograr que, a través de exprimir la creatividad, el espectador se encuentre inmerso en un texto complejo, que requiere una puesta en escena prolija, que parece exigir un espacio generoso, pero que, gracias a la labor excelente de todos los participantes, le puede llegar a emocionar en los 60 metros cuadrados de los que hablábamos al principio. +Info | Relacionados | Federico Francesch   | DESAFINADO RADIO 

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