GASTRONOMIA MAFIOSA: LA COCINA DEL DELITO.
GASTRONOMIA MAFIOSA: LA COCINA DEL DELITO.
Las historias de Al Capone, Lucky Luciano o Don Vito Corleone no hubieran sido las mismas sin las reuniones para cucinare il delitto (“cocinar el delito”) en torno a los manteles, sin las suntuosas bodas y fiestas de cumpleaños y, evidentemente, sin esas cenas lujosas en las que a lo largo de ellas se eliminaba a algún comensal que no interesaba y después proseguían como si nada hubiera pasado.
No sabemos si los carabinieri tuvieron que preparar un menú como aquel con el que el diputado Onorevole Petrani fascinó al empedernido criminal Don Vito Cascio Ferro en 1909 para sacar de su escondite de más de cuarenta años (la última vez que se le había visto fue el verano de 1963) al capo de los capos, Bernardo Provenzano Binnu, jefe de Cosa Nostra y el mayor prófugo de la historia de Occidente. Pero lo que sí está claro es que junto a las mujeres, los coches, los trajes elegantes y los casinos, la gastronomía siempre ha sido una debilidad especial de un vero mafioso. Además del citado banquete que ambos comensales iniciaron con un obligado aperitivo casero a base de aceitunas asadas y judías a la menta, a lo largo de la historia mafiosa son muchos los encuentros destacados alrededor de la buena mesa.
Antes o después de una matanza, para coger fuerzas o liberarse de la tensión ante un ametrallamiento, para urdir una buena estrategia o para determinar la mejor vendetta, miembros de la legendaria mafia siciliana Cosa Nostra, de la Camorra napolitana, de la Ndrangheta –la temida mafia calabresa– o de la Sacra Corona Unita de Abulia se han sentado y lo siguen haciendo alrededor de una mesa digna de su presencia. Podría hablarse de un cierto delicatessen mafioso, sibarita, exigente y, por supuesto, sommelier. Por poner un ejemplo, en 1924 Don Cuccio Cuscia, alcalde de la población siciliana Piana dei Greci y jefe indiscutible de la mafia local, invitó al mismísimo Duce a un ágape típicamente siciliano en el que el jamón de mulo, el salchichón de burro y el cordero asado a las cepas de viña fueron debidamente regados con un vino Traceno y un Pachino tinto de 12º. En otras ocasiones, los “hombres de honor” deleitaban sus sentidos con Amernas (el bitter siciliano), Marsalas, Albanellos de Siracusa, vinos ardientes del Etna o un buen Corvo para acompañar una sabrosa carne asada.
En cuanto a ingredientes, en un convite de mafiosi nunca pueden faltar las anchoas sicilianas que se utilizan para elaborar salsas y para acompañar pastas, pescados y carnes, ni el queso calabrés Caciocavallo o el Groviera, ni tampoco la exquisita mozzarella de la Campania, además de la salsiccia a metro –también conocida como luganega–, los mariscos y las piernas de cordero.
De postre, ninguna comida de la “Honorable Sociedad” puede prescindir de una auténtica cassata a la siciliana: un delicioso pastel a base de ricotta –queso blando y grumoso de leche de vaca o de oveja–, frutas confitadas y chocolate amargo. // María José López Vilalta, ‘La Morocha’
Lectura recomendada
La Mafia se sienta a la mesa (Ed. Tusquets) de Jacques Kermoal y Martine Bartolomei es un interesante y curioso libro en el que se comprueba que la Mafia siempre ha puesto el mismo esmero en la preparación de sus platos que en la de sus crímenes. Todo un minucioso análisis del papel de la gastronomía mafiosa, desde el desembarco de Garibaldi en Marsala en 1860 hasta la toma del Bronx neoyorquino por el capo Maranzano.
Restaurantes mafiososLa cadena de restaurantes franquiciados La Mafia se sienta a la mesa (Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia, Pamplona…), de la empresa La Honorable Hermandad, SL, ofrece una gastronomía italiana de calidad, con una carta con más de cien variedades de pasta y una decoración que recrea el ambiente de la auténtica cocina del delito.